A la espera de que Reconciliación, las memorias del rey Juan Carlos, llegue a las librerías, compartimos el extracto adelantado por las publicaciones francesas Le Point y Le Figaro en el que el padre de Felipe VI recuerda cómo fue su relación con Franco.
En el libro, escrito de su puño y letra junto a su biógrafa franco-venezolana, la historiadora Laurence Debray, don Juan Carlos recuerda la primera conversación que tuvo con el general. "Tenía diez años y era la primera vez que me presentaba en el despacho de alguien tan importante. Vestido con su uniforme, se mantenía erguido y me observaba fijamente. Mientras me hablaba, yo observaba con atención los libros, los muebles de madera oscura, las alfombras… Y entonces vi un ratón, corriendo entre las patas del escritorio. He contado muchas veces esta anécdota, y todavía hoy me hace reír, más de setenta años después. Empecé a seguir al ratón con la mirada, y Franco se dio cuenta: —¿Qué mira? —me preguntó.—¡Mi general, hay un ratón junto a usted! —respondí riendo", escribe.
También desvela las últimas palabras que intercambió con Franco en su lecho de muerte. "Estaba sentado a su lado, en su cama del hospital. Me tomó la mano y, en un último suspiro, me dijo: —Alteza, solo le pido una cosa: mantenga la unidad del país. Fue su última voluntad. No me pidió conservar el régimen ni los principios del Movimiento Nacional. Tenía, pues, las manos libres para emprender reformas, siempre que la unidad de España no se viera cuestionada. Sentí que me daba la libertad de actuar".
En las páginas dedicadas a Franco, rey Juan Carlos se pregunta: "¿Mantuve con Franco una relación filial?". Y se responde: "Nos separaban cuarenta y seis años. Él no tenía hijos. Tal vez proyectara sobre mí un sentimiento paternal. No ocultaba su simpatía hacia mí. Incluso cierta ternura y benevolencia. Se tomaba el tiempo de verme con regularidad y mantener un diálogo constante".
Don Juan Carlos no oculta en su relato las emociones que sintió la noche del 8 de noviembre de 1948 cuando puso rumbo a Lisboa para enfrentarse a su destino. "Me esforzaba por no mostrar ni el miedo ni la tristeza que sentía. En el andén, mi padre le dijo entonces a mi madre: —María, despídete de Juanito, porque no sabemos cuándo volveremos a verlo. Al oír esas palabras sentí un nudo en el estómago, ya estaba inquieto por ir a ese país que era el mío, pero que no conocía, cuya lengua hablaba mal, sin ningún miembro de mi familia, hacia una escuela nueva que me asustaba".
También narra con absoluto detalle la potente historia que encerraba el vagón en el que viajaba: "Franco había enviado su propio vagón, acoplado al Lusitania Expreso, el tren nocturno que unía Lisboa con Madrid. Era el mismo vagón azul en el que había viajado a la frontera franco-española para reunirse con Hitler el 23 de octubre de 1940. El encuentro se concluyó con la no intervención de España en la Segunda Guerra Mundial".








