¿Le gustaría tocar los vestidos de novia de doña Sofía, la Princesa de Asturias y las infantas doña Elena y doña Cristina?

Por hola.com
Traje de novia de doña Letizia: La Princesa de Asturias vistió el día de sus nupcias un modelo inspirado en la ‘línea princesa’ con corte continuado desde los hombros al suelo. De hecho, la parte superior, ceñida al cuerpo y mangas, se prolongaba hasta formar una cola de 4,50 metros a partir de la cadera. El escote en pico y cuello ‘corola’ estaba bordado en hilo de plata y oro hilado por ambos lados, al igual que la cola en la que se reproducían figuras alegóricas y motivos heráldicos: la flor de lis floral, la flor de lis heráldica, las espigas de trigo, los tréboles y los madroños, realzando todo el conjunto.

El traje fue confeccionado en seda natural tramada con hilos de plata fina volteada a tres cabos, creación exclusiva de la firma valenciana Rafael Catalá. En cuanto al manto nupcial -un regalo personal del Príncipe a [doña Letizia]- era de tul de seda natural y estaba bordado a la aguja, siguiendo técnicas históricas del siglo XIX, roleos y guirnaldas que mezclan la flor de lis y la espiga.

Traje de novia de doña Elena: El vestido que llevó [doña Elena] el 18 de marzo de 1995, cuando contrajo matrimonio con Jaime de Marichalar era un diseño de corte romántico de Petro Valverde y estaba realizado en organza de seda natural color marfil con bordados. El traje se acompañaba de un antiquísimo velo, el mismo que llevó su madre, la [reina Sofía] y su abuela la reina Federico.

Traje de novia de doña Cristina: El traje que vistió la Infanta [doña Cristina] el 4 de octubre de 1997, el día en el que se celebraron sus nupcias con Iñaki Urdangarín, fue diseñado por Lorenzo Caprile en seda española de color marfil e hilos de plata, entre lo clásico y lo vanguardista. El traje estaba inspirado en la flor de lis, ligada a la heráldica de la Casa de Borbón. Liso por delante y labrado por detrás -la cola medía 3,25 metros- lirios de Santa Eulalia, azucenas y estrellas de nieve bordadas. Completaba el conjunto el velo, una joya de incalculable valor, que anteriormente había lucido la reina María.