BIOGRAFÍA

Ana Sofía Reventlow, Reina de Dinamarca y Noruega

Por hola.com

Anne Sophie Reventlow (1693-1743) se convirtió en reina de Dinamarca y Noruega después de casar con el rey Federico IV (1671-1730), después de enviudar de su primera esposa, Luisa de Mecklemburgo-Güstrow (1667-1721). Una historia que podría parecer común, pero que se vuelve sorprendente cuando se añade el detalle de que el rey Federico había estado casado con Anne Sophie desde 1712, mientras aún estaba casado con la reina Luisa. La historia vital de Ana Sofía de Dinamarca y Noruega estuvo marcada pues por la bigamia cometida por su marido, que sería fuente de la estupefacción y la incomprensión de sus súbditos.

Ana Sofía nació el 16 de abril de 1693 en el Castillo de Clausholm con el título de Condesa, al ser hija del Conde Reventlow (1644-1708), que había servido en la Corte de Federico IV como Gran Canciller de 1699 hasta su muerte en 1708. Sobre la infancia de Ana Sofía no se conocen muchos detalles, si bien es sabido que recibió una educación muy limitada y que, por ejemplo, escasamente podía expresarse de forma correcta en francés o alemán. Llegada la juventud comenzaría sí a ser popular en la sociedad danesa por su belleza y alegre carácter, así como, especialmente, por poseer unos ojos muy expresivos de profundo color oscuro.

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En 1711 el Rey conoció a Ana Sofía, que en ese momento tenía 18 años de edad, en un baile de máscaras en el Castillo de Koldinghus, una de las residencias oficiales de la Familia Real danesa. El Monarca quedó prendado de la joven, a lo que la madre de Ana Sofía se negó en rotundo, una vez que el Rey era un hombre casado desde 1695, año en el que había contraído matrimonio con la reina Luisa, a la que, por otro lado, era infiel de forma continuada con diversas mujeres, como Isabel Elena de Vieregg (1679-1704), a la que convertiría en Condesa y con quien, según se ha conocido en los últimos tiempos, llegó a casar de forma secreta, o Carlota Elena von Schindel (1690-1752).

Federico no cejó en su empeño de convertir a Ana Sofía en su amante, por lo que decidió ejercer presión en la familia de la joven. Al no conseguir sus propósitos decidió tomar una medida extrema, secuestrando a la joven de la residencia familiar en 1712 y trasladándola al Castillo de Skanderborg, donde tras pocos meses casaría con ella, cometiendo así bigamia. Ana Sofía recibiría el título de Duquesa de Schleswig y como regalo de boda se le haría entrega del Castillo de Vallø, en Zelandia, lugar que en la actualidad sirve como lugar de retiro para aristócratas danesas viudas o solteras.

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Ésta no estaba prohibida por la iglesia danesa, que hacía una interpretación muy estricta del concepto de poligamia de la Biblia, pero que socialmente era mayoritariamente condenado. Ana Sofía, por tanto, comenzó a ser vista como una figura antipática dentro de la Corte. Sin embargo, todo apunta a que entre el Rey y Ana Sofía surgió una intensa historia de amor.

La reina Luisa moriría en 1721, abriéndose así la puerta a que Ana Sofía ejerciera como consorte oficial del Rey. Federico y Ana Sofía volverían a darse el “sí, quiero” en una boda formal y repleta de pompa. La oficialización del lugar de Ana Sofía en la jerarquía de la Familia Real no fue bien recibida, una vez que, además de tener un origen bigámico, se trataba de una unión morganática. Ana Sofía era la primera Reina sin sangre azul desde siglo XII, lo que muchos miembros de la nobleza danesa consideraban como algo escandaloso. Por otro lado, los hijos del Rey con su primera mujer odiaban a Ana Sofía, especialmente el Príncipe heredero, Cristián (1699-1746), quien no dudaba en despreciarla en público.

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Pese a la hostilidad generalizada, Ana Sofía y Federico defenderían su relación y la cimentarían con el nacimiento de sus tres hijos, los príncipes Cristiana, Federico y Carlos, que, no obstante, no alcanzarían la edad adulta. Asimismo, la familia de Ana Sofía obtuvo importantes cargos de influencia en el país, llegando la hermana de la Reina, Cristina Sofía (1672-1757) a convertirse en la asesora más importante de los reyes en los asuntos más importantes de Estado. La Reina intentó mejorar su imagen pública haciendo generosas donaciones a las viudas y los desfavorecidos de Dinamarca, por lo que en ocasiones se refiere a su persona como “la protectora de los pobres". Sin embargo, nunca fue una Reina plenamente popular.

El rey Federico trató de garantizar los derechos de Ana Sofía en su testamento, pero después de su muerte en 1730, el nuevo Soberano, Cristián VI, expulsó a su madrastra de la Corte, enviándola de vuelta al Castillo de Clausholm en el que había crecido, no sin antes retirarle el derecho a llevar el título de Reina viuda. Humillada y sin recuperarse nunca de la muerte de su amado marido, la reina Ana Sofía pasaría el resto de su vida en Clausholm, sin poder abandonarlo sin el permiso del mismo Rey, en un arresto domiciliario de facto.

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El 7 de enero de 1743 fallecería sin que apenas nadie la recordara ya. El Rey, que había sido tan implacable con ella en vida, permitió que se oficiara un funeral público y que fuera enterrada en la catedral de Roskilde, lugar en el que desde el siglo XV descansan los restos mortales de los reyes y reinas daneses. No obstante, el Monarca no quiso que el féretro de Ana Sofía se colocara al lado del de su padre. Finalmente fue enterrada junto a sus tres hijos.