Durante unas horas quedaron atrás los apretones de manos y la etiqueta. Toda la Familia Real se desplazó en helicóptero hasta una montaña situada a 850 kilómetros de altura, Lyngmarksbroen, para pasar la tarde montando en trineos de perros, una disciplina que al príncipe Federico se le da muy bien después de haber participado en la expedición Sirius 2000 hace algunos años. La princesa Mary y la reina Margarita le observaban admiradas. También a la Princesa le cautivó la experiencia: "Ha sido fantástico, increíble. Me alegro muchísimo de haber probado. Me sorprendió un poco la fuerza que tienen los perros" comentó después de su paseo en trineo.
Asimismo, la pareja aprovechó su estancia en Groenlandia para practicar el esquí por un glaciar en el centro deportivo de Apussuit. A ambos les encanta este deporte y han pasado juntos varias vacaciones en Suiza. Apussuit no tiene hoteles caros ni cócteles, pero el entorno natural es impresionante. Único y desierto. Tanto que la pareja tuvo que trasladarse hasta allí en helicóptero y continuar en una motonieve.
Los príncipes Federico y Mary se despidieron ayer de Groenlandia, no sin antes visitar la casa de Papá Noel. Tuvieron que pasar sobre piedras, rocas y arroyos para llegar hasta la casita, decorada con ramas de abeto y adornos navideños a pesar de la época del año en la que nos encontramos. El Heredero llevaba uniforme y gorra blanca y Mary iba con unos zapatos claros de punta con tacón, que dejaron a la población local sin aliento. El príncipe Federico cuidó, en todo momento, de que no diera un mal paso caminando siempre por delante de ella e indicándole las piedras más planas y más seguras. Mary salió muy bien del apuro, como toda una princesa, sonriendo y saludando a la población congregada.
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