María Carolina y María Chiara de Borbón-Dos Sicilias son hijas del príncipe Carlos de Borbón-Dos Sicilias, duque de Castro y actual jefe de la Casa Real de las Dos Sicilias, y de su esposa, la empresaria italiana Camilla Crociani. Aunque en España sus nombres aún suenan lejanos, en el panorama internacional de la aristocracia europea se han convertido en auténticas protagonistas. Su linaje las conecta directamente con la familia real española: son primas lejanas de la princesa Leonor y la infanta Sofía.
Criadas entre Italia y Mónaco, han crecido en un ambiente cosmopolita que se refleja en su estilo y en su presencia pública. Carolina, la mayor, nacida en 2003, y Chiara, en 2005, han sabido abrirse camino en el mundo de la moda y los grandes eventos sociales, donde destacan por su elegancia y frescura. Con un físico tan deslumbrante como su currículum, estas jóvenes han estudiado en universidades de prestigio como Harvard, Marangoni o La Sorbona, siempre con brillantes resultados.
Pero más allá de los títulos y las alfombras rojas, Carolina y Chiara son dos jóvenes comprometidas con las causas que marcan nuestro presente. Su agenda internacional se reparte entre París, Londres, Mónaco o Roma, y cada vez que aterrizan en Madrid hay una cita a la que nunca faltan: la visita al padre Ángel en la iglesia de San Antón, situada en la madrileña calle de Hortaleza.
El sacerdote, conocido por abrir las puertas de este templo las 24 horas del día y por su incansable labor social al frente de la ONG Mensajeros de la Paz, recibe siempre con entusiasmo a las hijas del príncipe Carlos de Borbón-Dos Sicilias y de Camilla Crociani. La relación entre ellos es cercana y sincera, y el padre Ángel, fiel a su estilo, suele convocar a la prensa para dejar constancia de este encuentro que mezcla espiritualidad, glamour y compromiso.
Mensajeros de la Paz nació en Asturias en 1962 de la mano del padre Ángel, con la misión inicial de ofrecer hogares a niños y jóvenes sin familia. Con el paso de las décadas, la organización se ha convertido en una referencia internacional en la acción social, ampliando su labor a la atención de mayores, mujeres, inmigrantes y colectivos vulnerables. Reconocida con premios como el Príncipe de Asturias a la Concordia 2024, hoy sigue siendo símbolo de solidaridad y compromiso desde su sede en Madrid.
En esta ocasión, ¡HOLA! ha sido testigo privilegiado del encuentro de las hermanas con el Padre Ángel durante su último viaje a Madrid. Una visita que refleja la esencia de estas jóvenes aristócratas que, más allá de los títulos que ostentan, en realidad son chicas de su tiempo, implicadas y preocupadas con el mundo que les rodea. Son jóvenes sobradamente preparadas, han estudiado en universidades de prestigio como Harvard, hablan seis idiomas y reparten su vida entre París, Londres, Mónaco y Roma. Su vida bien podría ser el guion de una película, con escenarios que van de palacios históricos en Capri o Palermo a alfombras rojas como la Croisette de Cannes, donde han compartido plano con Nicole Kidman. Sin embargo, más allá del glamour y del celuloide, Carolina y Chiara están profundamente comprometidas con los grandes retos de nuestro tiempo, lo que las convierte en princesas modernas con una vocación solidaria.
De hecho, son embajadoras de la asociación Passion Sea Project, que promueve la conservación de los mares y la protección de la flora y la fauna, han sido condecoradas con la Cruz Roja Monegasca e Italiana y participan activamente en el evento solidario No Finish Line del príncipe Alberto de Mónaco, y, recientemente, han recibido el Premio Gen H, un galardón que distingue a las nuevas generaciones que destacan por su implicación social y su capacidad de inspirar cambios positivos. “Creemos que nuestra generación tiene la responsabilidad de actuar. No basta con hablar de cambio climático o de derechos humanos: hay que implicarse, dar ejemplo y trabajar para que las cosas sucedan”, han asegurado María Carolina y María Chiara en declaraciones a ¡HOLA!
Su compromiso con el cambio climático y la defensa de los derechos humanos las sitúa en una nueva generación de royals que no se conforman con representar la tradición, sino que buscan ser agentes de cambio. Ese equilibrio entre glamour y conciencia social es lo que las convierte en figuras tan atractivas para la prensa y para el público. Son princesas, sí, pero también jóvenes que entienden que con sus acciones pueden contribuir a cambiar el mundo.
La parada madrileña
La visita al padre Ángel es ya un ritual en su agenda. La madrileña iglesia de San Antón, abierta día y noche para acoger a quienes más lo necesitan, se convierte en escenario de un encuentro que se repite cada vez que ambas hermanas visitan la capital española y refleja la magnífica relación que mantienen con el sacerdote. Conocido por su labor con los más desfavorecidos, encuentra en ellas aliadas que comparten su sensibilidad hacia las causas sociales.
Madrid, en este sentido, es más que una ciudad de paso para Carolina y Chiara. Es un lugar donde refuerzan sus vínculos familiares y sociales, y donde dejan constancia de que su título nobiliario no es solo un símbolo, sino también una responsabilidad.
Sin duda, Carolina y Chiara de Borbón-Dos Sicilias encarnan la cara más fresca y moderna de una dinastía con siglos de historia. Su capacidad para moverse entre el protocolo aristocrático y la vida pública contemporánea las convierte en referentes de una nueva generación de royals europeos. Cada aparición, ya sea en Cannes, en Ascot o en Madrid, logra captar la atención de la prensa y del público, consolidando una imagen que combina tradición, juventud y estilo. Y su vínculo con España, reforzado por la relación con el Padre Ángel, añade un matiz humano y cercano a su perfil aristocrático.












