El príncipe Andrés, hijo menor de la reina Isabel II y durante mucho tiempo considerado su favorito, pasó de ser una figura central de la Familia Real británica a mantenerse alejado de la vida pública. Atrás quedaron los años en los que se le veía como un carismático héroe de guerra o como embajador especial para el comercio y la inversión, papel en el que era valorado por su contribución a las finanzas del Reino Unido. Su reputación se vio afectada por diversos escándalos legales, acusaciones de abuso sexual, relaciones con personas de cuestionable reputación y, más recientemente, un correo filtrado relacionado con Jeffrey Epstein, que volvió a generar una gran controversia en torno a la monarquía.
La caída en desgracia del príncipe Andrés comenzó hace seis años. El momento más devastador llegó con su implicación en el caso de Jeffrey Epstein, el financiero estadounidense acusado de tráfico sexual de menores. Las acusaciones de Virginia Giuffre, una de las víctimas, contra el príncipe, en las que afirmaba que fue presuntamente obligada a mantener relaciones con él cuando era menor de edad, resultaron cruciales para un escándalo que alcanzó ambos lados del Atlántico. Y aunque Andrés siempre negó los hechos, terminó alcanzando un acuerdo económico millonario para evitar un juicio que podría haber destruido aún más la imagen de la monarquía.
Tres años después de la condena inicial de Jeffrey Epstein, quien se quitó la vida en prisión en 2019, por prostitución infantil, Virginia Giuffre, que se suicidó el pasado abril a los 41 años, reveló la foto del príncipe Andrés con el brazo alrededor de su cintura y la entonces novia de Jeffrey, Ghislaine Maxwell, que sí fue juzgada y condenada por cinco cargos, incluyendo tráfico sexual de menores, por su papel de conseguidora en la red de abuso sexual dirigida por su pareja. Un escándalo que desencadenó la peor crisis de la corona británica desde la muerte de Lady Di, y el príncipe se retiró de sus funciones como miembro activo de la realeza en 2019.
Las memorias de Giufree
Por si esto fuera poco, hay que añadir el extracto de las memorias póstumas de Giufree, 'Nobody's girl' ('La chica de nadie'), que saldrá a la venta el 21 de octubre, que ha sido recientemente publicado. En él, su presunta víctima asegura: "Él creía que tener sexo conmigo era su derecho de nacimiento". Según denunció la mujer, era apenas una adolescente de 16 años que trabajaba como asistente en Mar-a-Lago, el club del presidente Donald Trump en Palm Beach (Florida), donde trabajaba su padre, cuando en 2000 la novia y socia de Epstein, Ghislaine Maxwell, la contrató como masajista para Epstein, pero acabó siendo su sirvienta sexual. Aseguró además que Epstein no fue el único abusador, ya que según su relato, sus amigos y socios, entre los que estaba el príncipe Andrés, la presionaron para tener relaciones sexuales cuando tenía entre 17 y 18 años.
En el año 2021 Giufree presentó una demanda contra el príncipe Andrés en Estados Unidos por abuso sexual y finalmente, a punto de celebrarse en Jubileo de Platino de Isabel II, se llegó a un acuerdo extrajudicial gracias a una suma millonaria que nunca se hizo del todo pública, pero que se obtuvo, según trascendió entonces, gracias a la colaboración económica de la soberana con sus fondos privados.
El último escándalo
Después de estos hechos y que saliera a la luz la citada fotografía, el hijo de la recordada soberana, para lavar su imagen, apostó por conceder una entrevista a la periodista Emily Maitlis asegurando, entre otras cosas, que cortó todo contacto con Jeffrey Epstein después de que fueron fotografiados en Central Park a principios de diciembre de 2010, ya que por aquel entonces el magnate ya se había declarado culpable. Un hecho que se volvió en su contra, ya que las últimas filtraciones demuestran que mentía. "¡Estoy igual de preocupado por ti! ¡No te preocupes por mí! Parece que estamos juntos en esto y tendremos que superarlo. Si no, mantente en contacto y pronto volveremos a jugar", este es el escandaloso correo que contradice su versión ya que se lo envió en 2011 a Epstein, un día después de que se publicase la foto del Príncipe cogiendo por la cintura a Virginia Giufree, es decir, un año después de la fecha en la que él alegaba haber roto todo contacto con el financiero.
Un correo que también salpica a Sarah Ferguson, ya que en 2011, ella llamaba a Esptein "amigo fiel, generoso y supremo" y le pedía perdón, con una pasión bastante llamativa, por haberlo cancelado públicamente, excusándose de que corrían peligro sus contratos para escribir libros infantiles. Este mail fue el motivo por el que perdió el apoyo de seis organizaciones benéficas a las que representaba, ya que contradecía su postura pública de ese mismo año, cuando declaró que condenaba los actos realizados por Epstein y afirmaba que aceptar su dinero había sido un "gigantesco error de juicio".
Vinculación con un presunto espía chino
Tras el caso Epstein, el príncipe Andrés volvió a estar en el ojo de huracán por una presunta vinculación con un presunto espía de origen chino que operaba en Gran Bretaña y que fue expulsado del país por suponer "una amenaza para la seguridad nacional". Unas acusaciones de las que se defendió a través de una nota difundida por su oficina de prensa en la que asegura que "cesó todo contacto" con este empresario asiático. Además, afirma que se reunió con él "a través de canales oficiales" y que nunca se discutió "nada de naturaleza sensible".
El último movimiento
Este viernes 17 de octubre, a través de un comunicado difundido por el palacio de Buckingham, el príncipe Andrés ha renunciado a la utilización de sus títulos, incluyendo el de duque de York. La decisión ha sido tomada en consenso con Carlos III para evitar que los últimos escándalos en torno a su figura perjudiquen la imagen de la Corona. "Tras hablarlo con el Rey y mi familia más cercana y lejana, hemos concluido que las continuas acusaciones sobre mi distraen del trabajo de Su Majestad y la Familia Real. He decidido, como siempre he hecho, anteponer mi deber con mi familia y mi país. Me mantengo firme en mi decisión de hace cinco años de dar un paso atrás en la vida pública. Con el acuerdo de Su Majestad, creemos que debo ir más allá. No utilizaré mi título ni los honores que se me han concedido. Como he dicho previamente, niego categóricamente las acusaciones contra mí", reza el escrito.
Este comunicado significa que como hijo de Isabel II, seguirá siendo príncipe, pero ya no recibirá tratamiento de Alteza Real y también dejará de ser caballero de la Orden de la Jarretera, la más prestigiosa del Reino Unido y a la que pertenece desde 2006. Tampoco volverá a participar en las celebraciones de la familia real, como la misa de Sandringham. Su exmujer, Sarah Ferguson tampoco utilizará el título de duquesa de York, aunque ya no lo hacía desde hace años. A las que no afectará esta decisión es a sus hijas, las princesas Beatriz y Eugenia, a las que nada impide mantener su actividad tanto pública como privada como hasta ahora.
Royal Lodge
Desde que Carlos III se convirtió en monarca se ha dicho que corre peligro su permanencia en Royal Lodge. El monarca le pidió que abandonara el citado lugar, pero su hermano se aferra a lo que hay escrito sobre el papel. En 2003 firmó un contrato de arrendamiento de 75 años para esta propiedad que inicialmente se fijó en cinco millones de libras (algo más de cinco millones de euros ) y 7,2 millones (8 millones de euros) en los siguientes dos años después de mudarse. También se acordó que se haría cargo del mantenimiento de sus instalaciones, entre las que se encuentran 30 habitaciones, la capilla privada, la piscina y la zona separada para el servicio.