El último Rey de los helenos

Constantino de Grecia, una vida marcada por casi medio siglo de exilio y un feliz regreso a su patria

A los 23 años se convirtió en monarca, tuvo un breve reinado que finalizó en 1967 con un golpe de Estado, se expatrió en Roma y Londres y no se instaló definitivamente en el país que le vio nacer hasta 2013

Por Beatriz Castrillo

“Es maravilloso poder volver a casa”. Con esta frase Constantino de Grecia puso fin a 46 años de exilio y en su casa, Atenas, ha fallecido a los 82 años de edad arropado por su mujer, Ana María, sus hijos y sus hermanas. Fue en agosto de 2004 cuando desde su residencia de Londres y en compañía de su mujer, la reina Ana María, comunicó su decisión en una entrevista de televisión. El regreso no fue inmediato pues tardó casi una década, en el año 2013, en instalarse en la tierra que le vio nacer. El Rey de los helenos nunca fue formalmente exiliado tras la abolición de la monarquía, pero él, su esposa y los dos hijos que entonces tenía el matrimonio, los príncipes Alexia y Pablo, se marcharon de Atenas en 1967. Se fue con 27 años y regresó con 73 convertido en el último monarca de los helenos. Unas décadas en las que fue un Rey sin corona que convirtió Gran Bretaña en su segunda patria en la que formó una gran familia numerosa, vio casar a sus hijos mayores ante todos los miembros de la realeza mundial y cultivó una estrecha amistad con la Familia Real británica. A pesar de la distancia  siempre mantuvo una excelente relación con sus hermanas, doña Sofía y la princesa Irene, que se hizo extensible a sus hijos.

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Hijo de los reyes Pablo y Federica, nació en Villa Psychiko (Atenas) el 2 de junio de 1940. Desde bien pequeño sufrió las tensiones políticas de la época en la que le tocó vivir y conoció en sus propias carnes los sinsabores del exilio. Cuando tenía un año, las fuerzas del Eje (Alemania, Italia y Japón) invadieron Grecia y su familia marchó a Egipto y Sudáfrica. En Ciudad del Cabo nació, el 11 de mayo de 1942, su hermana pequeña, la princesa Irene. Los Reyes y sus tres hijos pudieron regresar a Grecia en 1946. Fueron unos años en los que el entonces príncipe heredero Constantino alternaba su formación académica con el entrenamiento militar durante los fines de semana y una buena buena educación deportiva que le valió para ganar una medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Roma de 1960. A los 18 años realizó su juramento de fidelidad a cada uno de los ejércitos.

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En 1964, poco antes de su boda con la entonces princesa Ana María de Dinamarca, Constantino accedió al trono tras la muerte de su padre, el rey Pablo, en unos tiempos convulsos para el país que se caracterizaron por los desencuentros con el primer ministro de entonces, Georgios Papandreu. La situación política no mejoraba en el país y en 1967 se produjo el conocido como el golpe de los Coroneles por parte de un grupo de militares que tomó el control del Gobierno, del Parlamento, del Ministerio de Defensa y de los principales medios de comunicación. Constantino se reunió con los líderes golpistas y con el primer ministro Kanellopoulos, que se encontraba bajo arresto domiciliario. El monarca aceptó colaborar con el nuevo régimen, al que juró su lealtad, a condición de que la junta militar aceptase colocar en el Gobierno a un cierto número de políticos civiles, unas condiciones que los militares aprobaron. Sin embargo, en los días siguientes unas 10.000 personas fueron detenidas de manera arbitraria en el país.

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La intención de Constantino con su  breve colaboración con los militares era ganar tiempo para poder restaurar la democracia, algo que le hizo ganarse la impopularidad de sus conciudadanos y que nunca le perdonaron. Años más tarde, durante el juicio a los golpistas, Kanellopoulos declaró que había suplicado al Rey que no prestase juramento al nuevo régimen dictatorial, dado que eso supondría legitimarlo. Constantino aseguró que lo hizo para evitar un derramamiento de sangre y se marchó del país. Finalmente, el 1 de junio de 1973 fue depuesto como jefe de Estado formalmente por Papadopoulos, líder del golpe de Estado, y se declaró la república. 

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Comenzó entonces el inicio de un exilio, primero en Roma por poco tiempo y luego, en 1974, en Hampstead, al norte de la capital británica, que duró varias décadas. En Inglaterra creó su hogar, fundó el colegio griego y nacieron sus hijos pequeños: los príncipes Philippos y Theodora, mientras se involucraba activamente con la comunidad griega de Reino Unido. Allí se casó, el 1 de julio de 1995 en la catedral ortodoxa de Santa Sofía de Londres, su hijo, el príncipe Pablo con Marie-Chantal, hija del multimillonario estadounidense Robert Miller, conocido como el ‘rey de los duty free’. Cuatro años más tarde, la princesa Alexia daba el 'sí, quiero' al arquitecto canario Carlos Morales en el mismo escenario. En los dos enlaces reales estuvo Isabel II y su marido, Felipe de Edimburgo, todos los herederos europeos, la Familia Real española al completo, Margarita de Dinamarca, los reyes de Suecia y un largo etcétera que convirtieron estas uniones nupciales en los grandes acontecimientos de la realeza de finales del siglo XX. Su estrecha relación con los Windsor -es amigo del príncipe Carlos- le valió para ser nombrado padrino del príncipe Guillermo, duque de Cambridge.

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Durante las décadas que estuvo expatriado visitó en contadísimas ocasiones Grecia, a pesar de haber recibido frecuentes solicitudes para que se instalara de manera definitiva. La primera vez que lo hizo fue, por unas horas, en 1981. Arropado por su familia acudió al funeral de su madre, la reina Federica, en el cementerio del palacio de Tatoi, antigua propiedad de la Casa Real. Después volvió en 1993 durante una visita privada de dos semanas donde la Familia Real helena recibió muestras de simpatía de algunos sectores de la población. El Gobierno le pidió entonces que se marchara del país y nacionalizó en 1994 sus posesiones, lo que provocó una disputa que se saldó con una indemnización a favor del tío de don Felipe que la Corte Europea de Derechos Humanos fijó en cuatro millones de euros por la incautación de sus bienes, aunque el Estado no fue obligado a restituírselos. Finalmente en 2013, nueve años después de que anunciara el fin de su exilio, se trasladó definitvamente con la reina Ana María a Porto Jeli, una localidad paradisíaca costera en la región de Argólida, en el Peloponeso, donde vivió hasta el final de sus días. En varias ocasiones Constantino aseguró que reconocía a la república como forma de gobierno en Grecia y que no tuvo la intención de restaurar la monarquía, siguiendo así el dictámen de los griegos.

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Fallece Constantino, último rey de Grecia