La asignatura de matemáticas no es obligatoria por capricho, sino que tiene grandes argumentos a favor. Muchos más de los que nos imaginamos, incluso, para desempeñar cualquier función en el mundo laboral, sin necesidad de que tu ámbito de trabajo sean, por ejemplo, las Humanidades. Nos permite desarrollar diferentes capacidades, como es la resolución de problemas, el desarrollo de la capacidad crítica o la adaptación a los cambios, es decir, la tan ansiada resiliencia.
Además, las tasas de paro de los graduados en Ciencias Matemáticas se sitúan en un 7,5% de los jóvenes, mientras que la tasa de paro juvenil media es del 40%, según los datos de la Conferencia de Decanos de Matemáticas (CDM). Son muchas las empresas que aseguran tener problemas a la hora de encontrar talento y cubrir sus vacantes en relación a este campo. Unos datos que han saltado a la luz después de que el sector educativo se cuestionara las características del currículo de enseñanzas mínimas que comunicó el Gobierno hace unos meses. Un borrador que plantea cambios en los contenidos con el objetivo de intentar gestionar la salida profesional de los alumnos al finalizar su enseñanza obligatoria. Ahora mismo, se está formando una especie de embudo.
¿Y por qué poner en el punto de mira a las matemáticas? Por los datos que hemos reseñado y porque las opciones que plantea el Gobierno sugieren dos alternativas: una que profundiza en los contenidos y otra que proporciona unos conocimientos básicos. Si el alumno se decide por esta segunda opción, ¿qué hacemos con los buenos datos que, por ejemplo, está dando la educación STEM o la profundización en los campos de las matemáticas y la ciencia? Una voz de alarma a la que los expertos de Smartick, método de aprendizaje online de matemáticas y lectura para niños, se suman, dándonos seis razones por las que su profundización tiene grandes beneficios en el futuro laboral de los más pequeños.
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