Las dificultades de aprendizaje no solo afectan al plano académico, sino que interfieren directamente en el desarrollo emocional de los niños y los adolescentes que tienen esas dificultades. No son menos inteligentes, como asegura Sara Muñoz Abella, pedagoga especializada en Psicopedagogía, orientadora educativa en centros educativos públicos de la Generalitat Valenciana y CEO de @psicoypedagogia. A pesar de ello, pueden llegar a sentir que sí lo son y ver seriamente afectada su autoestima.
Por eso es fundamental que tanto sus profesores como su familia sepan cómo acompañarles y guiarles para compensar esas dificultades y, que tengan muy presente, la siguiente afirmación de la experta: “Los gritos y castigos suelen llevar a mal puerto: a la desmotivación y abandono escolar”.
Este alumnado afronta muchos retos a nivel académico, muchas barreras invisibles que acaban pesando si desde casa y colegio no ponemos de nuestra parte para derribarlas.
¿Cuáles son los diferentes tipos de dificultades de aprendizaje?
Las dificultades del aprendizaje yo las dividiría en dos grupos. El primero es el que se refiere propiamente al trastorno específico del aprendizaje; este se divide en dificultades en la lectura (comúnmente conocido como dislexia), en la escritura (disgrafía y disortografía) y en las matemáticas (discalculia).
Por otra parte, encontramos otros trastornos del neurodesarrollo como son el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), el Trastorno del Espectro Autista (TEA), discapacidad intelectual, entre otros. La presencia de estos trastornos en muchas ocasiones interfiere directamente en el aprendizaje en la edad escolar, por lo que considero esencial tenerlos en cuenta.
¿Cuáles son las más habituales?
Entre los trastornos específicos del aprendizaje considero que el más común y más detectado en los centros educativos es la dificultad en la lectura o dislexia. También se está viendo un considerable aumento en la detección del TDAH, en parte por mejora en los procedimientos de evaluación y profesionales cualificados.
Según tu experiencia, ¿hay una mayor prevalencia de algunas de esas dificultades?
El trastorno más prevalente en los centros educativos es, sin duda, el trastorno específico del aprendizaje en la lectura (dislexia). Según la OMS, afecta al 10% de la población mundial y representa el 80% de las dificultades de aprendizaje. Esto puede ser debido a que esta condición afecta de forma transversal a todas las materias, por lo que las dificultades se hacen evidentes a corta edad y son fácilmente detectables.
Un metanálisis en lengua española arrojó una prevalencia estimada de la dislexia del desarrollo de 7,52 % y otro estudio de la UNESCO señala que, para el conjunto de dificultades específicas de aprendizaje (DEA), los valores globales podrían situarse “del 5 % al 15 %”.
En cuanto al TDAH, la prevalencia mundial también varía según los estudios, pero se estima que se encuentra entre el 5% y el 7% de la población. Algunos estudios, como los de la OMS, sugieren que alrededor del 5.3% de la población mundial tiene TDAH.
¿Cuáles pueden ser las causas?
La etiología de las dificultades del aprendizaje es multifactorial, es decir, no se debe a una única causa, como la genética, por ejemplo. Estos trastornos tienen su origen en el neurodesarrollo, por lo que no son provocados directamente por factores externos, sino por una combinación de aspectos biológicos, genéticos y ambientales que influyen en el desarrollo del sistema nervioso central.
Entre los principales factores que pueden intervenir en su aparición se encuentran la herencia genética, las alteraciones neurológicas, las condiciones prenatales, perinatales o postnatales y las influencias del entorno, como la estimulación cognitiva, el contexto familiar, social y educativo.
¿De qué manera suelen ver afectado el plano académico los niños y los adolescentes con algún problema de aprendizaje?
Este alumnado afronta muchos retos a nivel académico, muchas barreras invisibles que acaban pesando si desde casa y colegio no ponemos de nuestra parte para derribarlas.
La realidad es que estos alumnos no son menos inteligentes, simplemente su cerebro funciona de una forma distinta, procesan la información de otra manera a los neurotípicos. Esto hace que tengan que esforzarse mucho más que el resto, buscar estrategias compensatorias que les funcionen para seguir adelante, porque el entorno no está adaptado de por sí a sus necesidades.
Suele ocurrir que estos alumnos tienen una percepción de sí mismos negativa, se sienten incapaces o menos inteligentes.
También suele ser frecuente la desmotivación en este alumnado por la frustración que genera no llegar a los resultados esperados cuando uno se esfuerza.
¿Qué ayuda necesitan estos niños?
Necesitan apoyo, empatía, mucho refuerzo positivo, comprensión por parte de los adultos y de sus iguales, además de las medidas educativas que requieran. Las orientadoras realizamos un informe sociopsicopedagógico en el que redactamos las conclusiones de la evaluación y las medidas educativas que se requieren para garantizar la inclusión y éxito de este alumnado. Entre estas medidas están la adaptación del formato de los exámenes (mayor interlineado, letra legible, uso de apoyos visuales, autoinstrucciones, pautas…), uso de esquemas visuales con el contenido simplificado, reducción de la penalización por faltas ortográficas, etc.
En algunos casos es necesaria la aplicación de un programa específico por parte del maestro de pedagogía terapéutica, que suele ofrecer su apoyo dentro del aula, de forma inclusiva.
En el hogar, necesitarán rutinas claras, organización y en muchas ocasiones, servicios de apoyo escolar. También, cuando las dificultades son notorias, se recomienda realizar reeducación pedagógica a un profesional, como es el pedagogo, especializado en dificultades del aprendizaje. En este servicio se evalúan las necesidades individuales y se desarrollan estrategias específicas para trabajar áreas como la lectura, la escritura y las matemáticas desde los fundamentos más básicos para garantizar su adquisición.
¿Cómo afectan las dificultades de aprendizaje al desarrollo personal?
En muchas ocasiones estas dificultades afectan directamente a la autoestima y autoconcepto, ya que pueden sentirse inferiores al resto, sobre todo en la adolescencia, cuando la identidad se está forjando y suelen hacer comparaciones con sus iguales. La motivación hacia los aprendizajes puede verse afectada del mismo modo, por tener que afrontar tantas dificultades para leer, comprender o escribir.
Además, estas dificultades pueden afectar directamente a su rendimiento académico y limitar sus expectativas o metas profesionales. Este alumnado en muchas ocasiones también puede ser más retraído a nivel social, a consecuencia de la baja motivación y autoestima.
¿Puede afectar a la imagen que tienen de sí mismos?
Por supuesto, suele ocurrir que estos alumnos tienen una percepción de sí mismos negativa, se sienten incapaces o menos inteligentes. Por este motivo, el apoyo y la puesta en marcha de medidas educativas es tan importante.
¿Cuál debería ser el papel del profesor para ayudar a estos niños desde el punto de vista emocional?
El de guía y apoyo sin duda. Un docente debe asumir la responsabilidad de apoyar tanto académica como emocionalmente a todo su alumnado, más si presenta dificultades de aprendizaje. Así como debe conocer cuáles son las dificultades de aprendizaje y las medidas educativas que se deben aplicar para garantizar la inclusión de este alumnado.
También será muy beneficioso el refuerzo positivo, las tutorías afectivas individuales, reconocer su esfuerzo, la coordinación con sus familias y, en caso de que acuda a un gabinete externo, coordinarse para intercambiar información y plantear objetivos comunes.
¿Y el de la familia?
El papel de la familia debería ser el de apoyo, motivación y resiliencia; buscar estrategias en equipo, trabajar con paciencia y respeto, sin gritos, reproches ni castigos.
Las familias deben estar informadas de lo que conlleva tener este tipo de dificultades, muchas veces puede parecer que es falta de ganas o de esfuerzo, pero lo que no se ve es la frustración que puede sentir un menor al enfrentarse constantemente a tareas imposibles, a errores y esfuerzos frustrados (resultados no deseados). Los gritos y castigos suelen llevar a mal puerto: a la desmotivación y abandono escolar.





