Las parasomnias son alteraciones del comportamiento y la conducta que se producen durante el sueño y que pueden alterarlo o disminuir su calidad. Aunque son procesos aparentemente benignos, sin repercusiones sobre la salud, en algunos casos pueden dar lugar a repercusiones negativas en la vida diurna, consecuencias negativas en la calidad de vida e importantes alteraciones domésticas y riesgos potenciales para la integridad física del niño o el adulto que las padece.
Son más frecuentes en niños y adolescentes, más en varones, pueden ser recidivantes y en la mayoría de los casos desaparecen tras el desarrollo.
Tipos de parasominas o alteraciones del sueño infantiles
Se clasifican en relación a cuándo aparecen y cuándo se producen, en las diferentes fases del sueño. Así, trastornos del despertar, trastornos de la transición sueño-vigilia, trastornos del sueño REM y otras que no dependen del tipo de sueño en el que aparecen, son los diferentes grupos en los que se incluyen todas las parasomnias.
Los terrores nocturnos, el sonambulismo, la somniloquia, las pesadillas, la parálisis del sueño, el bruxismo y la enuresis, son las más frecuentes y conocidas.
En contra de la creencia general, despertar a un sonámbulo no es peligroso para su salud. Suele permanecer confuso durante unos minutos y, al darse cuenta de su situación, busca de nuevo la cama para continuar el sueño.
1. Terrores Nocturnos
Aparece en la fase lenta del sueño, en el primer tercio de la noche. En el niño (más frecuente entre los 4 y los 10 años) se caracteriza por llanto agudo, persistente, con expresión de miedo, ojos abiertos, taquicardia y taquipnea. La situación no se resuelve hasta que se despierta, cuando reconoce a su madre o a su padre y dónde se encuentra, volviéndose a dormir rápidamente. No se recuerda el episodio a la mañana siguiente.
En el adulto, afortunadamente menos frecuente que en el niño, la situación es más violenta y dramática, con gritos, pánico y, en ocasiones, daño corporal, con amnesia posterior. En el tratamiento, generalmente poco eficaz, se han probado antidepresivos y psicoterapia. Suele ser un trastorno familiar. Su prevalencia es de un 3% en la infancia y menor del 1% en la edad adulta.
2. Sonambulismo
El sonambulismo es la parasomnia más popular y una de las más frecuentes. Se presenta habitualmente en la fase de sueño lento o sueño NREM, desde el comienzo hasta la mitad de la noche. Los niños son los más afectados, entre los 4 y los 12 años de edad, y pueden presentar algún episodio aislado o presentar episodios de forma pertinaz y recidivante. Mejora o desaparece con la edad y, aunque en la infancia-adolescencia los síntomas de sonambulismo tienen una prevalencia de casi el 12 %, en la edad adulta la cifra disminuye hasta el 1 – 6 %.
Consiste en conductas complejas, realizadas durante el sueño, con actividades motoras automáticas sencillas, que semejan a las realizadas en la vigilia. El niño sonámbulo se levanta, anda, se mueve y actúa como si estuviera despierto, pero estando dormido. Se desplaza con los ojos abiertos pero sin ver la realidad y los episodios suelen acabar espontáneamente volviendo al sueño normal y a la cama, con amnesia posterior.
En contra de la creencia general, despertar a un sonámbulo no es peligroso para su salud. Suele permanecer confuso durante unos minutos y, al darse cuenta de su situación, busca de nuevo la cama para continuar el sueño.
- Riesgo para los sonámbulos. Los sonámbulos pueden ser un peligro para sí mismos o para otros, pues con las escaleras, las ventanas, o actividades con elementos peligrosos, pueden lesionarle o provocar accidentes. Si se descubre la presencia de un sonámbulo en la familia, es conveniente protegerle de estos peligros con medidas de protección y, si asistimos a uno de los episodios de sonambulismo, es recomendable acompañarlo, tranquilizarlo y meterlo de nuevo en su cama.
El sonambulismo no tiene tratamiento eficaz. Las medidas preventivas de protección y seguridad en el hogar, evitar los factores ambientales y el uso de medicamentos diacepoxidos y la psicoterapia, han sido los más utilizados.
3. Somniloquia
La somniloquia es hablar en voz alta durante el sueño. Es la parasomnia mas frecuente, sobre todo en los niños, en los que su prevalencia llega al 50%. Disminuye con la edad y en los adultos no llega al 5%.
En los niños la somniloquia suele tener relación con vivencias conscientes vividas durante la vigilia y sus palabras, frases o discurso suelen tener algún sentido. En los adultos esto no suele suceder, las palabras a veces son ininteligibles y su discurso no suele tener sentido. El tratamiento no suele ser necesario pero en algunos casos se beneficia del control de la ansiedad y el estrés.
4. Pesadillas
Es la parasomnia mas frecuente en la fase REM del sueño. Afecta más a los niños menores de 6 años y en los adultos son menos frecuentes, más espaciadas y menos intensas. Su argumento suele repetirse con frecuencia. Se suelen presentar en la segunda mitad o al final de la noche y el paciente se despierta recordando lo soñado y el miedo y estrés padecido.
Suelen ser sueños largos, complejos, elaborados y que provocan intenso miedo y ansiedad, generando el despertar y la dificultad para volver a conciliar el sueño. Pueden estar influidas por enfermedades febriles, comidas copiosas, determinados alimentos o determinados fármacos. Las pesadillas que alteran el descanso nocturno y deterioran la calidad de vida diurna, pueden beneficiarse de tratamiento médico con benzodiacepinas.
5. Bruxismo
Consiste en el desgaste de los dientes producido por el frotamiento (rechinar los dientes) y la contracción de la musculatura mandibular durante el sueño. Aparece en cualquier momento de la noche, es más frecuente en la infancia y afecta alrededor de un 10% de la población en general. El tratamiento es instrumental con la aplicación de una férula en la arcada dentaria superior para evitar el frotamiento, la presión y el desgaste.
6. Parálisis del sueño
Es una parasomnia en la cual el niño no puede moverse ni hablar cuando apenas se queda dormido o al poco de despertar. Esta parasomnia se produce por una desincronización entre el cerebro y el cuerpo del niño, durante la fase REM del sueño. Es poco frecuente y está asociada a veces a la apnea del sueño, a la narcolepsia o al uso de determinados medicamentos.
7. Enuresis nocturna
Es la pérdida de orina durante el sueño. A partir de los 4 años se controla el esfínter vesical durante el sueño. Si esto no se produce, hablamos de enuresis nocturna. Puede tener relación con el tono muscular de las vías urinarias y con el tamaño de la vejiga. Afecta sobre todo a los niños más que a las niñas. Su incidencia es familiar, se presenta en la fase de sueño lento y profundo NREM al comienzo de la noche, debido a la intensidad de este y al aumento del umbral para despertar. El tratamiento se realiza con técnicas conductales, alarmas mecánicas o farmacoterapia.





