Ir al contenido principalIr al pie de página
Es Tendencia

Valeria Aragón, educadora y 'coach': "Todo lo que hago por mi hijo, cuando él lo puede hacer por sí mismo, es como decirle: tú no vales"


La mirada de los padres a sus hijos será esencial en la forma en que estos se instalen en el mundo y vayan creciendo. ¿Cómo acompañarlos sin intervenir innecesariamente? ¿Qué les puede aportar un acercamiento desde otro punto de vista? Un nuevo libro ahonda en estos aspectos.


Valeria Aragón© Clara Lozano
21 de octubre de 2025 - 18:00 CEST

Inmersa en un proceso de cambio personal y profesional, Valeria Aragón, coach especializada en inteligencia emocional, creatividad y educación, creó hace 15 años una extraescolar a la que llamó 'Pequeños pensadores'. Su éxito a lo largo de todos este tiempo, con niños que repetían un año tras otro, le llevó a plantearse la creación de su 'Método 7 colores', donde aborda las siete áreas clave para el desarrollo integral de niños y adolescentes. 

Todo ello lo plasma en su libro Educar rompiendo el molde (Ed. Plataforma), con el que aporta recursos y herramientas para padres y educadores. Hemos charlado con ella.

Cuando vayas a tratar a tu hijo en una situación de tensión cotidiana, piensa si esa forma en la que le vas a decir las cosas, se la dirías a un adulto

Valeria Aragón

¿Cómo puede aplicar la familia en su día a día el 'Método 7 colores'?

La forma más básica y de entrada es el libro, porque te permite empezar a entrenar la mirada. A veces no nos damos cuenta de que, como adultos, hemos dejado de reconocer las características intrínsecas de un niño. ¿Cómo hago para ver al niño y cómo hago para que el niño me vea, para conectar con él? Que me vea no como un policía con normas, sino como un aliado en esto de aprender a vivir. Los primeros capítulos del libro tienen mucho que ver con poder empezar a entrenar esa forma de mirar, por ejemplo, una mala conducta.

Pensemos que una familia ve que su hijo se pone agresivo cuando le quitan la consola o el móvil. Cómo se acompaña ese proceso manteniendo límites y cuidando de la conexión y de la relación es algo básico. Pero, además, ese punto, ese momento de corregir una conducta, se puede convertir también en una palanca para desarrollar el potencial de ese niño. Podríamos activar aspectos como, en el área de bienestar del método, una serie de preguntas que le llevarían al niño a notar en su cuerpo el efecto que tiene justo cuando dejas la pantalla: cómo el mundo te parece más lento, cómo de golpe todo te parece más aburrido, cómo tienes cierto grado de mal carácter o distancia con aquella persona que te pone el límite...

Libro Educar rompiendo el molde© Ed. Plataforma

 ¿De qué forma ayuda a afrontar las conductas del día a día de otro modo?

Todas esas conductas que son cotidianas, muchas veces las arreglamos en plan 'ordeno y mando', bronca, repetición y acaba habiendo una especie de distancia relacional. 

Las familias necesitan, no solo a nivel de cambio de conducta, sino también a nivel de comunicación afectiva, saber cómo mantener la conexión a la vez que mantengo el límite, pero sobre todo cómo le ayudo a él a pensar, a ver, a descubrir las implicaciones de eso sin el sermón, sin decirle lo que tiene que pensar. ¿Qué preguntas le puedo hacer para que lleve la atención a aquellos aspectos donde va a encontrar recursos para manejarse? Así las decisiones van a ser por su voluntad. Entonces, intentemos rebajar el número de veces que arreglamos las cosas así, desde el miedo, desde la bronca, y empecemos a educar de una manera que permita aflorar todo el potencial del niño.

Y para eso necesitas que tu comunicación sea desde un apego seguro y tener la capacidad de hacer preguntas o tener herramientas para que ellos encuentren sus propios recursos. 

Adolescente abrazada a su madre© Adobe Stock

El método recorre 7 aspectos: identidad, inteligencia emocional, creatividad, talento, acción y objetivos, bienestar, y propósito y sentido. ¿Hay alguno más importante que otro?

Puedes empezar por cualquier capítulo del método, aunque siempre recomendaré que los dos primeros se lean porque tienen una base que es muy importante. Pero si ves que tu hijo tiene la etiqueta de despistado, ¿cómo lo ayudo a quitarse esa etiqueta para que explore nuevos recursos? Voy al capítulo de identidad. 

Veo que mi hijo está sintiéndose rechazado en el colegio porque los amiguitos no juegan a lo que él propone y tiene mucha rabia y mucha frustración. ¿Cómo le ayudo a regular en el cuerpo esas emociones? Área de identidad.

¿Cómo le ayudo a cuestionarse qué es la amistad en términos de valores y qué tipo de amigo quiero ser o qué tipo de amigo quiero elegir en mi vida? Eso sería en el área de propósito y sentido. El método está articulado como una guía práctica para el desafío que tengo en casa, con herramientas e instrumentos planteados para papás, mamás y maestros que no tengan un conocimiento previo. 

Madre acompañando a su hijo contento en el primer día de colegio
© Adobe Stock

Y todo ello, como se repite en el libro, desde el acompañamiento, no desde la intervención...

A veces los adultos, por una cuestión de tiempo actuamos así, no es que queramos anular al niño. Hay una falta de conciencia sobre que todo lo que yo hago por él y que él pueda hacer por sí mismo, es como decirle 'tú no vales', y necesitamos que puedan explorar sus recursos y equivocarse con seguridad en nuestra presencia. Y, por otra parte, porque vamos con el tiempo muy apretado. A lo mejor el método me requiere de una conversación que me va a llevar 15 minutos y hacerlo yo o decírselo directamente me lleva dos.

Está esa tensión constante entre el día a día y cómo cultivo las bases de una persona, un ser humano adulto, con criterio, con habilidades y con herramientas. Porque si yo lo hago, no lo hace él. Si yo no dejo ese espacio para que se equivoque en un entorno seguro y que podamos ver cómo se hace distinto, no activa esos recursos.

Es como aprender a lidiar con esa tensión inherente a la vida entre lo inmediato y lo que es sembrar para el futuro. Yo si quiero que mi hijo mañana sea responsable, estar recordándole las cosas todos los días a golpe de bronca no cultiva responsabilidad, cultiva obediencia, que es distinto.

Padres piden cita online para sacar el DNI a su hija© Getty Images

Es como si a los padres nos costara dejar que los niños tengan sus propios tiempos...

La infancia es una etapa perfecta per se. Es decir, no tiene que ir más rápido, ni tiene que saber regularse solo emocionalmente, ni tiene que tener claridad sobre los riesgos y los peligros con la perspectiva de un adulto. Somos el mamífero que más tarda en madurar por algo: por el potencial enorme que tenemos.

Si quemo etapas, si lo acelero, si quiero hacerte mayor antes de tiempo, si quemo todo ese proceso de individuación que se gesta a fuego lento, se pierde mucho del potencial. Afortunadamente, tenemos un cerebro neuroplástico que puedes recuperar todo eso en la vida adulta, pero ¿qué necesidad si podemos contribuir desde pequeños? 

Padre e hijo juegan juntos© Getty Images/Westend61

En tu libro se subraya que esa forma de educar no solo transforma la vida de los hijos, sino también la de los propios padres 

Absolutamente. De hecho ha habido un montón de gente que cuando venían a las formaciones antes del libro decían: 'yo creía que venía a por herramientas para mi hijo y me estoy llevando herramientas para mí'. Y pasa igual con las personas que no tienen hijos, porque hablamos de un método que buscar el desarrollo del potencial.

Que yo te esté dando puntos de referencia del cerebro del niño es estupendo, pero desarrollar el potencial en identidad, talento, creatividad, bienestar, propósito y sentido, inteligencia emocional... la esencia es común a un ser humano de 50 y a uno de 5. Lo que pasa es que yo te voy a dar puntos de referencia de lo que le puedes pedir al de 5 y no tiene sentido que te plantees con el de 50, porque el de 5 por ejemplo necesita que le regulen las emociones desde fuera, lo que sería la heterorregulación.

Estamos hablando de un método basado en la psicología humanista y, por tanto, recoge la totalidad del ser humano, solo que en este caso con puntos de referencia específicos para la infancia y la adolescencia. Pero es inevitable que cuando lo lees como madre te toque y veas tu propia infancia a través de las líneas, porque inevitablemente el estilo de apego con el que te educaron te lo llevas a la educación que vas a tener con tus hijos y o lo haces consciente o repites.

Y puedes repetir igual o puedes repetir por oposición, porque hay gente que dice, 'como fueron súper duros conmigo, ahora yo no voy a ser así' y se convierten en excesivamente permisivos o laxos y viceversa. Algunos como un satélite giran en el sentido de la obediencia y otros giran en el sentido de la rebeldía, pero siguen girando en torno a lo mismo, no se han terminado de individualizar en el sentido de 'yo elijo profundamente y en serenidad el estilo de crianza que quiero', siendo consciente de lo que se me activa en mí desde mi infancia, de mis memorias y viendo en mis hijos que a veces me reflejo y se refleja mi pareja. Y ser consciente de eso es todo un proceso de crecimiento personal también para los papás.

Niño feliz con su madre© Getty Images

Además, recalcas en el libro que no se trata de hacer padres ideales sino de contribuir a una nueva forma de relación, de estar en el mundo con tu hijo

Debemos aceptar desde ya que nuestros hijos van a vivir traumas por nosotros, es decir, nuestra propia forma de criar hoy ya está generando en nuestros hijos, sí o sí, inevitablemente, aspectos en ellos que algún día tendrán que elaborar o superar y no pasa nada. 

Yo ya sé que mis dos hijos tienen heridas emocionales causadas por interactuaciones conmigo y lo acepto. Además, el cerebro humano está preparado para la reparación. El problema en los golpes de las heridas emocionales no es que eso pase, es que después lo invisibilices. Si tú ves a tu hijo tocado por algo que hiciste, en vez de invisibilizarlo, lo que debes hacer es validar emocionalmente ese sentir, acoger su percepción y luego ir reencuadrando, porque a veces estaba distorsionado, no fue así.

No significa que nuestra forma de estar en contacto con ellos per se les dañe, es como ellos interpretan esa experiencia lo que hace la herida, no es lo que yo hago, es lo que ellos interpretan de ese intercambio. Entonces si pasa, porque puede pasar que un día, de la forma más inesperada posible, haces un comentario que no espera o tienes una reacción, o pasas una mala etapa, estás con una depresión o con un cuadro ansioso, y tu hijo verbaliza algo, tú reparas, reparas y reparas y reparas y en ese reparar abres la puerta a la liberación de ese dolor y esa persona genera un vínculo más fuerte y hay un aprendizaje y crece con ese aprendizaje y eso es muy bueno.

Aceptemos el punto de partida de que el mero hecho de nacer y tener un padre y una madre ya implica que en el vínculo diario, en la relación diaria, unos y otros se sientan dañados, pero la cuestión es, ¿estamos dispuestos para seguir viéndonos incluso cuando hay dolor y repararnos? Eso es lo que propone el libro. Podemos repararnos e ir superándolo como familia. Eso genera unos vínculos mucho más profundos y muy saludables porque al final la relación que tienes con tus padres y con tus hermanos es la base de las relaciones que vas a tener el resto de tu vida, con amigos, parejas, con todo. Si tú desde la matriz, desde casa, asumes que tus actos y tus palabras pueden afectar de forma no prevista al otro, que el otro se puede sentir dolido y que tu único desafío ahí es ver y validar y reparar hasta donde esté en tu mano, la crianza se vive de otra manera.

Madre abraza a su hija© Getty Images

¿Qué consejo esencial nos puede ayudar en el día a día con la crianza de los hijos?

Cuando vayas a tratar a tu hijo en una situación de tensión cotidiana, piensa si esa forma en la que le vas a decir las cosas, se la dirías a un adulto. ¿Se lo dirías igual a tu marido o a tu compañero de trabajo o a un amigo? Nos permitimos licencias con los niños. Un ejemplo es que un niño se cae y le dicen 'venga, que no ha pasado nada'. Y si se cae un adulto, le dices '¿estás bien?'.

Pero a veces, empezar por algo tan sencillo como decir, 'esto que voy a soltar por mi boca, ¿se lo diría igual a mi marido, a un amigo, a un vecino?'. Y si la respuesta es no, repiensa lo que vas a decir. Porque a veces empezar por la comunicación es lo que más impacto tiene.

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.