Los problemas de salud mental en la infancia y en la adolescencia son una realidad cada vez más patente en la sociedad y de la que llevan advirtiendo desde hace ya unos años pediatras, psicólogos y psiquiatras. ¿Cuáles son esos problemas y a qué edad empiezan a manifestarlos los niños? Y, quizás, la pregunta más importante sea a qué puede deberse este incremento, puesto que averiguar las causas o los factores puede ayudar a prevenir los problemas de salud mental en menores.
Se lo hemos preguntado a la Dra. Paula Armero, pediatra y coordinadora del Comité de Salud Mental de la AEP (Asociación Española de Pediatría), con quien hemos hablado tras la presentación del manifiesto Creciendo sanos, junto al pediatra, que la AEP ha presentado para combatir las amenazas para la salud de la infancia y la adolescencia en el siglo XXI.
¿Cuáles son los problemas de salud mental más habituales en los niños y los adolescentes?
Respecto a la patología clásica de salud mental, cada vez vemos más síntomas ansiosos de preocupación, depresivos, mucho incremento en los trastornos de la conducta alimentaria, mucho incremento en el uso inadecuado y de adicción en el uso de pantallas y, por desgracia, también hemos visto un aumento de la conducta suicida: los intentos autolíticos, además de la ideación suicida en menores.
En los últimos años, se ha registrado un incremento enorme de trastornos de salud mental en menores; ¿a qué se debe ese incremento?
La pregunta de a qué puede deberse es un poco compleja porque no hay un solo factor. Sabemos que han cambiado mucho los estilos de vida, sabemos que el contacto con las pantallas, con la tecnología, ha complicado mucho el bienestar de los menores. También hay que tener en cuenta que muchos menores están más solos que antes, menos acompañados, se comunican menos con sus familiares... entonces, cuando hay un problema, tardamos mucho más en llegar.
Hemos visto un aumento de la conducta suicida en menores
En cuanto a los datos, en pandemia, en el 2022, la primera causa de muerte no accidental fue el suicidio. Es verdad que luego, por suerte, ese dato disminuyó, pero los intentos siguen siendo muy prevalentes y sabemos que en torno al 70% de los problemas que vemos en salud mental en la edad adulta se ha originado en la infancia.
¿A qué edades os empezáis a encontrar los primeros problemas de salud mental?
La verdad es que, por desgracia, cada vez más pronto. Hablar de salud mental es un espectro muy amplio, por lo que depende de a qué llamemos problema de salud mental. Si os referís, sobre todo, a síntomas ansiosos, antes lo veíamos en torno a los 15 y 16 años y ahora los vemos en torno a 11, 12 años.
Síntomas que tardamos en asociarlos a salud mental, por ejemplo, cefaleas, mareos, dolores abdominales -que es lo que tradicionalmente se ha llamado somatizaciones- lo vemos ya en niños pequeños. O incluso trastornos en el sueño. Porque cuando los menores sufren, no siempre se traduce en lo habitual de decir que “estoy triste” o “estoy preocupado”, sino que muchas veces es el cuerpo el que está transmitiendo ese dolor que ellos tienen.
Cada vez más expertos en salud mental advierten de los riesgos de la tecnología; ¿es un factor determinante en los problemas que puedan tener los menores al respecto?
Hay muchos factores. Obviamente, no es, en sí la tecnología; el problema es qué hay detrás de esa tecnología. O sea, una cosa muy importante que nosotros queremos transmitir a las familias es que todo está diseñado para que se cree una adicción en el menor: el scroll infinito, el que tú le des a un like y todos los siguientes videos que te aparezcan te van a gustar porque el algoritmo te los pone... El problema es que eso genera adicción.
Luego hay contenidos violentos, pornográficos, que obviamente dañan a los menores y, además, integran una forma de vivir la sexualidad o de vivir la vida que no es adecuada.
La tecnología en sí no es el problema más allá de la adicción, el problema es que los contenidos que les llegan les hacen sufrir; tienen una imagen y una percepción de que nunca llegan, que la autoestima es muy baja. Entonces sí, claro, algo muy importante que ahora tenemos que prevenir es lo que les llega a través de la tecnología, pero también tenemos acoso escolar, ciberacoso -que, como sabéis, también es con las tecnologías- y hay otros factores, como separaciones muy conflictivas de los padres que también perjudican a la salud mental.
¿Tiene también que ver la manera en la que criamos hoy en día, con tanta dificultad para conciliar y para pasar tiempo con los hijos?
Sí, es importante. A veces, a parte de los horarios, es sobre todo decirles que confiamos en ellos y que todo lo que a ellos les pase nos preocupa, que quizá no tenemos tanto tiempo como antes, pero el tiempo que tengamos, ellos sepan que lo dedicamos exclusivamente a ellos, que es una prioridad su bienestar, por encima incluso de nuestros trabajos.
En torno al 70% de los problemas que vemos en salud mental en la edad adulta se ha originado en la infancia
Cuando el clima es de confianza y de amor, de seguridad y de límites -esto también es importante decirlo-, el menor, aunque tenga un problema, va a acudir a los padres y a las madres a contárselo. Así evitamos que, si hay algún indicio, alguna preocupación, pueda llegar a ser un problema de salud mental.
¿Cómo darnos cuenta de que nuestro hijo tiene un problema de salud mental?
Con cambios. Esta es una pregunta también compleja de responder, pero ver si hay cambios en cosas básicas: cuando los menores no están durmiendo bien, les notamos más cansados, actividades que antes les gustaban hacer ya no les apetece, el ánimo lo tienen bajo, prefieren estar solos y aislados… y vemos que su comportamiento es diferente, nos da pistas de que algo puede estar ocurriendo en la vida de ese menor.
¿Se puede evitar que los hijos acaben desarrollando un problema de salud mental?
El cien por cien de las cosas no las podemos evitar porque, si por desgracia ha sufrido acoso o ha tenido otro tipo de violencia, eso a veces los padres no podemos evitarlo. Pero hay otras cosas que sí. Por ejemplo, si nosotros procuramos que tengan estilos de vida saludable, les restringimos dónde pueden entrar en las redes sociales y el uso de pantallas, vamos a quitar bastante de la problemática que vemos ahora y, si luego nos comportamos como un ejemplo a seguir, a ellos también les va a servir para que su vida sea, entrecomillas, lo más feliz posible.
¿Cuándo consultar con el pediatra o con el psicólogo infantil?
Con el pediatra siempre. Yo quiero recalcar mucho que los pediatras estamos para todo esto, porque hay veces que no es necesario una derivación a Psicología; derivamos cuando hay psicopatología, que es diferente a que haya un problema de salud mental. Por ejemplo, con las separaciones, a veces nos piden ver un psicólogo, pero las separaciones son un duelo de esa idealización de familia de que vamos a estar siempre juntos, y los menores sufren y van a hacer su duelo y, dependiendo de cómo los padres lo lleven, van a estar mejor, pero no siempre se necesita ir al psicólogo. Obviamente, si ya vemos otros síntomas preocupantes, les derivaremos.
Si hay conflictos a nivel de las relaciones con iguales, acudir al pediatra. Si sabemos que hay un problema con adicciones, tanto por al vapeo, como al alcohol, como a las redes sociales y demás, acudir al pediatra. Y luego ahí veremos si se necesita otro especialista más o no, pero siempre al pediatra.
Que le derivemos al psicólogo no significa que no tenga que seguir en seguimiento por el pediatra, que eso es algo que yo quiero que se haga mucho hincapié: seguirán con el pediatra y, a lo mejor, dejarán de ir al psicólogo o le verán dos veces, pero el pediatra siempre tiene que estar.