Francisco Castaño es docente en Secundaria, conferenciante y asesor de familias, especializado en educación, conducta y orientación en casos de adicción. Acaba de publicar el libro Educar con disciplina positiva (Ed. Plataforma), donde reflexiona sobre cómo en los últimos años priorizar la felicidad de los hijos ha llevado a una laxitud en los límites, que no les conviene. A través de situaciones cotidianas, en su obra reúne todos los recursos para familias que necesitan ayuda para educar a los hijos desde el cariño, a base de límites que enseñan y, a la vez, les protegen. Hemos charlado con él.
Los hijos no quieren padres o madres perfectos, quieren padres o madres presentes y coherentes
¿Cuáles son las causas de la crisis de autoridad que viven padres y docentes actualmente?
La principal causa es la permisividad y la falta de límites. En muchos casos no porque no se pongan, sino porque no se hacen cumplir de la forma adecuada o bien simplemente porque no se consigue hacerlos cumplir. Quizá no todos, pero al final los niños van buscando por dónde consiguen salirse con la suya y aunque sea en cosas que los padres no le dan importancia, ellos ven que lo consiguen. También está el tema de la felicidad, se prioriza que los hijos estén felices y para evitar que se enfaden o que se pongan tristes, a veces las madres y padres son los que levantan ese límite.
¿De qué manera educar con firmeza, pero sin caer en el autoritarismo?
Simplemente mantenerse en los límites que se fijan. Cuando unos padres ponen un límite o una norma a un hijo o hija, es porque consideran que es lo mejor para él. Por ejemplo la hora de acostarse, que se coman la verdura, el tiempo de televisión o la ducha. Que cumplan con esto no es ser autoritario, pero sí que nos hemos de mantener firmes para que cumplan con esas cosas. No se ponen porque lo digo yo, simplemente se les dan las razones del límite y se aplica.
En el libro comenta que nos solemos fijar más en lo que hacen mal los hijos en lugar de en lo que hacen bien. ¿Aspiramos a hijos perfectos porque en el fondo ansiamos una paternidad perfecta?
Es algo que nos sale. Cuando están haciendo las cosas bien, como es lo que toca, no se le da demasiada importancia. Pero en cuanto hacen algo que no toca, en seguida se les va a corregir. Y esto se ha de hacer, pero se le ha de dar más importancia a lo que hacen bien valorándolo, esto les ayuda que intenten hacer siempre las cosas bien. Y si es cierto que se aspira a tener hijos, sino perfectos, ideales y se quiere ser el mejor padre posible. Pero los hijos no quieren padres o madres perfectos, quieren padres o madres presentes y coherentes.
¿Cuál es el papel que hace la queja en la regulación emocional de niños y adolescentes y cómo deben responder los padres ante ella?
Los estudios científicos, incluyendo investigaciones de la Universidad de Stanford, demuestran que la queja constante, tanto propia como ajena, es perjudicial para la salud mental y el cerebro. La exposición a la negatividad durante más de 30 minutos diarios puede dañar las neuronas del hipocampo, la zona del cerebro implicada en la memoria. También se ha demostrado que hay una interacción entre el hipocampo y la corteza prefrontal a la hora de resolver problemas. Por lo que estar en contacto con la queja genera patrones neuronales negativos, aumenta el estrés por la liberación de cortisol, y predispone a la ansiedad, la depresión y el pesimismo.
Los padres lo primero que han de hacer es intentar no quejarse delante de los hijos, y no solo por cuestiones relacionadas con ellos, sino en general. En el caso de que los hijos sean los que se quejen, con calma, explicarles que en vez de quejarse busquen una solución a lo que les está ocurriendo. Si se hace siempre, al final en vez de quejarse comienzan a buscar soluciones a lo que les ocurre.
Apunta que la resiliencia en una gran aliada en la estabilidad mental del menor, ¿cómo fomentarla desde casa?
Para fomentar la resiliencia en casa, es simplemente no evitarle o solucionarle al hijo los problemas que le surgen y que en función de la edad se pueden solventar ellos. Dejarles que se equivoquen y que busquen soluciones. No evitarles las emociones de defensa como la tristeza o el enfado. Esto les hará que aprendan a gestionar su estado emocional y a buscar soluciones en vez de venirse abajo emocionalmente.
De entre los 10 factores de riesgo que cita que pueden provocar problemas de salud mental, ¿cuáles son los más importantes?
No sabría por cuales decantarme, ya que en cada situación, con cada hija o hijo, con la personalidad de los progenitores, se puede usar unos u otros. Por ejemplo, hay familias que no supervisan lo suficiente a los hijos y no les fijan límites y en otros casos hay pautas de disciplina muy severas. Los dos son importantes, pero en una familia se puede dar uno y en otra otro diferente.
"No seas su compañero, colega ni censor. Confía en ti como madre, como padre", concluye su libro. ¿Cómo recuperar esa confianza cuando se ha perdido porque las estrategias educativas parecen fallar siempre?
Buscando ayuda. En mi consulta con familias suelo hacer una pregunta a los padres en la primera visita. '¿Qué queréis de mí?' y recuerdo una respuesta de una mamá que me dijo: "Yo lo que quiero es disfrutar de mis hijos, que son hijos queridos y estoy todo el día con conflictos o enfadada". Si ves que algo falla y lo que haces no funciona, has de hacerlo de otro modo. O sea, en ese caso, cuando ves que todo falla, busca ayuda. El tener otra visión y las herramientas adecuadas es lo que hace volver a tener un buen ambiente en casa. Y lo digo bajo la experiencia de haber ayudado a muchas familias en mi consulta.