Las amígdalas palatinas son estructuras ganglionares de tejido linfático que se encuentran situadas a ambos lados de la entrada del aparato respiratorio y que tienen como función principal la defensa ante las infecciones. Por su situación, a la entrada de la faringe y su actividad, las amígdalas codifican todos los microorganismos que entran en contacto con las mucosas respiratorias, ya sean virus o bacterias y, cuando estos son patógenos, se produce la infección, manifestándose en la mucosa que las recubre en forma de vesículas cuando son virus, o en forma de pus cuando son bacterias.
A lo largo de la infancia, las amígdalas intervienen de forma eficaz en la formación de defensas y anticuerpos presentes en la sangre, aumentando el nivel de inmunidad que el organismo va adquiriendo para vencer a las infecciones. Esta importante función es la que hace que las amígdalas se inflamen y aumenten de tamaño durante los primeros años.
Cuando se produce infección aguda en la garganta: faringo-amigdalitis
Las infecciones agudas localizadas en la garganta pueden afectar a la faringe, a las amígdalas o a ambas a la vez. Pueden estar producidas por virus o por bacterias. Es una patología mucho más frecuente en niños que en adultos y, cuando se produce de forma repetida, puede dar lugar en los niños a hipertrofia amigdalar y a una amigdalitis crónica hipertrófica.
Las amígdalas intervienen de forma eficaz en la formación de defensas y anticuerpos presentes en la sangre. Esta importante función es la que hace que las amígdalas se inflamen y aumenten de tamaño durante los primeros años.
¿A qué se deben estas infecciones agudas?
Las infecciones de niños menores de dos años suelen ser de origen viral y comprenden rinovirus, coronavirus, adenovirus, enterovirus, citomegalovirus, virus herpes o virus de Epstein Barr. Entre los niños mayores, de tres a cinco años, las causas más frecuentes están producidas por infecciones bacterianas. El Estreptococo beta hemolítico del grupo A y los Mycoplasmas son los causantes de la mayoría de las infecciones
Estos son los síntomas más comunes de la amigdalitis
Cuando se produce una infección aguda, ya sea por virus o por bacterias, se manifiesta una inflamación de las amígdalas con eritema, exudado, petequias y aumento de su tamaño. Este cuadro se acompaña de dolor faríngeo, dificultad para tragar, voz gangosa y ronquido durante el sueño. La afectación del estado general, la fiebre elevada, el dolor de cabeza, el rechazo del alimento y el aumento del tamaño de los ganglios linfáticos del cuello están siempre presentes.
Si la infección progresa, aparecerán en la mucosa vesículas, úlceras o petequias en las infecciones virales, y exudado y pus en las infecciones bacterianas.
¿Cómo diferenciar la amigdalitis de otras enfermedades?
El diagnóstico de la faringomigdalitis aguda lo realiza el pediatra a través de la exploración física tras visualización. También puede realizarlo mediante cultivo de las secreciones faríngeas y con la ayuda de los kits de detección inmediata de antígenos.
El diagnóstico etiológico de la farigoamigdalitis es muy importante para poder identificar la presencia del Estreptococo Beta Hemolitico del grupo A, para prevenir las graves secuelas postestreptococicas a que da lugar su infección, tales como la glomerulonefritis renal o la fiebre reumática, ambas graves enfermedades autoinmunes que pueden aparecer y manifestarse tras la infección estreptocócica.
¿Cómo se cura la amigdalitis?
Cuando la infección es de origen vírico, el tratamiento ha de ser sintomático y de soporte. Antitérmicos, antiinflamatorios, abundantes líquidos y gargarismos faríngeos. Cuando la infección es bacteriana, el tratamiento se basa en la terapia con antibióticos, apoyada su elección en los resultados estadísticos o, mejor, en base a un antibiograma realizado a través de los resultados bacteriológicos de las secreciones faringo-amigdalares.
La penicilina es el antibiótico de elección en la mayoría de los casos. La claritromicina también es útil y muy eficaz. La administración de amoxicilina con ácido clavulánico suele ser frecuentemente utilizada para erradicar el estreptococo. La duración del tratamiento por vía oral de estos antibióticos debe durar al menos diez días.