Si hay un anglicismo que monopoliza la conversación cuando hablamos de pies o calzado infantil es barefoot, "descalzo" en inglés. Pero no es una tendencia más de la que nos vayamos a olvidar en unos meses. "Es para los pies lo que la alimentación saludable al cuerpo. Promueve una pisada más natural, mejora la postura, fortalece el cuerpo desde la base (los pies) y estimula el sistema nervioso", reivindica Neus Moya, la podóloga pediátrica más conocida en redes, sobre una tendencia "con base científica y fundamentos sólidos en salud y desarrollo motor". También le gusta advertir que un niño que da sus primeros pasos no debería llevar calzado: "Sus pies están en pleno desarrollo tanto a nivel estructural como neurológico".
Caminar descalzo en esta etapa no solo es natural, sino también "fundamental para un adecuado desarrollo motor". Y es que, según explica, la planta del pie está densamente poblada de terminaciones nerviosas que actúan como receptores sensoriales. "Al caminar descalzo, el niño recibe una gran variedad de estímulos táctiles provenientes del contacto directo con diferentes superficies (suelo duro, alfombra, césped, etc.) que enriquecen el sistema nervioso, permitiendo el trabajo del equilibrio y la propiocepción".
Cuanto más estímulo sensorial reciba la planta del pie, mejor será su desarrollo
A la pregunta de hasta cuándo se debe alargar el barefoot, la podóloga responde, no sin ironía: "¿Hasta cuándo se aconseja llevar una alimentación saludable?". Mientras el entorno sea seguro, se recomienda andar descalzos a cualquier edad (o con calzado que imite esta pisada). "No es algo que se abandona cuando crecemos; puede acompañarnos toda la vida. Mejora la postura y la conexión corporal".
La mejor elección
Olvidadas las carreras en la playa, toca volver al "cole" y escoger calzado. ¿Lo principal? Que sea respetuoso con el pie. Para la experta, hay cuatro claves fundamentales: que tenga una puntera ancha para permitir que los dedos se abran y se muevan con libertad, una suela fina y flexible que deje al pie sentir el suelo, que no tenga desnivel entre el talón y la puntera (sin "drop"), y que sea ligero, sin refuerzos rígidos que limiten el movimiento natural. "En resumidas cuentas, un buen calzado no corrige al pie: lo acompaña".
Cuatro consejos de experta, por Neus Moya (podóloga infantil)
- Mejor prevenir... "Después del baño o la ducha, es importante secar bien los pies, especialmente entre los dedos, para evitar la humedad constante, que puede favorecer la aparición de hongos. En lugares húmedos y compartidos, como piscinas o vestuarios, se recomienda usar chanclas para evitar el contagio de estos y de verrugas plantares".
- Cortar las uñas: "El corte de las uñas ha de realizarse en línea recta y sin apurar demasiado. Tampoco hay que redondear los bordes, para evitar que se claven en la piel, provocando lo que se conoce como “uña encarnada”. Mejor hacerlo con frecuencia y sin dejarlas demasiado cortas", asegura la especialista.
- Desde la planta: "Una recomendación importante es el estímulo plantar diario. Andar descalzos sobre distintas superficies (arena, césped, alfombras de textura, piedras suaves...) estimula el desarrollo del pie, activa la musculatura y mejora el equilibrio. Cuanto más estímulo sensorial reciba la planta del pie, mejor será su desarrollo".
- Calzado de otros: "Hay familias que heredan calzado no por comodidad, sino por necesidad, así que no se trata de decir un “no” absoluto. Hay tres cosas a tener en cuenta: el estado general del zapato tiene que ser bueno, cambiar la plantilla por una nueva es una forma sencilla de darle una segunda oportunidad y la suela no debería estar inclinada o gastada de un lado".
Vuelta al cole... ¡de estreno!
¿Pie cavo o pie plano?
"Son variedades morfológicas. Lo que la tendencia actual propone es dejar de patologizarlas cuando no causan dolor o limitaciones funcionales. No todos los pies cavos o planos son un problema: los hay fuertes, ágiles y perfectamente funcionales. Un ejemplo claro es Usain Bolt, que tiene pies planos y fue el hombre más rápido del mundo. Lo importante no es solo la forma del pie, sino cómo se mueve y cómo funciona", asegura Moya.
Modelo ejemplar
- Primeros años: La elección de un calzado que resulte respetuoso con los pies varía según la edad, según la podóloga y experta en calzado infantil. ¿Su consejo para un shopping acertado? "Hasta los 3 o 4 años, la suela debe ser muy fina, de unos 3 milímetros, para favorecer al máximo la estimulación sensorial y el desarrollo neuromotor".
- Desde los 3-4: A partir de esta edad, el calzado puede ganar algo de grosor –hasta 8 mm, según la experta– sin que se pierda flexibilidad ni sensibilidad. "Además, el sistema de ajuste (velcro, elásticos, cordones...) debe adaptarse a la edad del niño, para que pueda ponérselo y quitárselo solo, favoreciendo su autonomía", precisa.