Si hay un pilar básico en la adolescencia, ese es el de las amistades. Y no es capricho: son clave en el proceso en el que los adolescentes comienzan a definir su propia identidad y a ‘ensayar’ para la vida adulta más allá del contexto familiar. Por ello, sentir que forman parte de un grupo, “les da seguridad emocional y sentido de valor personal”, como señala José Luis Morales Tuñón, Doctor en Psicología, psicólogo clínico, psicoterapeuta familiar y miembro de la Federación Española de Asociaciones de Terapia Familiar. Y eso va de la mano con la autoestima. Por el contrario, la falta de amistades o sentir que no forman parte de ningún grupo puede hacer que se desmoronen cimientos del bienestar y el desarrollo emocional.
¿Por qué es tan importante el sentimiento de pertenencia al grupo en la adolescencia?
La adolescencia es una etapa de cambios a todos los niveles, físicos, psicológicos y sociales. El/la adolescente inicia una etapa “centrífuga” que le permitirá ampliar su mundo interpersonal, salir de la seguridad que le brinda la familia para prepararse de forma progresiva hacia la vida adulta y pertenencia a un grupo social. Formar parte de un grupo aporta un marco de referencia, modelos de conducta y valores con los cuales compararse e identificarse, sin la presión o juicio de los adultos.
Los adolescentes están construyendo su identidad. La crisis de identidad de la adolescencia ofrece la oportunidad de construirse como una persona única y diferente, pero conlleva múltiples inseguridades. Necesita separarse y diferenciarse emocionalmente de su familia, pero este proceso no puede hacerlo solo. Requiere de la aceptación de los otros, de sus iguales, para construir una imagen de sí mismo válida y de competencia.
¿Qué papel ejercen las amistades en el bienestar emocional del adolescente?
Las amistades juegan un papel fundamental en el bienestar emocional del adolescente. Los adolescentes tienen una fuerte necesidad de ser aceptados y valorados por sus iguales. Ser parte de un grupo les da seguridad emocional y sentido de valor personal que fomenta la autoestima. Al contrario, sentirse excluido puede llevar a sentimientos de rechazo, soledad o baja autoestima.
Durante la adolescencia, los jóvenes comienzan a definir quiénes son fuera del contexto familiar. Las amistades ofrecen un espacio seguro para explorar valores, gustos e intereses. Ayudan a formar una autoimagen más sólida y positiva.
La crisis de identidad de la adolescencia ofrece la oportunidad de construirse como una persona única y diferente, pero conlleva múltiples inseguridades
Los amigos suelen ser la primera fuente de apoyo fuera de la familia. Aportan conexión, comprensión y empatía frente a emociones intensas o nuevas, así como consuelo en momentos de estrés, ansiedad o tristeza. Suplen parcialmente la contención emocional que, en el mejor de los casos, les proporcionaba la familia.
Interaccionar con iguales ayuda en la regulación emocional, dado que facilita el poder expresar emociones y ansiedades, que muchas veces no son permitidas en el entorno familiar, de manera saludable. Así mismo, es el campo idóneo de entrenamiento en habilidades sociales, como la resolución de conflictos, tolerar la frustración y empatizar con los otros.
Los vínculos interpersonales con sus iguales sirven como factor protector frente a influencias negativas del entorno y se asocian con menores tasas de depresión, ansiedad y conductas de riesgo.
¿De qué manera influyen las amistades en el desarrollo de la personalidad en una etapa tan vulnerable como la de la adolescencia?
El desarrollo de la personalidad se inicia desde que nacemos. Puede estar orientado en parte por la genética, pero son principalmente las vivencias relacionales y circunstancias del entorno las que definirán hacia una personalidad u otra. Es bien conocida la importancia de los estilos de apego desde la primera infancia en el desarrollo de la personalidad adulta. Unos vínculos seguros serán la base para fomentar una personalidad sana y una adecuada salud mental a lo largo de la vida.
Las amistades en la adolescencia actúan como un espejo y una guía. Modelan sus decisiones, roles, valores y modos de interactuar con el mundo. Un entorno social sano puede ser un factor protector clave, mientras que uno tóxico puede representar un riesgo para el desarrollo personal.
Las amistades ofrecen modelos de comportamiento y valores que los adolescentes pueden adoptar, cuestionar o rechazar. Brindan un espacio para ensayar roles sociales y recibir retroalimentación. Ayudan a definir preferencias, intereses y creencias personales.
En su lado más positivo, las amistades fomentan la comunicación sincera, la lealtad, la espontaneidad, la búsqueda de límites, el respeto, el compartir experiencias vitales y la autenticidad que fortalecen el carácter y la personalidad. Herramientas importantes para poder desenvolverse en un mundo social y relacional en la vida adulta.
Es una etapa especialmente delicada en cuando a búsqueda de la propia identidad; ¿afectan las amistades en esa búsqueda, en lo que el adolescente pueda llegar a creer sobre sí mismo?
Durante la adolescencia, los jóvenes exploran quiénes son, qué piensan y en qué creen. Las amistades influyen de forma significativa en lo que un adolescente puede llegar a creer sobre sí mismo. Para sentirse aceptado, el adolescente puede adoptar creencias, actitudes o comportamientos que no necesariamente reflejan quién es en realidad, lo que puede confundir su sentido de identidad. Especialmente cuando el adolescente presenta una baja autoestima, lo cual se ve facilitado cuando los vínculos familiares primarios no han ayudado a generar una imagen coherente y positiva de sí mismo, que se verá en cualquier caso cuestionada en esta nueva etapa de búsqueda e integración de identidad.
¿Cómo afecta en la manera de pensar de los adolescentes?
El grupo de iguales tiene una gran capacidad de influencia sobre las decisiones, opiniones y conductas del adolescente. Desde una visión positiva y evolutiva, esto facilita el sentido de pertenencia y adaptación al grupo de referencia. Las relaciones de amistad positivas generan espacios para explorar nuevas ideas, comparar y aceptar diferentes puntos de vista, lo cual fortalece el pensamiento crítico.
Para sentirse aceptado, el adolescente puede adoptar creencias, actitudes o comportamientos que no necesariamente reflejan quién es en realidad, lo que puede confundir su sentido de identidad
En su versión negativa, la necesidad de pertenecer a un grupo puede generar presión para conformarse con normas grupales, a veces en detrimento del juicio propio, limitando la capacidad crítica y la libertad de pensamiento.
Con frecuencia, durante la adolescencia el grupo de iguales llega a ser igual o más importante que la familia, siendo las modas y normas grupales las que condicionarán el pensamiento. De este modo, la calidad de las relaciones con sus iguales afectará a cómo el adolescente se interpreta así mismo, al mundo, y a los otros.
Teniendo en cuenta que el cerebro de todo individuo no terminar de madurar hasta bien pasados, al menos, los 20 años, ¿pueden las amistades llegar, incluso, a afectar al desarrollo cognitivo?
El cerebro está en constante desarrollo, moldeándose al entorno desde que nace, siendo las etapas evolutivas más importantes para el desarrollo cognitivo la niñez y la adolescencia, dado que en términos neurobiológicos son etapas que mantienen una mayor plasticidad neuronal (establecimiento de conexiones cerebrales y desarrollo madurativo).
Hace ya bastantes años que Jean Piaget, desde la psicología evolutiva, planteó periodos de desarrollo cognitivo que van desde el nacimiento hasta la juventud. Hoy sabemos que incluso hay áreas cerebrales (corteza prefrontal y lóbulo frontal), responsables de las funciones ejecutivas como el razonamiento, el control de impulsos y la planificación, que siguen madurando en algunas personas hasta pasados los 20 años. De este modo, los estímulos ambientales y experiencias a nivel biológico, vincular, cognitivo y emocional afectarán al neurodesarrollo y condicionarán el estilo cognitivo en la vida adulta.
¿Qué ocurre o cuáles pueden ser las consecuencias cuando la ‘influencia’ que recibe el adolescente por parte de sus amistades es negativa?
Cuando la influencia de las amistades es negativa pueden promover conductas de riesgo, accidentes, embarazos no deseados, consumo de sustancias, estigmatización y exclusión social, baja responsabilidad hacia los estudios y abandono académico, alteraciones de conducta, violencia hacia los demás, tanto dentro como fuera del entorno familiar, violencia hacia uno mismo (conductas autolíticas), actividades antisociales que conllevan problemas legales, entre otras dificultades.
Por otro lado, si es rechazado, criticado o ignorado (no confirmado en su individualidad) por sus iguales, puede internalizar creencias negativas de no ser adecuado o competente, lo cual mermará su autoestima.
Para finalizar, ya he referido que las amistades actúan como modelos. De este modo, si su círculo normaliza la intolerancia o el desprecio hacia otros, también puede adoptarlas como parte de su visión del mundo y de sí mismo, generando esquemas cognitivos y valores de relación negativos.