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Niña con sombreor en la playa© Getty Images

Verano

Golpes de calor en bebés y niños: síntomas que no hay que ignorar

Si no actuamos ante un golpe de calor en un niño, este puede llevar a tener convulsiones y pérdida de conciencia e incluso, entrar en coma


8 de julio de 2025 - 7:30 CEST

Todos sabemos de la gran influencia que el clima ejerce sobre la salud y su repercusión sobre el bienestar, pero cuando la climatología es extrema, esto se hace mucho más evidente. El calor intenso afecta a todos y lo hace de forma más llamativa a las situaciones y los organismos más vulnerables. Por eso los niños necesitan de mayores atenciones y cuidados para sobrellevar con buena salud un verano caluroso. Debemos estar atentos a su temperatura y a su hidratación, aportar mayores cantidades de agua a la dieta alimenticia y protegerlos del calor ambiental con los medios físicos a nuestro alcance.

¿Qué es un golpe de calor?

El golpe de calor define la situación que se presenta cuando los mecanismos orgánicos para regular la temperatura corporal no son capaces de contrarrestar el calor ambiental exterior extremo. Se presentan en verano, sobre todo en ambientes cálidos y húmedos, afectando con mayor frecuencia e intensidad a los niños. 

Los síntomas que aparecen están en relación con la intensidad y duración del calor que lo genera: hipertermia elevada, dolor de cabeza, sensación de mareo, vértigo, náuseas, signos de deshidratación y dolor abdominal. Si no se aplican medidas terapéuticas y el cuadro progresa, aparecen falta de tono muscular, convulsiones, pérdida de la conciencia y coma. 

Si no se aplican medidas terapéuticas y el cuadro progresa, aparecen falta de tono muscular, convulsiones, pérdida de la conciencia y coma

Se suele presentar en días muy calurosos y húmedos, con poco viento y más en ambientes cerrados y sin ventilación. También en días radiantes, calmos, con mucho sol y sin la hidratación y la protección adecuada (gafas de sol, gorro, sombrillas, abanicos y parasoles). El interior de los coches, los locales cerrados y los ambientes poco ventilados deben ser descartados para los niños.

¿Cómo prevenir un golpe de calor?

En días calurosos del verano con altas temperaturas y niveles elevados de humedad, debemos mantener al niño en lugares sombreados y aireados. La ropa debe ser escasa, ligera y transpirable y debe utilizar sombrero y gafas de sol si está al aire libre. Es importante ofrecerle agua con frecuencia para mantener un buen estado de hidratación, además de seguir estos otros consejos:

  • Utilizar las horas extremas del día, amanecer y atardecer, para salir al exterior y practicar actividades físicas.
  • Limitar la actividad física del niño en las horas de más calor.
  • Alimentarle con alimentos líquidos o con elevado contenido en agua.
  • Ofrecerle agua con frecuencia. Evitar alimentos calientes o pesados de digerir.
  • Si es posible, utilizar el aire acondicionado.
  • Mantenerse en lugares de penumbra bien aireados.
Dos adolescentes en la playa© Getty Images

¿Cómo ayudar a un niño que está sufriendo un golpe de calor?

Si el golpe de calor se ha instaurado con la sintomatología acompañante, debemos instalar al niño tumbado y en reposo en un lugar con ambiente en penumbra, fresco y ventilado. El baño en agua fría, las compresas húmedas y la ventilación por aire pueden ser eficaces. Se le debe medicar con paracetamol por vía oral si la tolera e igualmente se le debe ofrecer agua de forma pautada y continua. La temperatura debe ser controlada frecuentemente. Si los síntomas no ceden, debemos acudir a un Servicio de Urgencias y procurar atención médica urgente.

Influencia del calor en las necesidades de agua

Las necesidades totales de agua de un niño pasada la lactancia son aproximadamente de 90 ml por kilogramo de peso y día, es decir, se necesitaría una cantidad aproximada al litro y medio diario para un niño de 14 kilos de peso. En verano, cuando las temperaturas son elevadas, estas necesidades pueden estar aumentadas hasta en un 25% más y, por lo tanto, el niño debe tomar suplementos de agua de forma regular.

La pérdida de líquidos (sudor, respiración, vómito y diarrea) superior al 1% del peso corporal induce sensación de sed en el niño. Si esta pérdida es superior al 4% del peso corporal, estaríamos hablando de una deshidratación de primer grado con síntomas de sed intensa, piel y mucosas secas y elevación de la temperatura corporal, situación clínica que se da frecuentemente acompañando al golpe de calor en el niño.

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.