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Salud

Probióticos en época de virus y catarros: ¿una solución para evitar que tu hijo enferme?

Los padres los solicitan como agua de mayo para mejorar las defensas de los niños; preguntamos a una gastroenteróloga si son o no recomendables

En épocas en las que los virus respiratorios tienen mayor incidencia, como el otoño y el invierno, una de las consultas que más se hacen en pediatría (y en farmacias) giran en torno a la administración de probióticos a los niños (especialmente cuando el pequeño ya se ha contagiado varias veces de distintos virus en pocos meses). Muchos pediatras, sin embargo, no responden a este requerimiento como los padres desearían y se limitan a pautarlos únicamente en aquellos casos es los que se administran como tratamiento. El motivo es que no son una ‘vacuna’ que prevenga de los virus. ¿Es entonces recomendable o no dar probióticos a nuestros hijos en aquellas temporadas de mayor circulación de ciertos virus?

“Al reforzar el sistema inmunitario, los probióticos pueden prevenir diversas infecciones tanto gastrointestinales como respiratorias, por lo que son recomendables, por ejemplo, en los niños que asisten a las guarderías durante los meses de otoño e invierno”, indica Carmen Miranda, gastroenteróloga de la Unidad de Pediatría y Adolescencia del Hospital Ruber Internacional. “Evidentemente no evitan que los niños se contagien de todas las infecciones pero sí disminuyen el número de episodios y su gravedad cuando se emplean probióticos específicos que hayan demostrado ser eficaces para ello ya que no todos los probióticos son iguales”.

¿Qué son los probióticos?

“Los probióticos son microorganismos vivos ‘similares’ a los que tenemos en nuestra flora intestinal; son muy importantes para la vida, ya que entre sus funciones está la de defendernos frente a microorganismos perjudiciales reforzando nuestro sistema inmune, el cual es esencial en la prevención de diversas enfermedades infecciosas y alérgicas entre otras”, explica la doctora.

Virus respiratorio©iStockimages

Se pautan como tratamiento en aquellos casos en los que los niños presentan “diferentes tipos de diarrea, trastornos funcionales digestivos como el cólico del lactante o el síndrome del intestino irritable” y, “en el niño sano, siempre que tomen antibióticos”, puesto que estos suelen dejar dañada la flora bacteriana del aparato digestivo. Para repararla, los probióticos son una solución, puesto que aportan las bacterias ‘buenas’ que el antibiótico había eliminado (en el proceso de acabar con las ‘malas’, las que causaban la infección al niño). Reparar la flora intestinal es necesario tras la ingesta de antibióticos para prevenir gastroenteritis e incluso, otras infecciones que podrían afectar a nuestro hijo.

Beneficios de los probióticos

Los probióticos, como hemos señalado anteriormente, no nos protegen al cien por cien de virus, pero sí sirven para “mejorar nuestro sistema inmunitario, nuestro estado nutritivo (acompañado de una dieta equilibrada), previenen de las infecciones, etc. En general mejoran nuestro estado de salud”, afirma la doctora Miranda. “Son suplementos muy seguros para la mayor parte de la población”.

Únicamente habría que especial atención en administrarse a niños “inmunodeprimidos, con las defensas muy bajas”, puesto que tienen menor capacidad de eliminar bacterias exógenas y pueden reaccionar con ciertos efectos adversos al ingerirlo.

Diferencias entre probióticos y prebióticos

Se habla mucho también de prebióticos para favorecer la flora intestinal y, en consecuencia, el sistema inmunológico, pero ¿qué son los prebióticos y qué se diferencian de los probióticos? Pues mientras los probióticos contienen bacterias ‘buenas’ que se instalan en el estómago, los prebióticos sirven de alimento a esas bacterias (solo nutren a aquellas que son beneficiosas para el organismo, no para las que son perjudiciales). Tanto unos como otros están presentes también en determinados alimentos: los probióticos, en yogures o pepinillos, por ejemplo; y los prebióticos, en frutas, vegetales, cereales integrales o legumbres.

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