Educar en el ‘no’ para criar niños felices

Como padres queremos que nuestros hijos lo tengan todo: nuestra meta es verlos contentos y que se sientan afortunados. Pero ¿y si poner todo a su alcance, lejos de ayudarlos, les hace desgraciados? Hay muchas e importantes razones para decirles que ‘no’ -e incluso formas de expresar esos límites de forma positiva-

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Los padres tendemos a dar a nuestros hijos todo lo que pensamos que les hace sentirse contentos y felices. Queremos que se sientan satisfechos y afortunados. Pero, no caemos en la cuenta de que, en muchas ocasiones, en lugar de ayudarles, les estamos perjudicando. Existen muchos motivos por los que hay que decir “no”.

Los límites dan seguridad

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Conceder a los niños todo cuanto quieren parece hacerles felices, pero solo a muy corto plazo. Todos necesitamos conocer el marco donde nos movemos para sentirnos seguros: la rutina, las normas y la estabilidad son imprescindibles para un crecimiento sano.

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Tolerar la frustración

No obtener lo que queremos es parte del día a día, ¡también como adultos! Es normal que los niños lloren, griten, se enfaden o estén tristes cuando se les dice “no”, pero gestionar esos sentimientos es un aprendizaje esencial para la vida.

‘No’ es ‘no’

Y ya está. Cuidado con entrar en discusiones eternas, ceder a rabietas o acabar claudicando si el niño insiste. Una vez tomada la decisión, esta debe ser tan firme como inamovible.

Respuestas definitivas

A nadie nos gusta que nos vuelvan locos, ¿verdad? A los pequeños, tampoco. “No” es “no” y no hay que darle más vueltas. Es importante comunicar las razones de nuestra negativa, siempre de forma informativa, corta, concisa e inamovible. Deben entender las razones de ese “no”, pero no convertir la explicación en una batalla de voluntades. “No puedes comer otro helado porque luego te dolería la tripa”, “no puedes bañarte sin manguitos porque aún te hace falta poder llegar al borde sin ayuda”, “no puedes acostarte más tarde porque necesitas dormir 10 horas” es más que suficiente para que sepan que hay razones de peso tras cada decisión, sin entrar nunca en luchas de poder.

Equilibrio perfecto: El punto medio se halla combinando una actitud amorosa y de aceptación con unos límites y normas muy claros

Alternativas positivas a la palabra “no”

Desde un punto de vista emocional, también es importante que esos límites, que a menudo se construyen solo en base a la palabra “no”, se puedan expresar de forma más positiva. Una técnica sencilla es no expresar la prohibición para concentrarse solo en la acción positiva. Por ejemplo, sustituir “ya no puedes seguir en los columpios” por “nos vamos a casa”; cambiar “no toques” por “deja las manos en los bolsillos” o captar su atención de forma inmediata diciendo “¡peligro!” en vez de “¡no te acerques al borde!”.

Esta aproximación de la disciplina positiva no pretende eliminar los límites, sino encontrar formas de expresar las normas con un lenguaje positivo, que resulta más agradable de escuchar para el niño, reduce el enfrentamiento (lo que no significa que lo elimine, claro) y permite situarlas en un contexto menos confrontacional.

Ocasiones en las que siempre ser firme

Cierto es que los niños deben tener claros los límites, pero tampoco se les puede negar todo: solo les genera frustración. ¿Cómo saber cuándo ser firmes en nuestras negativas?

Una regla clara es negarse a cualquier comportamiento peligroso, sea para ellos o para otros, de la misma forma que no se pueden permitir acciones que puedan suponer daño físico o emocional, así como la ruptura de objetos. Es muy importante saber diferenciar sus necesidades de sus caprichos: por ejemplo, tener tiempo para jugar es esencial, pero que para ello se le compre un juguete nuevo, en cambio, no lo es.