Cómo hablamos a nuestros bebés.©AdobeStock

Bebés

Da igual el país en el que vivas, todos hablamos igual a nuestros bebés

Un estudio reciente realizado demuestra que en todas las culturas del mundo se habla de la misma forma a los más pequeños, ¿quieres saber cómo y por qué?

Los adultos modificamos la voz cuando hablamos a un bebé. Y, si crees que tú no lo haces, simplemente presta atención la próxima vez que te dirijas a uno para cantarle o sacarle una sonrisa. Es lo que se conoce como habla infantil, tiene un ritmo mucho más lento y cantarín del normal, además de un efecto tranquilizador para los niños. Una forma de hablar que favorece la comunicación con nuestros hijos y que, ahora, se ha visto tiene unos rasgos muy similares en multitud de culturas a lo largo y ancho de nuestro mundo.

El estudio que lo demuestra ha sido realizadopor Nature Human Behaviour, que recopiló, en su primera fase, 1.615 grabaciones del habla humana en 21 culturas diferentes, tanto urbanas como rurales, y aplicaron un análisis computacional sobre ellas para estudiar sus características acústicas. Así, pudieron ver qué diferencias de vocalización existían entre las frases dedicadas a los adultos y las frases dedicadas a los niños. Con ello, los autores descubrieron que las características acústicas “diferían sistemáticamente entre las grabaciones dirigidas a los bebés y a los adultos”. En el primer caso, el timbre era mucho más puro, suave y el habla tenía un tono mayor.

En una segunda fase del estudio, se analizaron 51.065 grabaciones de personas de 187 países diferentes, con una amplia variedad de idiomas, para que los oyentes pudieran adivinar cuándo las vocalizaciones se dirigían a un bebé o a un adulto. Los resultados, de nuevo, “sugieren que alteramos la voz hacia los bebés de una forma que es consistente en todas las culturas y ampliamente reconocible y que, además, podría tener una función común”, aseguran los autores del estudio.

De ello, hemos querido hablar con los terapeutas del equipo Clínica Persum en Oviedo, quienes nos explica cuáles pueden ser los motivos de esta alteración en el lenguaje, siempre dirigido específicamente a los bebés, con un ritmo más lento, variable y alegre.

Características del habla dirigida al bebé

La forma de habla a la que se refiere el artículo (poniendo voces diferentes, con mucha musicalidad y, a veces, cambiando las palabras por otras más simples y con gesticulaciones muy particulares) “es algo conocido como maternés o habla dirigida al bebé, en inglés, baby talk”, nos explican los terapeutas. Está caracterizada por:

  • Un tono de voz más agudo de lo normal.
  • Una prosodia más lenta.
  • Mucha gesticulación, sobre todo, facial.
  • Y una simplificación del léxico importante, con la modificación de algunas palabras, por ejemplo: biberón se convierte en bibe.
  • Además, es común también el uso de onomatopeyas, por ejemplo, llamando a un familiar concreto tata o a un perro guau-guau.

Beneficios del ‘maternés’ en nuestros bebés

Apuntan los expertos que, el maternés, “no solo afecta a nuestros bebés para que nos entiendan, sino que es una variante dialéctica necesaria que les reporta múltiples beneficios”, entre los que destacan:

  • Por un lado, promueve el desarrollo del habla y del entendimiento del bebé, al hacer más sencillo los estándares requeridos para su potencialidad. Es decir, es más sencillo que el bebé llegue a conjugar un sonido similar a bibe que a biberón, por lo que se le ofrece “una especie de puente intermedio entre la casi no comunicación verbal y la comunicación completa”, nos explican.
  • Se favorece el desarrollo de un vínculo seguro con el bebé, quien, a la vez, se siente vinculado, escuchado y atendido al modificar nuestra verbalización de una forma que le es más llamativa y sencilla de seguir.
  • Además, supone una estimulación más saliente de lo habitual y, por tanto, más sencilla de seguir para ellos.
  • Generalmente, bajo esta forma de comunicación se suelen repetir las vocalizaciones que produce el bebé, “lo que le reporta un feedback, siendo conscientes de que les escuchamos y que sus vocalizaciones tienen un efecto en los otros”.

Por tanto, podemos decir que el maternés es, ante todo, una forma verbal de vincularnos con nuestro bebé. “Se trataría de una función especular, de verse reflejado en el rostro de su madres y sentirse como precursor de la regulación del afecto que reciben”, nos explican.

Una forma de crear un vínculo de apego seguro

Por último, nos dicen desde la clínica, que Bowlby, el principal representante de la conocida Teoría del apego, “ya sugurió que una de las condiciones principales para el desarrollo de un vínculo seguro con el bebé es la sensibilidad del cuidador a las señales del niño”. Así, una madre o padre sensible captan e interpretan de forma apropiada las señales del bebé, respondiendo a ellas de forma adecuada a su desarrollo. De esta forma, el bebé también aprende a comunicar sus malestares o necesidades, “y es aquí donde el maternés juega un papel fundamental”.

Con este habla “somos capaces, como padres de reflejar, contener y devolver la emoción al bebé de una forma que para él suponga saberse escuchado, sentido y con capacidad para regular sus propias emociones”, nos explican. Por tanto, no es perjudicial, sino más bien “deseable e, incluso, necesario para la formación de un vínculo afectivo entre cuidador y bebé, la mentalización y la regulación de las emociones”. Este habla es “motor generador de vínculo”. Y no hay punto de inicio y final, pues es un habla que cumple esta función “desde que el bebé está en la barriga de su madre hasta, incluso, cuando el niño ya ha cumplido más de una década y la madre o padre, en situaciones concretas, se dirigen a él con maternés”.

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