Bebé tumbado en camilla durante una exploración de cadera©AdobeStock

Salud

¿Cuáles son las consecuencias de la displasia de cadera infantil?

Algunos bebés nacen ya con un problema de cadera y en otros niños se manifiesta más adelante. En todo caso se trata de una alteración que hay que detectar cuanto antes para que no provoque complicaciones.

Seguro que has visto a bebés con un arnés en la cadera o incluso escayolados en sus primeras semanas de vida. Suele deberse a una displasia de cadera. Cuando es congénita y se presenta al nacer, se trata de una alteración por la cual la articulación de la cadera no se ha desarrollado del todo, pudiendo afectar a la cabeza del fémur o a la zona de encaje con la pelvis.

La displasia de cadera puede presentarse también en otras etapas posteriores de la vida, pero vamos a tratar de la que afecta a bebés y niños, que antes era conocida como ‘luxación congénita de cadera’, un término que ya no se utiliza, pues en algunos casos de displasia habrá luxación y en otros no.

¿Cómo se manifiesta la displasia de cadera?

Los síntomas de la displasia de cadera son diferentes, según la edad del diagnóstico. Así los detalla la Dra. María Jesús Pascual, jefa de Servicio de Pediatría del Hospital Vithas Madrid Aravaca:

-En recién nacidos. “Hay una asimetría en los pliegues de la ingle, sensación de acortamiento de la pierna y crujidos articulares con signos de inestabilidad de la articulación”.

- En bebés que no andan. “Se percibe una limitación de los movimientos de flexión y extensión de la cadera, junto a la asimetría o un acortamiento del muslo, en el caso de que sea unilateral, lo que se conoce como signo de Galeazzi”.

-En niños que ya andan. “Se manifiesta una clara cojera, marcha de pato y acortamiento”. La marcha de pato es aquella en la que el pequeño abre mucho las piernas para buscar un equilibrio, porque la cadera no le ofrece una estabilidad adecuada al bascular demasiado.

Así es el diagnóstico

Todos los recién nacidos son sometidos a un examen por parte del pediatra para comprobar si las caderas están bien; es una exploración de rutina. En el caso de sospecha de displasia, en los menores de cuatro a seis meses se pide una ecografía bilateral de caderas.

“A partir de los seis meses de edad, la prueba de elección sería una radiografía simple de caderas”, explica la Dra. María Jesús Pascual.

La pediatra de Vithas Madrid Aravaca insiste en la importancia de la detección precoz por parte del pediatra “y la derivación al ortopeda siempre ante su diagnóstico”.

Exploración de cadera a una bebé©AdobeStock

¿Cuáles son los factores de riesgo?

Hay algunos factores que influyen en la aparición de la displasia de cadera en niños, pero principalmente existen tres, tal como indica el Dr. José Luis González, traumatólogo y ortopeda infantil del Hospital Vithas Madrid Aravaca:

- Sexo femenino. Pues la displasia de cadera es hasta seis veces más frecuente entre las niñas que entre los niños. El motivo es que pueden ser más sensibles a las hormonas maternas, lo que provoque mayor laxitud entre los ligamentos.

- Presentación de nalgas. Cuando el bebé está de nalgas hay más riesgo de que pueda tener displasia de cadera, por el espacio con el que cuenta en el vientre materno.

- Antecedentes familiares. La displasia de cadera congénita se puede repetir en otros hermanos, por lo que, si hay un antecedente, a los hijos que nacen después se les hace una ecografía para descartarlo.

Además de estos hay otras causas que también pueden tener su peso como que la madre sea primípara (primer embarazo), ya que el útero está más tenso, que el feto sea grande, la edad avanzada o que el bebé presente tortícolis congénita, detalla el traumatólogo.

¿De qué forma se trata la displasia de cadera?

Lo importante en el tratamiento de la displasia de cadera en niños es que este se haga cuanto antes. Según el Dr. José Luis González, “el tratamiento precoz por un ortopeda infantil soluciona el problema”. Habitualmente al niño se le pone un arnés (arnés de Pavlik) hasta que la ecografía demuestre que se ha curado, lo que suele suceder en unas 12 semanas, de media.

“En niños mayores puede ser suficiente con una férula adecuada o cirugías en los casos más severos (reducciones abiertas, osteotomías pélvicas o femorales...)”, indica el experto.

Cuando el tratamiento se hace de manera tardía pueden surgir complicaciones que empeoran el pronóstico, como “cojera, acortamiento de pierna, escoliosis, artrosis precoz...”, según el traumatólogo de Vithas Madrid Aravaca,

Por todo ello, al margen de los exámenes iniciales que se hacen al recién nacido, conviene consultar cuando el niño muestre alguna alteración en la marcha o en las piernas o la cadera.

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