Cuando una novia imagina su vestido soñado, suele pensar que será único, irrepetible, muy personal y, por tanto, difícil de copiar. Es cierto que cuando el diseño es a medida, el patronaje, la mezcla de tejidos y los detalles a incorporar hacen que sea difícil replicarlo. Pero quizás nada complica más el hecho de realizar una reproducción que optar por un look nupcial pintado a mano. Esta fue la elección de Paloma, una estilosa recién casada que, para su boda en Madrid, se puso en manos de Macarena y Zuma, de From lista with love y la firma sorprendió haciendo su sueño realidad: una pieza a todo color con flores ilustradas.
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“Mi universo de referencias fue muy amplio: desde las composiciones florales de los cuadros de Frida Kahlo y los tejidos mexicanos, pasando por toda la pintura de Monet en mis visitas a Giverny, hasta llegar al vestuario diseñado por Chanel para el Ballet de la Ópera de París. Durante las pruebas de vestido, Maca me recomendó ver la película de María Antonieta y me sentí superidentificada también”, introduce nuestra protagonista.
Paloma admite que, desde el primer momento que planteó esta prenda con tanto significado, supo que no sería blanca y lisa, sino con diferentes tonalidades. “Buscaba que fuese cómodo y con una silueta ligera, porque no suelo arreglarme mucho y no quería sentirme disfrazada. Además, tenía muy presente la forma que mejor favorecía a mi cuerpo: resaltando lo que me hace sentir segura y disimulando lo que me incomoda”, apunta.
Esta novia viral reside en París y cuando su entonces futuro marido Javier le pidió la mano, comenzó una investigación junto a sus amigas para encontrar la firma francesa de prêt-à-porter para su look nupcial. “Sin embargo, a todos los diseños siempre quería añadirles o modificar algo”, descubre. Por ello, en una de sus visitas a Madrid, acudió a From Lista with Love, por recomendación de su entorno.
“Lo que me convenció del todo fue nuestra primera entrevista: desde el minuto uno supieron leer mi personalidad y lo que me hacía ilusión. Zuma, con sus lápices, consiguió plasmar en un simple boceto todas las ideas y collages que yo llevaba, y ahí tuve claro que eran los indicados”, desvela.
Para Paloma era fundamental hacer ver a los diseñadores el tipo de estilismo con el que soñada, por eso les facilitó ideas, bocetos, colores, tejidos, fotografías y muestras brillantes. Quería conseguir un resultado con “polvo de hadas: lentejuelas, perlas y pedrerías. Mi temor era que, con tantas ideas, terminara pareciendo un disfraz. Pero ellos lograron unificarlo todo en una pieza coherente, sutil y muy fiel a mi personalidad”. Así fue como sumó una capa glitter que nacía de un choker, realizada en tul bordado en tono dorado y con motivos geométricos similares a los que creaban las flores de la prenda.
A pesar de la confianza que le inspiraba el equipo de From Lista With Love, esta parisina de corazón tenía muchas dudas acerca de los detalles a color y los bordados. “Llegué a recorrerme todas las calles de Montmartre, en París, buscando tejidos y bordados para añadirle más color”, revela. Pero entonces Macarena le mostró un ejemplo del tipo de dibujo que pintaría a mano sobre el tejido y así fue como nuestra protagonista le dio total libertad creativa, puesto que quedó fascinada por su vena artística.
"Lo más anecdótico llegó en las últimas pruebas: el vestido ya estaba acabado, pero Maca y Zuma se ponían a dibujar directamente con un rotulador especial de costura sobre él, marcando por dónde pintar más flores. Yo me reía pensando que me estaba jugando el vestido terminado… pero esas marcas desaparecían en cuanto se aplicaba el color al tejido. Incluso en las tres últimas pruebas, Macarena seguía añadiendo detalles. De hecho, no me entregó el traje hasta el día antes de la boda… si por ella fuera, seguiría pintando todavía hoy", recuerda Paloma.
El trabajo que hicieron desde la firma madrileña era mucho más de lo que se apreciaba a simple vista. El diseño constaba de una base, que era el vestido pintado a mano, con escote cuadrado y mangas abullonadas. A ello se unía la capa, que tuvo puesta hasta que comenzó el banquete. “En la entrada a la cena, cambié al segundo choker, de la misma tela bordada pero sin la capa. Y menos mal, porque los amigos de Javi nos recibieron con un “pogo” improvisado al ritmo de nuestra canción de entrada. Fue un momento totalmente inesperado, caótico y divertidísimo, que hizo que agradeciera haberme quitado la capa a tiempo”, indica.
“Tras la cena, para el baile, sustituí las mangas cerradas por otras que dejaban los hombros al descubierto, mucho más desenfadadas. Aunque lo planeado era quedarme así, en plena hora loca terminé quitándome también esas mangas y me quedé con un palabra de honor".
El look de Paloma se completaba con unos pendientes diseñados por su suegra, “con la asesoría y la profesionalidad de los joyeros de Ignacio Álvarez, en Algorta”. Esta firma fue también la que la pareja escogió para la confección de sus alianzas. Y es que el novio ya había ideado con ellos el anillo de compromiso que regaló a nuestra protagonista.
A estas piezas, le sumó unos preciosos zapatos, un regalo que le hizo una amiga francesa, experta en el universo de Chanel. “El proceso de elegirlos fue toda una experiencia: nos recorrimos varias de sus boutiques en la ciudad probando hormas y diseños distintos, hasta dar con el par perfecto”, nos cuenta. Con ellos aguantó hasta la llegada del baile nupcial, cuando cambió este calzado por unas alpargatas, que le regalaron sus amigas del colegio.
Tras visitar varias floristerías, esta estilosa novia tuvo claro que Bloom & You sería la firma escogida para realizar su accesorio más colorido: el ramo. En su diseñadora, Marta, encontró la confianza que necesitaba. “Me fue mostrando todo el proceso: desde el pedido de las flores al vivero hasta el diseño de la primera forma juntas. El día antes de la boda tuvimos que reunirnos para elegir las flores definitivas en base a los dibujos de Maca”, describe. Finalmente, la propuesta se componía de tonos lilas, morados, blancos y verdes, en flores como el amaranto, el crisantemo o las orquídeas.
El último detalle que pulía el resultado era su look de belleza. Buscaba reconocerse, mediante un maquillaje natural y un peinado que utiliza a diario, aunque de forma algo más perfeccionada y profesional. Escogió unas ondas marcadas y una coleta alta, que en el momento de la fiesta cambiaría por la melena suelta. Un trabajo que realizó Alicia Barón. De las brochas se encargó David Francés, que hizo posible que se sintiera ella misma durante toda la boda, sin artificios.
El amor de Paloma y Javier les llevó hasta aquel mágico día. Los novios se conocieron en un viaje para esquiar en los Alpes austriacos. Todos los años Paloma acudía a Mayrhofen junto a su grupo de amigos de Stuttgart y a ellos se les ocurrió invitar a Javier. "Javi esquía fenomenal y me conquistó con algún que otro 360 en las pistas. Además, recuerdo que se lanzó a socorrer a un amigo nuestro que bajó rodando —literalmente haciendo la croqueta— por la pista negra más inclinada de Europa, el Harakiri (¡75%!). Y pensé: ‘Jo, es que encima de bueno, arriesga la vida por salvar a Ramón’”, relata ella.
Desde aquel primer momento, surgió la chispa y comenzaron a hablar. Aquello parecía ir en serio. Él lo tenía muy claro, pero ella desconfiaba de que fuera a funcionar, dado que residía en Stuttgart y su novio en Bruselas. “Lo veía todo muy complicado, pero dos años después ya estaba pidiendo el traslado en mi trabajo a la oficina de París para estar más cerca de él”, confiesa.
La pareja llevaba dos años y medio cuando decidió dar un paso más en su relación. Aquel verano pasaron las vacaciones juntos con sus respectivas familias y así descubrieron la buena sintonía que había entre todas las partes. “Fueron surgiendo varias conversaciones sobre lo que significaba el matrimonio y formar una familia. Ver que compartíamos los mismos valores y la misma idea de familia nos dio muchísima seguridad”, nos explica.
El detalle que más impresionó a Paloma fue: “comprobar lo abierto que estuvo Javi a hablar con el que hoy es nuestro sacerdote. Él no practicaba mucho su fe y para mí vivirla era clave en el concepto de matrimonio; verle dar ese paso me confirmó que íbamos por el mismo camino. Ese mismo septiembre, en un viaje a la boda de mi prima en Nápoles, Javi se lanzó y me pidió la mano en el Fiordo di Furore, en plena Costa Amalfitana”.
El ‘sí, quiero’ tuvo lugar el pasado 13 de septiembre en Madrid, en la iglesia que se encuentra en el colegio Nuestra Señora del Pilar, donde estudió la novia. “Fue muy especial salir del portal de la mano de mi padre y recorrer juntos hasta la entrada del cole”, reconoce. Después, se trasladaron con sus invitados a la finca El Chaparral, un espacio que fue propuesto por el novio. “Con la ayuda de Pedro y su equipo, todo fluyó de manera impecable. El menú y el catering corrieron a cargo de Ciboulette, que conquistaron a todos los invitados. Al día siguiente no dejaban de comentarnos lo rico que estaba todo, y, por supuesto, la estrella fue su tarta árabe”.
Para Paloma, lo más importante de la jornada era el sacramento del matrimonio, por eso volcó todos sus esfuerzos en lograr una ceremonia muy personal. Además de escoger la escuela en la que estudió, les casó su sacerdote: “con quien nos estuvimos preparando durante un año a distancia (París–Madrid–Bruselas)”. En la celebración, sin embargo, no necesitó ayuda: "Pedro, el manager del Chaparral y Carlos, el maître de Ciboulette, nos acompañaron en cada decisión de manera impecable, lo que nos permitió disfrutar sin preocuparnos por nada".
"Fui andando al colegio del brazo de mi padre, escoltada por mis amigas de siempre. Hicimos juntas el mismo recorrido que tantas veces durante los doce años de clase, pero esta vez de camino al altar. Ellas iban metiendo en la iglesia a los invitados curiosos mientras me tapaban. A la salida de la iglesia, al terminar la ceremonia, nos escapamos rápidamente para una última foto en la cancha de baloncesto donde tantos partidos en el cole hemos jugado".
En la organización de su enlace, los prometidos no contaron con wedding planner. Nuestra protagonista es arquitecta y no veía ningún inconveniente en prepararlo todo por su cuenta, dado que suele coordinar grandes equipos: "de todas las nacionalidades —normalmente estadios de fútbol—, así que de manera muy natural terminé haciendo excels y organizando la boda como si fuera un estadio”, apunta. Tenía el 'sí, quiero' y los días previos perfectamente coordinados y contó con el apoyo de su familia.
Todo se diseñó a distancia (ella desde París, él desde Bruselas y el gran día en Madrid). Si tuviera que modificar algo, sería la organización de la ceremonia: “quizá me arrepiento de no haber contado con un poco de ayuda en la ceremonia, porque la coordinación de la entrada, el coro y los pajes resultó algo caótica”. Esto, no obstante, no lo reflejan las imágenes de Plataforma, un equipo que les dio mucha tranquilidad y comodidad para capturar el reportaje.
En lo relativo a la decoración, Paloma se puso en manos de Freesia, la floristería de su barrio, en la que compraba flores de pequeña, para decorar la iglesia. Del espacio de celebración se ocupó el propio equipo de El Chaparral. “El día antes, cuando fuimos a ultimar detalles, descubrimos que no estaban los carteles del seating plan. En el último momento, la hermana de Javi, Cati, nos salvó la situación. Habíamos nombrado las mesas con bares donde hemos compartido momentos especiales con cada grupo de amigos”, desvela.
"A la salida del colegio, Javi condujo el coche antiguo de su padre, un Mazda MX-5 descapotable. Yo no pude resistirme: me puse un pañuelo de Hermès y unas gafas de sol al más puro estilo de la Dolce Vita", comenta entre risas.
La música era fundamental para estos recién casados: "un amigo del colegio, apasionado de este mundo y excelente DJ (su empresa es WePlayTheFlame), se encargó de poner el ritmo y consiguió que todo el mundo bailara hasta el último autobús".
Nos dice esta madrileña afincada en Francia que para ella lo más memorable de su gran día fue ver a tantas personas diferentes, que conocieron en distintos lugares y momentos de su vida, todos juntos en un mismo espacio. "Javi creció en Nueva York, estudió en Madrid y trabaja en Bruselas. Yo estudié en Sevilla y en Madrid, hice Erasmus en Eslovaquia, pasé un tiempo de cooperación en Chile, después me mudé a Alemania y, por amor, terminé en París, para estar más cerca de él. Además, de los lugares de veraneo de cada uno: Canido, Gijón, Bilbao, Canarias, Marbella… Y si a eso sumamos que nuestras familias son muy disfrutonas, el resultado fue una celebración divertidísima", puntualiza.
La historia de Paloma concluye con un consejo. Una recomendación apta para quien se esté embarcando en la aventura de organizar su enlace: “que disfruten mucho del proceso y lo hagan suyo. Al final, lo que hace especial ese día es que refleje la personalidad de los novios”. Y es que nuestra protagonista y su marido decidieron dejar su huella tanto en la ceremonia como en la celebración. “Para nosotros fue inolvidable porque logramos rodearnos de amigos y familia y sentirlo muy nuestro”, concede.