A pesar de su estatus real, Guillermo de Luxemburgo y Sibilla Weiller vivieron un romance de lo más discreto. Él, hijo menor del gran duque Juan de Luxemburgo y la princesa Josefina Carlota de Bélgica; ella, hija de la princesa Olimpia Torlonia y de Paul-Annik Weiller, y prima segunda del rey Felipe VI, por su parentesco materno con la familia real española. Ambos se enamoraron y llevaron su relación de una manera tan reservada, que casi tomó por sorpresa el anuncio de su compromiso: se hizo oficial tan solo cinco meses antes de que tuviese lugar la boda.
Sin embargo, esta discreción no fue precisamente la que reinó durante su gran día. La pareja primero contrajo matrimonio en una boda civil, celebrada el 8 de septiembre de 1994, en Sélestat, Francia. Pero sería el 24 de septiembre cuando tendría lugar el majestuoso enlace religioso, que sin duda contrastó con la discreción que hasta entonces les caracterizaba.
La ceremonia tuvo lugar en la catedral de San Luis de Versalles, una imponente iglesia barroca con cuadros y esculturas, declarada en 1906 monumento histórico. Allí se juraron amor eterno, y después, brindaron por ello con un banquete al que acudieron 1.200 invitados. Entre ellos destacó la presencia de numerosos miembros de casas reales europeas, convirtiéndose en una de las bodas de los 90 con más asistencia de royals.
No faltó la reina Sofía, ni las infantas Cristina o Elena, como tampoco lo hicieron aristócratas como Alessandro Lequio, primo hermano de Sibilla Weiller, pues la abuela de ambos es la infanta Beatriz de Borbón.
Una princesa sin tiara
Fue sin duda una novia atípica para la época, al menos si tenemos en cuenta el contexto de su boda real. Y es que decidió pasar por el altar sin lucir una tiara, saltándose así la tradición que desde hace siglos mantienen las royals cuando se dan el 'sí, quiero'. Una joya, símbolo de estatus y linaje, de la que Weiller prescindió para darle todo el protagonismo a su vestido, una creación de lo más especial.
El vestido de novia de Sibilla Weiller
Fue Valentino Garavani (invitado al enlace) el diseñador encargado de confeccionar su vestido de novia, convirtiéndose ella en la primera princesa para la que el italiano realizaba un diseño nupcial. Después vendrían otras, como Marie-Chantal de Grecia (1995) o Máxima de Holanda (2022), quienes vistiesen el día de su boda con las creaciones del modisto, pero fue Sibilla Weiller la pionera.
Lo hizo con un vestido de manga larga, cuerpo ajustado y escote barco, que destacaba por su amplia falda de silueta A, con un voluminoso volante en el bajo. Una original apuesta, que completó con un largo velo con detalles de encaje, adornando su sencillo semirecogido. Como ramo, escogió una composición formada por rosas blancas que caían en cascada.
Guillermo de Luxemburgo y Sibilla Weiller: 31 años de amor
A pesar de haber vivido una boda de cuento, la pareja no se libró después de algunos momentos complicados. Probablemente, el más trágico fuese el accidente de coche que tuvieron en el año 2000, en París. Un terrible suceso que dejó a Guillermo de Luxemburgo en coma, y a su esposa, con una pierna fracturada. Por suerte ambos se recuperaron, y aunque esta primavera sufrieron un robo en su residencia, solo se trató de pérdidas materiales.
La pareja celebra ahora 31 años de amor, con cuatro hijos en común: Pablo Luis Juan María Guillermo (27 años); los mellizos Leopoldo Guillermo María José y Carlota Guillermina de la Gloria (25 años); y Juan Andrés Guillermo María Gabriel Marcos de Aviano (21 años).