Hay quienes piensan que nuestros caminos están escritos en las estrellas, que el destino está marcado y que cuando dos personas tienen que encontrarse, lo hacen. Esa es la historia de dos influencers, María y Quique, que ha llegado a tocar el corazón -y el feed- de miles de jóvenes españoles. Con una pandemia sanitaria de por medio, videollamadas diarias con muchos kilómetros que los separaban y el don de compartir la Fe, ese fue el cóctel perfecto que les ayudó a conocerse y dar el paso hasta el altar para prometerse amor eterno ante Dios, sus familias y amigos en una preciosa ceremonia en Pedralbes.

"Creo que todas las mujeres llegado un momento soñamos e imaginamos cómo nos gustaría que fuera nuestro vestido de novia", nos cuenta cuando le preguntamos sobre si tenía en mente qué tipo de traje iba a lucir. Y una de las razones por las que se decantó por un diseño clásico sencillo fue "dentro de unos años, cuando vea las fotos de mi boda, quiero mirarme y que me siga gustando lo que veo, que me vea a mí misma".

Siempre le han definido como una mujer sencilla, cercana, alegre, y eso era lo que quería transmitir. Buscaba sencillez y elegancia, que hablara de ella y le inspirara. "Me dejé aconsejar mucho por mi madre, mi hermana y por Jose. No quería ir cerrada a un modelo concreto, quería dejarme sorprender y probar diferentes cosas, ver con qué me sentía más cómoda, qué me encajaba mejor… Fue un proceso muy bonito", cuenta.

Elegió un diseño de Inuñez que encontró en la tienda nupcial valenciana Tousette. "La forma de trabajar de Jose, el dueño, me encantó; y el concepto con el que trabaja con las novias me pareció superacertado. El primer día que fui estuvimos charlando unos minutos y enseguida me probó varios diseños. Captó muy rápido lo que me sentaba bien y con lo que yo me sentía a gusto", dice sobre la importancia de dejarse aconsejar por los expertos.

A partir de aquella primera cita, a la que acudió con su madre y su hermana, era el momento de ponerse manos a la obra. "Me propuso varios cambios en los trajes que me probé, desde el escote, las mangas, el tipo de corte, la tela del vestido, la cola… Quería adaptarlo 100% a mí, que fuera un vestido único y tuviera todo lo que me gustaba".

Un vestido de novia sencillo
"Fue el segundo vestido que me probé con el que hice click", recuerda emocionada. A María le encantó lo entallado que le quedaba el torso y el corte en la cadera. "Me apasionaba que fuera recto, cae desde la cadera con elegancia y sin mucho volumen", describe.

Llegó el turno de elegir telas, pero no se complicó demasiado porque ninguna le terminaba de encajar. "Elegí un crepé forrado combinado con gasa para las mangas francesas que se ajustaban suavemente al brazo y estaban rematadas con un puño de la misma tela que el vestido", relata. Para el escote, se decantaron por uno cuadrado para enmarcar el cuello y las clavículas de manera elegante y minimalista.

Además, decidieron añadir una pequeña de cola para crear ese efecto imponente que toda novia vive de camino al altar. Y sí, para la fiesta posterior en el banquete se desprendió de ella para ir mucho más cómoda, "soy de las que lo baila todo y no quería estar pendiente de pisarla o romperla".

La mantilla de encaje
En lugar del velo clásico, esta valenciana eligió una mantilla en blanco roto con bordes de encaje que rompía la sobriedad del tejido liso del traje. "En un primer momento iba a llevar una pieza familiar muy similar, pero estaba muy gastada y vieja, no pudimos arreglarla. Me desilusioné y pensé en optar por un velo normal, pero Jose dio con esta pieza que me encantó y se parecía mucho a la idea inicial", explica.

No lució un segundo look, quería solo un vestido de novia y que se llevara todo el protagonismo. "Me hubiera dado mucha pena cambiarlo. En mi caso fui adaptándolo para cada momento del día, pero sin dejar de ser el mismo", una tendencia cada vez más en alza entre las prometidas españolas.

Unos pendientes con perlas y diamantes
Como joyas, simplemente optó por unos pendientes largos en oro blanco de 18 quilates, con perlas australianas de 12 mm y diamantes talla brillante, un regalo de su madrina, "he de reconocer que cuando los vi, me puse a llorar. Fue el primer accesorio que tuve, me emocionó mucho pensar que ya llegaba el momento de vestirme de novia. Es muy especial, elegante y clásica, además me aportaban luz al rostro".

Nos relata que para ella era fundamental ir cómoda y no sentirse demasiado alta porque mide 1,75 metros, "aunque Quique también es bastante alto, no quería parecer más alta que él", explica entre risas. También tenía claro que no quería nada de color, así que la elección fue muy fácil: unos stilettos slingback blancos de punta fina y tacón bajo, un diseño minimalista que nunca falla y que le permitieron disfrutar hasta el último momento.

Para el ramo buscaba una composición sencilla y clásica, pero sin renunciar al estilo silvestre, y lo consiguió con la ayuda de Flores Navarro. María es una apasionada de las rosas, "soy muy devota de la Virgen, y estas flores me recuerdan a ella. Las escogí blancas, añadimos paniculata y toques de follaje verde que aportaron frescura". Era un diseño compacto pero con una caída ligera que le daba movimiento.

Un 'make up' no 'make up'
Nuestra protagonista está acostumbrada a un maquillaje muy natural, no le gusta verse muy pintada, por eso se dejó en las manos de Sara Beltrán. "Le dimos prioridad a cuidar la piel para que se viera luminosa y que el maquillaje resistiera todos los besos, abrazos y lágrimas. ¡Fue un 10!", relata.

Para el peinado contó con Irene, con quien conectó muchísimo porque comparten un estilo muy parecido, "me fie al 100%, en estas cosas me gusta dejarme llevar y probar". Y siguiendo la misma línea sencilla, quería un semirecogido porque no está acostumbrada a llevar el pelo recogido, y no quería verse rara. "Optamos por ondular un poco la melena sin que fueran ondas demasiado trabajadas, y me recogió el contorno en un par de mechones que se unían detrás haciendo 'giros'", dice.

La historia de amor
En plena pandemia y con las redes sociales de por medio, así fue como los caminos de María y Quique se cruzaron por primera vez. "Quique se convirtió y empezó a creer en Dios; acababa de abrir su cuenta de Instagram para compartir contenido más auténtico y hablar de Dios, viendo que lo que abunda en redes sociales es siempre contenido superficial, de consumismo, vidas idílicas… Él deseaba que los jóvenes que estaban solos en sus casas no sufrieran por pensar que no podían ser así de 'felices'. Y en una de esas, se encontró con mi perfil".

Y nos sigue relatando... "En mi biografía tenía escrita la frase Jesus Loves you, y él una semana antes se compró en la tienda de unos amigos una camiseta con la misma frase. ¡Al verlo no dudó en escribirme! Yo unos días antes había visto la película de La Pasión de Cristo y tenía muchas preguntas sobre la Fe. Ver sus vídeos sobre el amor de Dios, el perdón y el simple hecho de ver a un joven católico rezar y hablar de ello me impactó, quise acercarme a él para conocerle más".

Llegó el momento de las videollamadas diarias y rezar juntos; y cuando por fin se permitió viajar, Quique fue a conocerla a Valencia. En aquel encuentro descubrieron que tenían amigos en común, así que todo fue muy rápido y fácil. "Disfrutamos mucho esos días y veíamos que cada vez había más conexión, teníamos mucha paz y nos sentíamos muy felices juntos. A los tres meses empezamos el noviazgo, y 5 años después nos casamos".

Un proyecto viral
Tras un año de relación, empezaron un proyecto juntos, AUTE, con el mismo deseo de acercar a Dios a los jóvenes que buscan respuestas y resolver dudas con nuestro lenguaje, "son las mismas que nosotros hemos tenido y tenemos". En un primer momento, nació como un voluntariado, y con el paso del tiempo fue creciendo hasta convertirse en un referente católico nacional.

"Nosotros nunca habríamos pensado trabajar juntos, yo soy enfermera y él empresario, pero ahora damos muchas gracias a Dios porque disfrutamos de compartir todo. Creo que cada matrimonio tiene una misión y nosotros nos vemos llamados a compartir nuestra Fe en redes sociales", reflexiona.

Tal ha sido su viralidad a nivel nacional e internacional, que como pareja tuvieron la oportunidad de dar un discurso en la Plaza de San Pedro del Vaticano durante el Jubileo este verano ante miles de personas. "Que toda vida vivida con Dios en medio, se vive de una forma mucho más grande. Muchos jóvenes nos escriben para agradecernos a diario compartir nuestra experiencia, y dar voz a la Fe y al catolicismo que a veces parece súper distante, lejano y aburrido".

Nos cuentan que llevaban media década juntos cuando llegó la gran pregunta, pero que ellos no necesitaban ese tiempo para que la relación madurase para plantear el 'para toda la vida'. "En nuestro caso, yo ya bromeaba con Quique sobre el anillo unos meses antes de que me lo pidiera, y él, viendo que yo ya estaba preparada y dispuesta, después de un retiro, vio claro que era el momento", recuerda.

El momento de la gran pregunta
¡Y para nada se lo esperaba! Fue durante su última semana de carrera de Enfermería, mientras estaba terminaba el TFG. Y hay un detalle que le sorprendió, "después de pedírmelo, Quique me leyó una carta que había escrito enumerando los motivos por los que se quería casar conmigo, y coincidencias que había visto las semanas antes que le confirmaban que estábamos en el buen camino. A mí eso me hizo sentir muy querida", confiesa.

Y llegó el 24 de mayo de 2025, el esperado día en el que dirían el 'sí, quiero' en la iglesia Santa María Reina, en Pedralbes, la misma en la que los padres de Quique se casaron. "Para nosotros lo más importante era el sacramento, y que al salir de la iglesia seríamos una nueva familia. Vivirlo con Fe es una fiesta, es ver que el amor vence, ¡es una pasada! Cuando una pareja se casa consciente de lo que se está prometiendo y lo viven de verdad, se transmite a los demás y es lo que más emociona". Y para celebrarlo por todo lo alto se desplazaron hasta el Serrat de l'Ametlla.

El mes previo a la boda puede ser un poco caótico y estresante organizando los últimos preparativos, así que, en su caso, se propusieron dejarlo todo cerrado casi dos semanas antes para poder escaparse unos días. "La semana anterior nos fuimos cinco días fuera de la ciudad a desconectar y dejar de preocuparnos. Fuimos a un retiro espiritual, porque Dios juega un papel muy importante en nuestra vida, ¡pero no tiene por qué ser esto! El caso es confiar en que ya has hecho lo que tenías que hacer y saldrá como tenga que salir, y será perfecto".