Si te dicen que se casa la hija de una estrella de rock, lo normal es que imagines un fiestón por todo lo alto. Y así ha sido, no cabe duda, en el caso de Fuschia Kate Sumner, quien a sus 43 años se dio el esperado "sí, quiero" con su pareja, el director creativo Max Wright, en la barroca localidad de Noto (Sicilia), donde se rodó The White Lotus. Con dos románticos vestidos de novia diseñados por Valentino, la hija de Sting fue protagonista de una boda all'italiana que duró tres días, con más guiños al cine de Fellini que a sus raíces inglesas.
La gran boda siciliana de la hija de Sting, tres días de celebración en una romántica villa de Sicilia
Fueron tres días de festejo que arrancaron con una animada preboda abierta a todo el pueblo, incluyendo una puesta en escena en el Teatro Comunale. La celebración continuó con la ceremonia civil en el ayuntamiento de esta localidad declarada Patrimonio de la Humanidad y, como no podía ser de otra forma, dada la temática del enlace, el primer vestido de novia tenía el sello de un legendario modisto italiano.
Valentino firma este look, visto en su recorrido por las calles de Noto, de camino al ayuntamiento. Confeccionado en encaje, muestra un cuello redondo ligeramente elevado, mangas cortas y una falda larga con abertura central. Al darse la vuelta, la novia desvelaba un sensual escote posterior, que dejaba parte de la espalda al descubierto.
Al tratarse de una boda insular en pleno verano, optó por unas sandalias de tiras cruzadas en blanco con cuña de esparto, acompañadas de unos llamativos maxipendientes rojos en forma de flor que le daban el punto de color al conjunto y se apreciaban perfectamente gracias a su peinado relajado de coleta baja.
El banquete de la boda tuvo lugar en algunos de los enclaves más emblemáticos de Noto; la idílica y romántica villa Dimora delle Balze, el mismo escenario entre olivos, viñedos y restos de la Magna Grecia en el que se casó también Chiara Ferragni en 2018. Ni fish and chips en el menú ni tocados estrafalarios sobre las cabezas de sus invitadas: este enlace nos transportó a las escenas del cine neorrealista, con su novia como musa al más puro estilo de Monica Vitti, Claudia Cardinale o Sofia Loren.
Un vestido de novia estilo princesa para la ceremonia: tul y bordados
También de Valentino, el impresionante diseño de escote Bardot que Fuschia Kate lució en la ceremonia. Un vestido realizado en tul de un tono blanco perlado, que presenta un ajustado corpiño en contraste con su gran faldón de princesa. A lo largo de la prenda, destacaban bordados de motivos silvestres que sumaban romanticismo al conjunto nupcial de una heredera del rock. Apostó por la sencillez, sin joyas a la vista, y recogió su melena en un moño pulido de bailarina que se enmarcaba de maravilla en la estética etérea del estilismo.
El novio, de lo más elegante con un traje gris perfectamente entallado, se decantó por otra firma italiana, Prada, para su calzado.
A pesar de la distancia, ya que residen en Londres, la novia disfrutó de la compañía de toda su familia, que se desplazó para compartir con ella este momento inolvidable: tuvo a su padre, de padrino; a la mujer de este, Trudie Styler, como confidente; a su madre, Frances Tomelty, como ayudante de cámara; a su hermano, el músico Joe Sumner, que deleitó a los invitados con su guitarra durante la cena; a su hermana Mickey, de dama de honor, y a Jake, Eliot y Giacomo, el resto de sus hermanos, de fotógrafo y director artístico y de vídeo, respectivamente. Tampoco podía faltar su hijo de apenas un año, que no se separó de sus padres ni en el altar.
"Los tres días más divertidos de nuestras vidas y ahora necesitamos dormir, al menos, 12 horas", declaró la novia sobre su gran boda que, de inglesa, solo tenía el acento. Sabemos que en el banquete, por ejemplo, se sirvieron trofie al pistacchio, gamberi di Mazara y vino tinto.
El broche final fue una gran barbacoa en la playa, cerca de Taormina, acompañada de un espectáculo de fuegos artificiales que iluminó el cielo y dibujó la silueta del Etna, ese volcán siempre humeante que nos recuerda que aún está vivo.