Recordamos la boda de la reina Beatriz de Países Bajos: un amor prohibido y el vestido que diseñó ella misma

Se cumplen 58 años del polémico enlace entre la madre del actual rey Guillermo Alejandro y Claus von Amsberg

Por Mariana Torres

Nacida Beatrix Wilhelmina Armgard, fue reina de los Países Bajos durante 33 años. La madre del actual monarca, Guillermo Alejandro de Orange, corrió riesgos que pudieron haber sellado (para mal) el futuro de la casa real neerlandesa, todo precisamente a causa del que, se supone, sería el día más feliz de su vida. Lamentablemente, las nupcias de la reina Beatriz con Claus-Georg von Amsberg, miembro de la nobleza alemana, no estuvieron exentas de polémica. Por el contrario, ocasionaron protestas, recogidas de firmas e incluso disputas familiares. Este 10 de marzo, celebramos este 58º aniversario de bodas recordando las particularidades de uno de los enlaces más polémicos de las realezas europeas

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El amor prohibido de la reina Beatriz de Países Bajos

La princesa Beatriz de Países Bajos y Claus von Amsberg se conocieron en 1964, en el enlace de la princesa Tatiana de Sayn-Wittgenstein-Berleburg. Por aquel entonces, el hermano de esta aristócrata, Richard, era considerado el pretendiente preferido de la futura reina holandesa, pero durante la fiesta preboda se dio un flechazo.

Lo que en ese momento todavía ignoraba es que su nuevo enamorado había pertenecido a las Juventudes Hitlerianas, participando posteriormente en el ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial. Eso sí, una vez finalizado el conflicto, se desvinculó del nazismo, estudió derecho y trabajó en el cuerpo diplomático. 

Los lazos con el nazismo que pusieron en peligro al matrimonio

La reina Juliana le prohibió a Beatriz que se casase con el noble soldado alemán, así ella amenazó a su madre con una huelga de hambre, la cual mantuvo durante tres días hasta recibir su bendición. A todas nos encanta una buena historia de amor imposible, aunque la cosa se complica si involucra un conflicto geopolítico. La opinión pública se mostró radicalmente en contra de una potencial unión, especialmente porque Países Bajos había experimentado una situación similar un par de décadas atrás.

Recordemos que Bernardo de Lippe-Biesterfeld, padre de Beatriz, no solo ocupó cientos de portadas de revistas por temas amorosos y casos de corrupción: también militó para el nazismo. De hecho, Adolf Hitler dejó ver que la boda de Juliana con un conde alemán suponía una alianza entre ambas naciones, razón por la cual tuvieron que exiliarse unos años a Canadá.

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Se entiende que, por experiencia, la reina Juliana tuviese reticencias acerca del pretendiente de su primogénita, quien reinaría algún día a los holandeses. Una vez conseguido su consentimiento, Beatriz necesitaba la aprobación del Parlamento para conservar sus derechos sucesorios tras el enlace. A pesar de una petición con más de 65.000 firmas en contra del matrimonio, finalmente fue autorizado.

Se le pidió al novio un último requisito: que rechazara la nacionalidad alemana. El alboroto social era tal que hasta les ofrecieron casarse en la tranquilidad de La Haya, pero la princesa heredera se mantuvo firme en su deseo de organizar una boda por todo lo alto en Ámsterdam.

Dos ceremonias que inundaron de flores la capital holandesa

Aquel 10 de marzo de 1966, las fachadas de la capital amanecieron vandalizadas y tuvieron que desplegarse 5.000 efectivos de la policía para proteger las calles. Asistieron primero a una ceremonia civil oficiada por el propio alcalde, Gijsbert van Hall, en el Ayuntamiento de Ámsterdam, cuyo salón se había decorado con flores de los colores de la bandera holandesa.

Desde allí, presidieron un desfile a bordo de un carruaje dorado que, en su camino a la iglesia de Westerkerk, ubicada a escasos metros de la Casa de Ana Frank, fue impactado por una bomba de humo. Todo quedó en susto, así que los recién casados pudieron darse el 'sí quiero' minutos más tarde ante los ojos de Dios. Con el tiempo, el príncipe Claus se convirtió en el miembro mejor valorado de la familia real.

Beatriz, la princesa heredera que ideó su propio vestido de novia

Diseñado por Caroline Berge-Farwick, quien trabajaba para la Maison Linette, este vestido de escote a la caja estaba confeccionado en seda con satén duquesa. Y no hablamos de tejidos cualquiera sino de muestras creadas especialmente para ella en la localidad francesa de St. Etienne. Para protegerse de las bajas temperaturas, la princesa Beatriz llevó unos glamurosos guantes de ópera que por poco se fusionaban con las mangas tres cuartos del diseño. 

Bergé-Farwick era una de las modistas de cabecera para las mujeres de la realeza neerlandesa, pero se dice que, en este caso, la novia tenía las ideas claras acerca de cómo quería que fuese el vestido. En 1967, solo unos meses más tarde, la princesa Margarita, hermana menor de Beatriz, encargó a la misma casa de modas el diseño de su traje de novia.

Bordados exquisitos a juego con la tiara Wurttemberg

¿Por qué Beatriz insistió tanto en diseñar su propio vestido de novia? Habitualmente, las princesas dejan esta labor a los expertos. Sin embargo, se le ocurrió que a la falda acampanada, de la cual se desprendía una imponente cola de cinco metros a su paso, estuviera bordada con un patrón de arcos y flores de lis idéntico al de su tiara, la maravillosa Wurttemberg. Este detalle simbólico, a la vez que estético, era un homenaje a las mujeres de su familia. 

Está formada por diamantes con 35 perlas redondas engastadas y 11 en forma de lágrima, aunque existe la posibilidad de desmontarlas si se busca una apariencia más sencilla. Fue un regalo de Guillermo I de Wurtemberg a su hija Sofía cuando esta se casó con Guillermo III de los Países Bajos, ambos bisabuelos de Beatriz. En 1890, la reina Guillermina la llevó en su coronación.

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La tiara Wurttemberg no fue la única alhaja que captó la atención en el look de Beatriz. Junto al escote, la heredera llevaba prendido un broche decimonónico de diamantes que perteneció también a Sofia de los Países Bajos. Para rematar su media melena bouffant, peinado supertendencia en la década de los 60, Beatriz optó por un velo corto de tul. Las flores blancas de su ramo incluían lirios amazónicos y del valle, variedades que el novio también incorporó a su traje como símbolo de su compromiso eterno. El 30 de abril de 1980, 14 años después del día de su boda, se coronó como reina de los Países Bajos tras la abdicación de su madre.

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Con el tiempo, este matrimonio tuvo tres hijos: Guillermo Alejandro, actual rey de Países Bajos; Friso, que falleció tras un trágico accidente de esquí en 2013, y Constantino. Su heredero se convirtió en el primer monarca del país en más de un siglo de reinas, cuando Beatriz abdicó a su favor el 30 de abril de 2013. Su marido, Claus-Georg von Amsberg, había fallecido 10 años antes, en 2002, pero podemos decir que, a pesar de los obstáculos, vivieron una preciosa historia de amor. Lo imposible se hizo posible