Nos adentramos en el fascinante proceso de creación de las piezas de Alta Joyería más fabulosas

Te mostramos cómo cobran vida las preciosas joyas de Dior desde el primer boceto hasta el acabado final

Por Paula Callejo

Decía Elizabeth Taylor que "las grandes chicas necesitan grandes diamantes", pero la historia ha demostrado que el valor de las joyas va mucho más allá de su precio o tamaño. Este tipo de piezas siempre han sido un símbolo de poder, feminidad, elegancia e incluso amor, puesto que todas sabemos que las más especiales son las que esconden un significado y cuentan historias. Christian Dior era consciente de ello, por lo que, desde su primera colección en 1947, aquella que revolucionó la moda gracias a la silueta new look, les otorgó una gran importancia tanto en sus líneas de Alta Costura como en el Prêt-à-porter. En 2012, medio siglo después de su muerte y con su firma establecida como una de las más prestigiosas del mundo, Victoire de Castellane se convirtió en la directora creativa de la línea de joyería de la maison, que hoy brilla más que nunca con diseños tan espectaculares como los que podemos ver en la nueva colección Dearest Dior.

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El punto de partida: la delicadeza del encaje

Como decimos, Victorie debutó en la firma francesa hace ya una década con su colección Dear Dior, a la cual hace ahora un guiño con el nombre de sus nuevas propuestas de Alta Joyería. En esta ocasión, vuelve a tomar como punto de partida el universo botánico que tantísimo fascinaba a Christian Dior, pero de una manera muy diferente, puesto que, en vez de fijarse en las flores como tal, se inspira en los sutiles motivos florales que adornan los encajes. El díficil reto al que se enfrenta es plasmar la ligereza de este tejido en una joya, manteniendo en todo momento la sensación de delicadeza pero aunandola con el poder y la espectacularidad de piedras como diamantes, rubíes, esmeraldas o zafiros.

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Dearest Dior, la última colección de la línea de Alta Joyería - la más exclusiva- de la casa, se compone de 77 creaciones que encarnan a la perfección esta dualidad entre delicadeza y fuerza que, según la diseñadora, define también a la mujer. Todas ellas están diseñadas para poder llevarse lo más pegadas a la piel posible, remarcando esa idea de encaje, seducción, elegancia y sofisticación. 

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Tradición e innovación van de la mano

Esto se consigue cuidando al detalle las líneas y articulaciones, diseñando unas hojas de malla extraordinariamente flexibles, fruto de una amplia investigación y desarrollo, que se adaptan perfectamente a las curvas de la mano, la muñeca y el cuello. Como explican desde la maison, las monturales de los collares, anillos y pulseras son "tan vaporosas que parecen desaparecer", ya que lo que se busca es que los diamantes, rubíes, perlas, turmalinas y zafiros (amarillos, rosas o azules) cobren el absoluto protagonismo.

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La importancia de la artesanía a día de hoy

Las composiciones complejas de estas joyas están diseñadas especialmente para potenciar el brillo y forma de las piedras preciosas, evocando siempre el entrelazado y la sutileza tan característicos del encaje más refinado. Una vez se ha definido la idea, se dibuja un detallado boceto que los artesanos utilizarán como referencia para ir creando, una a una, las piezas. Cuando se tiene la base de metal, estas gemas se colocan individualmente sobre las finas monturas de manera artesanal con una gran precisión y cuidado por parte de los profesionales encargados de trabajarlas, algo vital puesto que las líneas son muy finas y los márgenes de maniobra, totalmente escasos

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Aunque, como decíamos, la colección está compuesta por 77 piezas, entre las cuales encontramos conjuntos de 2, 3 o 4 diseños realizados a juego que pueden lucirse tanto juntos como por separado, las tres 'joyas de la corona', y nunca mejor dicho, son los tres collares que os mostramos en las imágenes, en las cuales se aprecia a la perfección el largo y precioso proceso desde la idea inicial plasmada en papel hasta el resultado final. 

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Los tres están ideados siguiendo el concepto de choker, abrazando la tendencia y modernidad a la vez que se mantiene la elegancia atemporal propia de la Alta Joyería, y plasman perfectamente esa comentada inspiración en el entramado del encaje. Aunque todas están embellecidas con diamantes, cada una cuenta, además, con una magnífica piedra preciosa central: una esmeralda de 6,93 quilates, un rubí de 5,09 quilates y un zafiro de 11,80 quilates respectivamente. 

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