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El front row parisino no sólo se nutre de editoras de moda e influyentes. La realeza monegasca, encabezada por Carlota Casiraghi, se ha labrado un lugar de honor en las citas más prestigiosas del calendario francés. La hija mayor de Carolina de Mónaco, que ha vuelto a acudir a un desfile de Saint Laurent, ha cedido el relevo a su hermana, Alejandra de Hannover. Tras alcanzar la mayoría de edad el pasado verano, no sólo ha debutado en el Baile de la Rosa sino que se dejó ver por primera vez en las primeras filas de Paris Fashion Week. Esta vez, y en compañía de su prima Paulina Ducruet, se consolidan como nuevas influyentes en el desfile de Chanel.
Siguendo los pasos de Carolina de Mónaco
Sin embargo, fue en diciembre de 2015 cuando la joven Princesa debutó en la corte de la moda. Entonces se sentó en la primera fila del desfile de Chanel en el Cinecittà de Roma y lo hizo de la mano de dos iconos y grandes amigos: su madre y Karl Lagerfeld. Toda una declaración de intenciones de lo que iba a suceder en los próximos años. Ahora repite en París haciendo gala de su refinado estilo con una trenca de paño y tweed que adapta a sus gustos personales, combinando esta icónica prenda de Chanel con unos vaqueros pitillo y botines planos, un calzado que la casa francesa propone para el próximo otoño.
Sin embargo, Paulina Ducruet consigue un look mucho más arriesgado gracias a un mono vaquero con costuras vistas que sigue las directrices de las tendencias de esta primavera. Tras terminar sus estudios de diseño la prestigiosa escuela Parsons de Nueva York, la hija de Estefanía de Mónaco está consiguiendo afianzar sus pasos en la industria de la moda y se está convirtiendo en toda una influyente que no duda en compartir con sus casi 37.000 seguidores de Instagram desde un corte de pelo en directo a los desfiles que presencia desde el front row parisino.
Primero fue Dior, luego Giambattista Valli y ahora vuelve a hacerlo con el desfile de Chanel, dando a conocer in streaming las propuestas del Kaiser para el próximo otoño-invierno 2018-2019.
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El Grand Palais y su bóveda acristalada se transformaron en un armonioso bosque de otoño repleto de árboles, musgo y hojas secas que cubrían una pasarela dominada únicamente por el zapato plano. Los oxfords de charol o las botas mosqueteras con dorados craquelados se hicieron los mejores aliados de románticos vestidos de encaje, abrigos largos masculinos y prendas con estampados florales que se complementaban con grandes bufandas de punto, mangas de pelo y jerséis de lana.
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