Sevilla se vistió de gala este fin de semana para acoger uno de los enlaces más comentados de la temporada: la boda de Fátima Pereyra y José Moro, presidente de Bodegas Cepa 21. La Hacienda de Medina, propiedad de la familia, fue el escenario elegido para un enlace que reunió a más de 250 invitados, entre ellos rostros tan conocidos como Vicky Martín Berrocal, íntima amiga de la novia. La expectación era máxima y no podía faltar un dress code de lo más original: ellas, de negro; ellas, de esmoquin. Y Vicky cumplió.
En este contexto de etiqueta rigurosa, Vicky Martín Berrocal acudió a la celebración con un vestido de su propia firma, Victoria, confirmando que no hay mejor embajadora de una marca que quien la crea. El elegido fue el modelo Zaniah en color negro, disponible en la web de la firma por 255 euros. Un vestido largo de crepé palabra de honor, drapeado en tul a juego con las mangas, que envuelve el cuerpo con precisión y deja todo el protagonismo a los hombros al descubierto. Un diseño elegante y sofisticado, que se alinea con la línea creativa de la diseñadora: prendas pensadas para realzar la figura femenina, con ese punto de dramatismo que nunca sobra en un gran evento. Lo combinó con pendientes joya XXL, un accesorio muy característico de su estilo personal.
Bodas 'black tie': protocolo y licencias
El código de vestimenta exigido por los novios se inspira directamente en el black tie, una fórmula anglosajona que fija con precisión cómo deben acudir los invitados a una cita formal de tarde-noche. Para los hombres, la norma es clara: esmoquin con pajarita negra. En el caso de las mujeres, el protocolo admite un abanico más amplio: vestidos largos o de cóctel, incluso con color. Sin embargo, José Moro y Fátima Pereyra decidieron estrechar aún más el margen, pidiendo a todas las invitadas vestir de negro.
El negro en una boda siempre ha sido un color controvertido, cargado de simbolismo. Durante décadas fue tabú en enlaces, asociado al luto. Sin embargo, en los últimos años se ha convertido en una opción sofisticada y moderna, especialmente en celebraciones de noche y de aire cosmopolita. Al exigirlo como código, los novios elevaron la estética del enlace hacia una uniformidad elegante, casi cinematográfica. En este marco, el vestido de Vicky encajaba a la perfección.
Una boda con sabor andaluz
Más allá del estilismo de los invitados, la boda estuvo marcada por la personalidad de los novios. La decoración floral, a cargo de Verde Oliva, transformó la hacienda en un jardín andaluz de ensueño, mientras que el banquete contó con una joya enológica: un tinto de alta gama elaborado especialmente para la ocasión por el propio José Moro.
La otra gran protagonista, sin duda, fue la novia. Fátima Pereyra sorprendió con tres vestidos distintos a lo largo de la jornada, reafirmando una tendencia cada vez más extendida entre las novias actuales: no conformarse con un único look. Esta práctica conecta con una larga tradición en la historia de la moda: Jackie Kennedy, por ejemplo, acostumbraba a cambiar de vestuario varias veces en un mismo día durante sus giras internacionales, entendiendo el poder comunicativo de la ropa. Hoy, ese concepto se traslada a bodas como esta, donde la novia quiere ser la protagonista indiscutible.
Vicky Martín Berrocal eligió su propio diseño (apostando por la moda made in Spain) y lo adaptó sin problema al dress code de la boda. Su elección demuestra que el negro, lejos de ser un color de luto, puede ser un tono sofisticado para acudir a una celebración de estas características.