Ynés Suelves siempre supo que quería ser diseñadora. Es más, suele decir que nació diseñadora. Tras graduarse en la escuela Marangoni de Londres, en 2016 puso en pie su firma homónima, con la que marca la diferencia en un universo cada vez más dominado por la moda rápida de usar y tirar. Con tejidos de la máxima calidad, patrones muy cuidados y detalles únicos, crea piezas con personalidad, carácter y un punto de rebeldía.
En ese espíritu creativo e inquieto tiene mucho que ver su madre, la artista María Osorio Bertrán de Lis, condesa de Villaumbrosa, junto a la que trabaja mano a mano en su estudio de Madrid, un mundo mágico en el que las pinturas florales de la aristócrata decoran paredes y muebles. Sus dibujos oníricos también estampan e imprimen ese sello único a las prendas de su hija. Sin embargo, María opina que la influencia ha sido "más bien al revés". "He empezado a crear gracias a su insistencia —recalca—. Yo pintaba de pequeña en el colegio y lo retomé cuando Ynés ya estaba estudiando moda".
"No sigo las tendencias, sigo mi intuición. Creo que los diseñadores tienen que ir más allá; ellos son los creadores de tendencia, o así debería ser", nos dice Ynés
Pero sus dibujos tienen un gran peso en los diseños de su hija, tanto que la rosa roja que Ynés ha convertido en su seña de identidad salió de sus pinceles. "Mi madre suele garabatear todo el día —nos desvela la diseñadora—, casi lo hace inconscientemente. A mí me gusta cotillear su iPad y ver lo que dibuja. Tenía la rosa pintada en una de sus carpetas, no sabía qué era lo que me atraía de ella, pero cada vez que me topaba con ese dibujo, me paraba pensando en lo bonita que era. Un día encontré la excusa para utilizarla: se nos ocurrió poner esa rosa en el culo de un vaquero. Desde entonces, poco a poco, ha ido convirtiéndose en nuestro logo, nuestra bandera y nuestro emblema".
María admite que jamás se le pasó por la cabeza que terminaría dedicándose a la moda. "Aunque siempre me ha gustado todo lo creativo y todo lo relacionado con el arte, nunca lo hubiera pensado, ha sido un proceso lento", nos dice. También reconoce que, "como a cualquier mujer", siempre le ha interesado la ropa, pero de calidad, algo que debe al buen gusto de su padre, Beltrán Osorio y Díez de Rivera, XVIII duque de Alburquerque.
"Mi padre era muy moderno y creo que me inculcó el amor por la ropa con buenos cortes y buenos tejidos", recuerda. El legado del que fuera jefe de la Casa Real de don Juan, además de uno de los mejores jinetes de todos los tiempos, también ha dejado huella en Ynés y eso que no llegó a conocerle. Su última colección, Gentlewoman —con la que posa— está inspirada en Inglaterra y el mundo ecuestre y es un homenaje a su abuelo materno, que era conocido como el último caballero del Turf.
—Ynés, ¿cómo nació tu marca de moda?
—Creo que fue en un viaje en coche a Biarritz con mi madre. De fondo se escuchaba Queen. Mi madre, mi hermana y yo soñábamos y filosofábamos con proyectos que queríamos hacer en el futuro. Lo soñamos tanto que se convirtió en realidad. Estudié moda y, nada más salir de la universidad, creamos la marca que tanto habíamos ideado desde la infancia.
—A la hora de diseñar, ¿qué tienes en mente, en qué te inspiras?
—No hay una hora en la que diseñe. Nuestra marca está tan integrada en mí que todo lo que hago alimenta a la "Ynés diseñadora". Todo me sirve, todo aporta. Me inspiran mi día a día, las personas que me rodean, la gente que pasa, las necesidades y problemas que me surgen cotidianamente. Al fin y al cabo, la ropa es una interpretación del momento en el que vivimos. Para mí es importante que vaya acorde con mi filosofía, con mis valores y con el mundo y el momento en el que vivimos.
—Y a ti, María, ¿qué te inspira?
—La naturaleza.
—De todas tus facetas artísticas, ¿cuál es la que más disfrutas?
—Va por épocas; ahora mismo me encanta la escultura en barro.
—Ynés, ¿a qué tipo de mujer van dirigidas tus creaciones?
—¡A todas! No nos gusta poner límites. Intentamos hacer cosas muy auténticas y fieles a nosotras mismas, lo que hace que nuestras clientas lo sean también.
—¿Cómo es el proceso creativo junto a tu madre? ¿Cuál es vuestra forma de trabajar?
—Muy natural. Es pura conversación, lluvia de ideas, sea donde sea y cuando sea. Intentamos que no sea un trabajo, sino disfrutarlo. Si alguna tiene una idea, ya sea en un paseo o haciendo la compra, nos llamamos y lo desarrollamos. Mi madre se pone a pintar y yo me pongo a pensar en las maneras de llevarlo a cabo. La verdad es que hacemos un superequipo.
—Nos complementamos muy bien —añade María—. Es algo muy natural y automático, no concibo otra cosa.
—¿De qué te sientes más orgullosa de Ynés?
—Del tesón, la perseverancia que tiene y lo trabajadora que es.
—Y ¿qué es lo que más admiras de ella?
—Lo claras que tiene las cosas.
—Ynés, pareces una persona muy familiar. ¿Qué importancia tiene tu familia en tu trabajo?
—¡Lo soy! Mi equipo está básicamente formado por mi familia. Mi hermana en la parte financiera, mi prima Cristina junto a Isabel, a la que también considero familia, en la parte de comunicación. Tengo mucha suerte; no están en el equipo por ser familia, sino porque sinceramente creo que no hay nadie mejor.
—No sigues las tendencias. ¿Es difícil mantenerse al margen de los dictados de la moda?
—No, no sigo tendencias, sigo mi intuición. Creo que los diseñadores tienen que ir más allá; ellos son los creadores de tendencia o así debería ser.
—¿Cómo equilibras tu carrera con tu vida personal?
—No la distingo. Me tomo mi carrera de forma muy personal, la verdad…