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Cuanto menos ejemplares, más buscados

Los gatos más valorados son aquellos que apenas podrás encontrar o que reúnen unas características físicas fuera de lo normal. Cuanto más escaso, más buscado. En otros animales podríamos creer que se debe a que la raza en concreto está en peligro de extinción, sin embargo los gatos más buscados son cruces, y la rareza de éstos estriba en su originalidad y novedad. La mayoría de ellos son razas creadas hace muy poco tiempo, a finales del siglo pasado y principios del actual, y presentan peculiaridades físicas muy llamativas, como no tener pelo, o mostrar un aspecto muy salvaje pese a que su comportamiento pueda ser plenamente doméstico.

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Burmilla

Es una raza de gato muy reciente, los primeros especímenes conocidos se remontan a la década de los 80, en Reino Unido. Es un cruce entre los gatos burmés y persa, pero no cualquiera, sino que se cree que la mezcla fue producida entre los propios gatos de la baronesa Miranda von Kirchberg, por lo que se trata de una raza criada en ambiente aristocrático desde el primer espécimen. Son gatos de tamaño medio, llegan a pesar hasta seis kilos. Llama la atención la forma de su cabeza y lo ovalado de sus ojos.

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Bengala

A diferencia de otros gatos con apariencia salvaje que han sido creados con mucho cuidado e interés para satisfacer nuestro gusto más excéntrico: el de tener en casa un leopardo que quiera dormir calentito en nuestro regazo, lo cierto es que la raza de gatos bengalí es el producto de un cruce casual entre un gato doméstico y un leopardo. Se creó en un entorno de cruce, pero ese no era el objetivo inicial, pero las primeras camadas resultantes animaron a continuar con el desarrollo de la nueva raza. Su origen proviene de Estados Unidos, en 1963, y en esa época era enormemente llamativo convivir con un gato tan robusto y con un pelaje tan exótico, y hoy aún lo es.

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Abisinio

Existe un malentendido con este gato que ocurre, sin embargo, en muchas otras razas. Su nombre hace referencia a una zona geográfica (Abisinia ocupaba lo que hoy es Etiopía), sin embargo el origen de este gato no es ese, sino Egipto. ¿Por qué esta confusión? Porque la primera vez que se mostró en Europa en 1874 no tenía nombre, y la referencia de su importador decía que vino desde Abisinia, porque ciertamente ese fue el último lugar en el que hizo escala antes de partir para Reino Unido, pero no su origen real. Entre las peculiaridades de este gato se encuentra una faceta morfológica: siempre mantienen rasgos de cachorros, sus redondeces y movimientos les confiere un eterno carácter inocente y jovial.

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Peterbald

Aunque esta raza tiene fuertes similitudes con la famosa Sphynx, que es el gato sin pelo más habitual, estamos ante un gato muy distinto, fruto del cruce entre un siamés y un oriental. Fue concebido en la década de los 90 en Rusia, y se utilizaron para este cruce gatos que habían perdido el pelo en los 80 por la radiación de Chernobyl, la cual causó mutaciones genéticas en animales domésticos de la región. La catalogación de la raza fue muy rápida, los primeros ejemplares aparecieron en 1994 y en 1996 la Federación Felina Rusa ya la reconoció, aunque no fue hasta 2006 cuando la Federación Internacional la añadió a su catálogo, una vez que se había podido comprobar que la mutación genética de esta raza no producía problemas de salud, más allá de la falta de pelo.

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Savannah

Muy habitualmente este gato es confundido con el ashera, pues ambas razas están cruzadas con un serval (un guepardo) y de ahí las manchas de su pelaje y la figura de sus orejas. Este es un gato más grande, o mejor dicho: que aparenta ser grande. Realmente su peso no suele corresponderse con la musculatura que demuestra. La gran dificultad de acceder a estos gatos estriba en que para que mantengan la proporción de serval suficiente, cada ciertas camadas hay que volver a cruzarlo y los ciclos reproductivos de los gatos y los servales no son iguales, por lo que es común que los embarazos no lleguen a término. Además, los servales no suelen sentirse atraídos por los gatos domésticos, por lo que para realizar el cruce de forma clásica se deben invertir grandes dosis de paciencia.

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Caracat

Si algo destaca en esta raza de gato son las orejas, muy puntiagudas y una apariencia silvestre y corpulenta. Su nombre lo debe a que proviene del cruce entre un gato doméstico (abisinio) y un caracal, que por si no lo conoces es un fiero carnívoro de las sabanas africanas que se caracteriza por tener esas orejas puntiagudas, similares a las del lince, por lo que coloquialmente se le llama “lince africano” pese a que no guarda relación directa con esa otra raza. Existen muy pocos ejemplares de caracat, porque la fiereza del caracal con el que se debe cruzar al abisino hace que éste último sufra mucho en el proceso y las posibilidades de completarlo con éxito sean muy remotas.

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Ashera

La apariencia de este gato es tan exótica que es inevitable no perderle de vista si visitas una casa donde camine suelto: pareciera que nos vigila un leopardo y, en cierta medida, estarías en lo cierto. Los gatos de raza ashera son un cruce entre el gato común, el leopardo asiático y el serval africano (similar al guepardo). Sin embargo, este cruce ni es casual, ni siquiera ha sido realizado de forma convencional, apareando especies, sino que fue fruto de los trabajos de un laboratorio norteamericano a principios de la década de los 2000. A raíz de ello, fue modificado genéticamente para no poder tener descendencia, de ahí que se trate de un espécimen muy poco común, pues sólo puede reproducirse bajo los parámetros del laboratorio que lo creó. Por tanto, no es de extrañar que se hayan llegado a pagar 96.000 dólares por un gato de la raza ashera, pues jamás podrás encontrar una camada casual de estos gatos.

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Persa

Durante mucho tiempo fue el gato predilecto de la aristocracia. Llegó a Europa desde Persia (de ahí su nombre), se popularizó en los ambientes nobles de la Italia del siglo XVII y posteriormente se estableció como uno de los gatos más codiciados de Inglaterra. Su apariencia dulce se la debe a su largo pelo blanco, que le envuelve por completo desde la cabeza a la cola, como una bola de algodón. Su mirada y andares son muy elegantes. La cara plana, redonda y maciza le confiere una personalidad traviesa y apacible. Son gatos que se llevan muy bien con los niños, tienden a ser cariñosos y muy dormilones.

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Munchkin

Como hemos visto en todos los ejemplos anteriores, aquellos gatos que se salen de la regla y que tienen una apariencia fuera de lo normal llaman la atención lo suficiente como para hacer que su raza se convierta en una de las más demandadas. Eso le ocurre al gato munchkin, que a raíz de una mutación genética desarrolló unas patas más cortas de lo normal, lo que le confiere un aspecto similar a los perros basset hound (en castellano: perros salchicha), sin embargo no tienen nada que ver con estos perros. La columna vertebral de los gatos es diferente a la de los perros, en el caso de los munchkin, esta mutación no les confiere problemas de salud, son capaces de saltar igual que un gato de unas dimensiones comunes y aunque sus patas son más cortas, corren también a gran velocidad.

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