Reptiles

Qué debo saber si quiero una iguana como mascota

Es uno de los reptiles más demandados en el hogar, la iguana nunca llega a domesticarse pero su interacción con los seres humanos puede ser muy completa.

Por David Navarro

Si decides tener una iguana como mascota desde muy pequeña te sorprenderás lo rápido que crece y el tamaño que puede llegar a alcanzar. Esto es lo primero que debes tener en cuenta. Las iguanas pueden llegar a medir 2 metros de longitud y a pesar una media de 8 kilos. Sin embargo, es uno de los reptiles más populares a la hora de vivir en el entorno doméstico.

No es especialmente violenta, pero es muy importante que sepas cómo interactuar con ella. Si aún es pequeña, puedes aprender a tratarla sin miedo a que imponga su voluntad y se muestre territorialista. La gran ventaja de tener una iguana desde bebé es que la podrás acostumbrar a ser cogida por ti y desplazarla en tus brazos, sin que eso suponga un motivo de alerta para ella. Esto con una iguana adulta sería extremadamente dificil de hacer si no ha sido acostumbrada desde su nacimiento, pues se lo tomaría como una amenaza y probablemente se pondría agresiva.

Un lugar donde vivir

Una de las decisiones más importantes para convivir con este animal es poder facilitarte un entorno adecuado, por temperatura y espacio. Estos “pequeños dinosaurios” proceden de centroamérica, por lo que la temperatura en la que deben vivir es de entre 26º y 30ºC, lo que sería un clima tropical, llegando hasta un 85% de humedad. 

Si no conseguimos unos parámetros suficientes para su comodidad la iguana entrará en estado de letargo, lo que significa que su organismo se desconecta y espera a que las condiciones mejoren. Esto puede hacer que la longevidad de la iguana se reduzca, pues no se desarrollará de forma saludable, y por tanto, podría vivir menos de los 13 años de media, que es lo habitual en su especie.

El terrario debe ser grande, la iguana podrá adquirir un tamaño considerable, de entre uno y dos metros de longitud. Es importante que en su espacio disponga de piedras, ramas y troncos, en los que podrá posarse y sentirse como en su hábitat.

A este reptil le gusta la luz, mejor si es natural. Por eso puedes situar su terrario cerca de una ventana, aunque también puedes soltarla si dispones de una zona segura donde pueda hacer un poco de ejercicio y tomar el aire: en una terraza amplia o un jardín. Como otros animales en cautividad, como aves y hamsters, un ratito de recreo diario puede ser muy bueno para su desarrollo.

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Cómo tratar a la iguana

Lo más importante que debes saber a la hora de manipularla es que nunca debes cogerla de la cola, pues podría sentir que le estás agrediendo. Las iguanas son animales muy sensibles y tienden a sentirse amenazados, especialmente si se les sujeta de la cola, lo que puede producir que se desprendan de ella. No sin antes luchar, al verse amenazadas intentarán asustarte, se moverán de forma agresiva en actitud de defensa, avisan moviendo la cabeza, abriendo la boca y agitando su cola.

Ante una situación de agresión, la cola de las iguanas se puede caer, posteriormente le saldrá otra pero nunca tan larga, y ésta será su última oportunidad. Tras la segunda cola caída, que expulsará por sentirse en peligro, ya no le saldrán más. Por tanto, extrema el cuidado a la hora de manipularla, especialmente con esta zona de su anatomía.

A la hora de tocarla y manipularla debes poner toda tu atención a la reacción que percibas, por tanto: ve poco a poco, observando si le causa malestar y trata de zafarse. Si intenta escapar, es un claro síntoma de que quiere estar tranquila y que no es buen momento. Por otro lado, la iguana es sensible a las caricias, le gustan, y verás que las agradece cuando cierre los ojos.

De forma instintiva, la iguana desconfía de los seres humanos, nos consideran depredadores. Para ir cogiendo confianza con ella, dedica solo unos pocos minutos diarios a interactuar físicamente con ella, pero hazlo muy poco a poco, así podrás elevar el tiempo de juego de forma gradual, y según percibas que va conociéndote y comprendiendo tus intenciones podrás ampliar el tiempo de juego.

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Una alimentación equilibrada

La alimentación de las iguanas varía en función de si son verdes, negras o rojas. Cuando nos referimos a iguanas verdes o rojas generalmente estamos hablando de las que podemos ver en el ámbito doméstico, son herbívoras: comen brotes de flores, frutas y hojas. No despreciarán el melón, el cilantro, la alfalfa, perejil, calabacín, plátano o berzas.

Por otro lado, las iguanas negras son omnívoras, y por ese motivo son algo más agresivas y se ven menos en el entorno doméstico. Comen insectos, crías de aves y ratones. Con el paso del tiempo la dieta de estas iguanas negras va cambiando, y al pasar la edad adulta se van convirtiendo en herbívoros.

Su alimentación debe equilibrar el aporte de calcio y fósforo, teniendo en cuenta el aporte de cada vegetal es importante que los aportes sean del doble de calcio que de fósforo, esto es importante para el correcto desarrollo y mantenimiento de sus huesos y para la contracción muscular. Una descompensación de estos minerales puede tener consecuencias mortales para la iguana.

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