Aunque actualmente vive volcada en su intensa labor humanitaria, que desarrolla a través de la ONG Global Empowerment Mission y de la fundación The King’s Trust, mediante la que contribuye a dar oportunidades a jóvenes desfavorecidos, India Hicks continúa disfrutando como el primer día de su idílica vida en Harbour Island, una de las islas más paradisíacas de Bahamas.
Durante los más de treinta años que lleva viviendo allí, su enamoramiento con sus fotogénicas playas de arena rosa, sus frondosos jardines tropicales y, sobre todo, su estilo de vida tranquilo no ha hecho sino ir en aumento.
Emparentada de múltiples formas con la familia real británica, la exmodelo, autora y diseñadora de la firma Sea Level de ropa de baño (sealevelaustralia.com) es ahijada del rey Carlos III y siempre será recordada como una de las damas de honor de su boda con Diana de Gales, en 1981.
Pero también como la gran embajadora de estas islas. “Mis padres, en su luna de miel, habían visitado la isla bahameña de Eleuthera y quedaron encantados con sus playas de color coral y sus pueblos sencillos. Cuando, años más tarde, les ofrecieron la oportunidad de comprar un terreno en la diminuta isla contigua de Windermere, no pudieron resistirse y empezamos a venir de vacaciones”.
Lo que no imaginó de joven es que acabaría viviendo para siempre en ellas: “Cuando me enamoré de David, él dirigía un pequeño hotel boutique aquí y, de algún modo, las estrellas se alinearon para que ambos nos enamoráramos no solo el uno del otro, sino también de esta vida”, dice. Por ello decidieron criar allí a sus cinco hijos, cuya infancia no pudo ser más distinta a la suya.
“Agradezco que mis hijos fueran al colegio en bicicleta por un pequeño carril con el único tráfico de gallinas y algún carrito de golf”
“A mí me llevaban al colegio en un llamativo coche personalizado por mi padre, que siempre fue muy excéntrico, y aunque eso fue un privilegio, agradezco que mis hijos fueran en bicicleta por un pequeño carril con el único tráfico de gallinas y algún carrito de golf”. Hoy los mayores han abandonado la isla para estudiar fuera y comenzar sus carreras en grandes ciudades, pero regresan a casa siempre que pueden. No es de extrañar.
“Vivir aquí ha enriquecido mi vida y la de mi familia de muchas maneras. Siempre me sorprende su esplendor: la naturaleza, el mar, la tierra, el cielo... incluso después de tantos años viviendo aquí, no deja de hacerlo.
Tenemos el privilegio de vivir en una isla donde la belleza no está estereotipada”, reflexiona. Inspirada por ello, durante años diseñó piezas que evocaban el estilo de vida en la isla, escribió libros sobre ello y fundó su propia boutique allí, Sugar Mill, repleta de tesoros procedentes de todas las partes del mundo y donde no es raro encontrarla.
Lo + living
Qué hacer
"Empieza y termina tu estancia viendo amanecer en una playa de arena rosa y bailando toda la noche en Gusty’s. Y tampoco te pierdas las vistas desde el puerto, que apenas han cambiado en los últimos doscientos años".
Dónde comer
“Me gusta el café de Cocoa’s Coffee House; la ensalada de Queen Conch; el sushi de Da’Vine y los cócteles de Sweet Spot Cafe y Elbow Room. Para un tentempié nocturno, los perritos calientes del food truck de Chelsea”.
De compras
“Sugar Mill es un tesoro, con cositas descubiertas por todo el mundo... pero no puedo ser imparcial, ¡es mi tienda! Y también me encanta Shine, una tienda de joyas artesanales junto al muelle de pescadores”.
“Esta diminuta isla fue colonizada, a mediados del siglo XVII, por náufragos. La arquitectura y las vistas desde el puerto apenas han cambiado en los últimos doscientos años, aunque se aprecian sutilmente muchas capas, dejando sentir el paso del tiempo y de gentes distintas, que llegaron aquí buscando otra vida. Las iglesias y las históricas casitas de madera se hacen eco de muchas generaciones, así como de los ritmos de una vida que enamora a todo el que recala aquí”.
Una auténtica fantasía que, como ejemplifica la propia India, puede convertirse en el día a día de cualquier valiente.