Los cambios nunca han sido algo que le haya dado mucho miedo a Juana Pepa. No dudó en abandonar su Argentina natal a los pocos días de conocer a su hoy marido, Juan Pepa, allá por 2015. Y tras establecerse en Madrid y formar con él una familia, tampoco dudó en emprender una nueva aventura en Londres hace ahora tres años.
En este tiempo, se dio cuenta de que la vida urbana no era lo que deseaba para ver crecer a sus hijos, y buscó un refugio en el campo al que escaparse los fines de semana. Lo encontró muy cerca de Windsor, adonde solían acudir por los conocidos clubs de polo de la zona, ya que su marido es copropietario y jugador del equipo Cibao La Pampa.
La casa, una antigua construcción de 1420 erigida sobre un terreno que en su día perteneció a la reina Edith, consorte de Eduardo el Confesor, se encuentra rodeada por los campos de maíz de la Corona y forma parte del patrimonio nacional.
La construcción principal, que cuenta con dos chimeneas georgianas, está visiblemente torcida, algo en lo que radica parte de su encanto.
Alrededor de esta se fueron añadiendo a lo largo de la historia construcciones secundarias como es la actual casa de invitados, donde Juana ha montado su taller de restauración de antigüedades, un precioso invernadero de forja y un antiguo establo hoy convertido en salón de verano.
La finca, repleta de sauces centenarios, cuenta también con un pintoresco estanque y está llena de vida: caballos, patos y faisanes campan a sus anchas a cualquier hora del día junto a los dos perros de la familia: Churro y Chocolate. El flechazo fue tal que lo que iba a ser una casa de fin de semana no tardó en convertirse en su idílico nuevo hogar.
“Lo que me enamoró de la casa es que está torcida, ¡me encantó! Estaba bastante descuidada y restaurarla fue una gran experiencia”
-Juana, ¿por qué decidisteis dejar Londres e instalaros en el campo?
-Veníamos cada fin de semana por el polo de mi marido, y a mis hijos y a mí cada vez nos costaba más irnos. Sentí que necesitaban estar en contacto con la naturaleza. Así que decidimos mudarnos.
-¿Cómo ha sido adaptarte a un ritmo de vida más tranquilo y alejado de la ciudad?
-Mi día a día es ocuparme de mis niños. Crecen tan rápido que quiero poder estar al 100 % con ellos y acompañar a mi marido. Además tengo mis proyectos: preparar un nuevo libro, restaurar antigüedades, montar un huerto y crear momentos lindos para mis amigos y mi familia. Siempre estoy haciendo cosas. La verdad es que no entiendo cómo llenaba mis días antes, cuando vivía en la ciudad.
-He visto que estás muy involucrada en la jardinería...
-Es que aquí se le da mucha importancia y la gente sabe mucho. Gracias a la lluvia todo se da espectacular. Plantas una semilla y crece. Así, sin más. Hago cursos, visito jardines, experimento... Me enloquece.
-¿Qué te enamoró de la propiedad cuando la viste por primera vez?
-Que está torcida, ¡me encantó! Estaba bastante descuidada y restaurarla fue una gran experiencia. También que está en medio del campo y no hay vecinos. No parece que estés a una hora de Londres.
-¿Cómo la decoraste?
-Todo es antiguo y lo encontré en mercadillos. Disfruté mucho la etapa de buscar cada objeto. Quería respetar la antigüedad de la casa y su carácter singular. Muchas de las telas son antiguas, por ejemplo. Y el suelo, que no había, es el que estaba en el granero. Me ayudó mi amiga Clara Rasore, que es arquitecta, y la hicimos habitable en tiempo récord.
-Al parecer estás embarcada en un nuevo proyecto que tiene mucho que ver con todo esto que estás contando.
-Estoy preparando una tienda online de antigüedades, donde todo va a ser único y vintage. Se va a llamar The Barn Shop.
-¿Cómo surgió este cambio de registro, de los libros de cocina a la decoración?
-Siempre tuve ganas, y ahora surgió de forma natural. Pero no he dejado de hacer libros, tampoco. Estoy preparando uno de la vida aquí, en el campo. Estoy ya escribiendo las recetas, poco a poco.
Ha habido bastantes cambios a lo largo de tu vida; es algo que siempre te ha gustado, ¿verdad?
-No sé si me gusta tanto, pero la verdad es que me adapto rápido. Ahora sí, ¡ojalá nos quedemos aquí para toda la vida!