Levantarse sin despertador, darse un baño con sales y espuma, cuidar las plantas, disfrutar de un buen libro, relajarse escuchando música, aprovechar los rayos de sol que se cuelan por el balcón o estirarse bajo las sábanas durante horas son algunos de los muchos placeres de la vida que pueden llevarse a cabo sin salir de casa. La receta se llama Nesting y el abanico de posibilidades para ponerlo en práctica es casi infinito. Un concepto de origen inglés que proviene de la palabra nest (nido), muy relacionado con otros términos extranjeros, como por ejemplo Cocooning, Niksen y Hygge, que también hacen referencia al arte de estar en casa y disfrutar de esos momentos de intimidad, e incluso de no hacer nada

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Y, aunque es cierto que este concepto lleva un tiempo triunfando fuera de las fronteras de nuestro país (más concretamente desde 2017 cuando se popularizó el término Housewarming que hace referencia a estrenar casa), ha sido este año cuando ha cobrado verdadero protagonismo a escala global. El motivo todos lo sabemos, la crisis sanitaria que estamos atravesando y con ella, un invierno de lo más hogareño. Con este nuevo escenario establecido, nuestras casas se han convertido en el eje principal de felicidad para muchas personas, ya que la nueva filosofía de vida basada en la búsqueda del bienestar se ha enfocado al ámbito casero. 

Claro que, acostumbrados a tener una rutina de lo más frenética en la que los horarios laborales intempestivos, los compromisos varios, las reuniones profesionales y los planes improvisados sean el pan nuestro de cada día, es imposible que la sola idea de hacer nada no genere, a priori, un rechazo inmediato en la sociedad actual, ya que en muchas ocasiones se asocia con la sensación de pérdida de tiempo.  

Pero sin embargo y contra todo pronóstico, el Nesting se ha convertido en uno de los métodos infalibles para combatir el estrés, mejorar la conexión mente-cuerpo y reducir la ansiedad, un perfecto remedio para conseguir todo aquello que las redes sociales y la rutina ajetreada no nos permiten hacer habitualmente: desconectar. Pasamos así de un mundo dominado por la fobia a perderse cualquier compromiso social al hecho de no sentirse mal por evitar, en cierta manera, la socialización. 

¿Cómo practicar el Nesting?

Caracterizado por la ausencia de planes, deberes y horarios -dejando incluso un hueco para el aburrimiento-, su puesta en práctica es aún más sencilla. El objetivo está claro: quedarse en casa y no focalizarse en ninguna tarea concreta. Así, no solo transformas tu hogar en un lugar que invite al relax, a la desconexión y al descanso, sino que también podrás hacer en cada momento lo que te apetezca, ya sea en solitario o en compañía. Entre sus múltiples ventajas está la de relajar la mente, la de no tener prisas ni obligaciones y la de, por supuesto, ahorrar dinero. ¿Preparada para disfrutar plenamente de tu hogar?