Pertenecieron a una heredera del imperio Rothschild: tres joyas únicas alcanzan los dos millones de euros en una subasta

Una tiara, un brazalete y un broche que fueron de la condesa de Rosebery, una de las mujeres más ricas de Inglaterra en el s. XIX

Por hola.com

¿Quiere lucir una de las tiaras más espectaculares y lujosas de la historia de la joyería? ¿Tiene preparada su cartera? El afortunado comprador de esta pieza sí la tenía y bien llena, ya que pagó la nada despreciable cantidad de 1.161.250 libras (más de un millón trescientos mil euros) por ella en la subasta organizada por la casa Christie’s de Londres. Se trata de la tiara de perlas y diamantes Rosebery, que se ofrecía con un broche y brazalete del mismo material y estilo, que completaban el conjunto. Por estos dos, que se han subastado en un lote diferente, se han pagado 577.250 libras (casi 650.000 euros). Las piezas pertenecían a Hannah, condesa de Rosebery, nacida de Rothschild, una de las mujeres más ricas de Inglaterra en el s. XIX, y fueron creadas al gusto victoriano, con perlas naturales y grupos de diamantes.

 

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Hannah era la única hija de Mayer Amschel de Rothschild y su mujer Juliana, nieta de Nathan Mayer Rothschild fundador de NM Rothschild & Sons, la rama inglesa del imperio bancario de los Rothschild. Cuando murió su padre en 1874, se convirtió a sus 23 años en la mujer más rica de Inglaterra heredando importantes propiedades, una fortuna millonaria y una colección de arte y joyas que dejaba sin aliento a quien la contemplaba. Lo mismo que le pasó al atractivo Archibald, el 5º conde de Rosebery, en 1878, cuando se casó con ella a quien definía como “muy sencilla y natural, lista, cariñosa y tímida”. “Nunca he conocido un carácter tan bello” escribió el enamorado aristócrata. Fue entonces cuando habría sido adquirido el conjunto de joyas.

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En palabras del director de Christie’s, Keith Penton: “La tiara, el brazalete y el broche estaban en el centro de la vasta colección de magníficas joyas de Lady Rosebery, que rivalizaba con las de las coronas europeas de entonces. Son unas raras muestras del esplendor aristocrático del s. XIX, ya que muchas de estas piezas antiguas han sido vendidas de forma anónima, reformadas o se han roto”. Joyas de valor histórico que harán las delicias ahora de un adinerado coleccionista anónimo.