Era una ausencia anunciada aunque no esperada y la prueba de que las relaciones entre padre e hija no son tan buenas como él siempre ha querido dar a entender. Thierry Roussel no asistió a la boda de su hija mayor, Athina Roussel Onassis, con el jinete olímpico brasileño Doda Miranda y el vacío que dejó se convirtió en una de las notas más destacadas del enlace. La única presencia familiar cercana que tuvo la novia en un día tan especial fue la de su hermanastra, Sandrine, de diecinueve años, que ocupó un lugar destacado durante la ceremonia religiosa al portar las coronas griegas que los novios lucieron en un momento del servicio religioso.
Athina caminó hacia el altar del brazo del padre de Doda, el empresario Ricardo Miranda y eso que sólo una semana antes Ricardo había señalado que, como era lógico, a la joven Onassis la iba a acompañar su padre. Thierry, mientras tanto, disfrutaba del fin de semana en compañía de su familia.
La desavenencia es más que evidente pero las causas no han quedado claras. Fuentes cercanas a la familia Roussel aseguran que Thierry y su mujer, Gaby, no recibieron invitación ya que no apoyan la idea de que Athina contraiga matrimonio tan joven y con un hombre doce años mayor que ella y que ya es padre de una niña. Según esta hipótesis, Thierry teme que su hija cometa los mismos errores que su madre que se casó por primera vez a los diecinueve años.
Sin embargo, hay quien asegura que las causas de los problemas entre padre e hija se deben a Thierry le gustaría haber tenido más control sobre la fortuna de su hija. No hay que olvidar que Athina dejó el hogar familiar en cuanto cumplió la mayoría de edad y desde entonces (hace casi tres años) sólo en una ocasión ha vuelto a ser vista con su padre y ninguna con su madrastras, Gaby, o hermanastros, Eric, Sandrine y Johanna, con los que vivió desde que su madre falleciera cuando ella sólo tenía tres años.
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