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Las bebidas azucaradas y con gas, los populares refrescos, están en el punto de mira para muchos nutricionistas. El motivo es que aportan un exceso de azúcar a nuestro organismo, lo que puede hacer que ganemos peso. Lo cierto es que, tal y como matiza el doctor Leo Cerrud, especialista en Nutrición, el consumo de azúcar en general debería limitarse siempre. “El azúcar está presente en todas partes y su consumo se ha disparado en las últimas décadas debido, en parte, a la gran cantidad de bebidas azucaradas y carbonatadas que se han incorporado al día a día, pasando de lo esporádico a lo habitual. Y lo malo de estas bebidas es precisamente la cantidad brutal de azúcar que contienen que las convierte en no muy recomendables para uso diario”, nos cuenta el especialista. “Uno de los problemas que hay actualmente en alimentación son los refrescos, porque tienen muchísimo azúcar y gas, que nos hincha, y además, en lugar de facilitar las digestiones, son peores. Además, el azúcar incrementa las calorías de manera brusca”, nos cuenta la doctora Mar Lázaro.

 

“Cualquier bebida gaseosa azucarada es nociva para nuestro cuerpo. No hablo solo de que engorden (que también), sino que nos inflaman. Con el azúcar nuestro cuerpo se inflama, entiende al azúcar como un agente potencialmente nocivo y activa nuestro sistema inmunitario. Por lo que, si distraemos a nuestro sistema inmune con “chorradas”, cuando llegue algo verdaderamente importante no tendrá atención ni energías para atacarlo”, cuenta Cristina Barrous, nutricionista y coach nutricional de The Beauty Concept.

 

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¿Un hábito difícil de controlar?

Ahora bien, ¿es complicado suprimirlas cuando tienes el hábito de beberlas incluso en las comidas? “Sí, es complicado porque estas bebidas, solo por la cantidad de azúcar que contienen, ya generan una sensación de placer inmediato, el cual se perpetúa en el caso de que la bebida sea carbonatada. El gas aumenta todas las sensaciones de placer y recompensa. Esta sensación puede llegar a ser adictiva”, nos cuenta el experto. “También es una cuestión de hábitos y generan ‘mono’. Por ejemplo, la cafeína también incrementa el enganche y la tolerancia a la misma. Hay gente que tiene auténtica adicción a estas bebidas, incluso sustituyen el agua por estas”, añade la doctora Lázaro.

“Generan mucha adicción. Los sabores tan azucarados y tan palatables activan nuestro sistema de recompensa, por lo que nuestro cerebro solo nos pide más y más”, puntualiza la nutricionista de The Beauty Concept.

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¿Podemos perder peso si limitamos su consumo?

Una razón de peso para eliminarlas podría ser que esto nos ayudaría a adelgazar. “A corto plazo desde luego es una motivación, el ver cómo en cuanto dejamos de consumirlas nos desinflamos”, apunta Cristina Barrous.

“Aparte de la diabetes, la hipertensión y la obesidad, sí, seguir una dieta es una de las principales razones para reducir o eliminar por completo el consumo de estas bebidas que se han convertido en la pesadilla de los nutricionistas”, nos cuenta el doctor Leo Cerrud, que añade que, teniendo en cuenta que en la mayoría de las dietas de pérdida de peso lo primero que se quita es el azúcar, es lógico pensar que estas bebidas no tienen cabida en una dieta reductora.

 

Y los datos son claros: “Solo quitarlos de la dieta podría hacernos perder hasta 300 gr por semana, es decir un poco menos de medio kilo por semana solo con ese gesto”, cuenta el doctor Cerrud. La doctora Lázaro va más allá incluso: “Quitando el consumo de refrescos, dulces y azúcares y con un control moderado de la alimentación consigue a veces que se bajen 1 kilo por semana al principio”.

 

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¿Cómo habría que suprimirlas de la dieta?

“Para quitar los refrescos lo ideal es hacerlo de repente, si lo haces despacio seguirán con el mono, que se incorpora moderada pero continuamente”, cuenta la doctora Lázaro.

La nutricionista de The Beauty Concept nos cuenta que depende mucho de la cantidad que tomemos y de cómo sean el resto de nuestros hábitos alimentarios. “Lo que es seguro es que en cuanto los eliminamos de nuestra dieta notamos que nos desinflamos, que las digestiones son de mejor calidad y que nos sentimos con más energía; suficiente motivación, ¿no?”, apunta.

 

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¿Por qué motivo engordan tanto?

El doctor lo tiene claro: “Son puro azúcar, el azúcar es el alimento que más energía aporta al organismo después de su consumo. Es una energía rápida, inmediata y placentera. Toda esa energía si no se consume se almacena en el organismo en forma de grasa, cuanto más azúcar, más grasa, cuanta más grasa más peso. Por eso, engordan porque además entran solas y sin esfuerzo, en menos de medio minuto te has metido en el cuerpo una bomba calórica y ni te has enterado”. La doctora Lázaro explica que una lata de refresco de cola tiene unas 200 calorías, muchísimas.

 

“Como comentaba antes, la cuestión no es solo lo que engordan (que también), el azúcar en nuestro cuerpo se transforma en grasa para ser almacenado, ya que las moléculas de grasa ocupan un 10% de lo que ocupan las de azúcar. Pero no solo es el tema del peso, sino también la inflamación. Tanto con el azúcar como con los edulcorantes (que contienen los refrescos light o zero), nuestra microbiota intestinal sufre mucho, activa la permeabilidad intestinal, haciendo que nuestro sistema inmunitario se active e impidiendo que nuestro intestino capte los nutrientes de la comida. O sea, que acabamos con sobrepeso, pero desnutridos”, añade por su parte la nutricionista de The Beauty Concept.

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¿Hay alternativas saludables?

Una de las preguntas que nos surge es qué alternativas saludables tenemos a nuestra disposición frente a los refrescos. “Nuestro cuerpo está diseñado para consumir agua. Entre el 75 y el 60% de nuestro cuerpo es agua (dependiendo de la edad, género y salud), así que queda bastante claro lo que nuestro cuerpo necesita para hidratarse, ¿no? El agua no debería ser una opción, igual que no lo es ducharse o lavarse los dientes, es un básico de responsabilidad para con nuestro cuerpo”, cuenta Cristina Barrous.

 

El doctor Cerrud resume, por su parte, las alternativas de forma sencilla: “Más saludables que este tipo de bebidas es cualquier cosa que no tenga azúcar ni gas”. Y hace referencia a las llamadas bebidas light. “Cualquiera de estas bebidas en su versión light de saludable tiene poco, debido a los edulcorantes que ahora también están en tela de juicio”, añade, y recomienda como opciones agua, agua con gas, infusiones con miel, aguas con sabores (llevan edulcorantes), aguas de frutas (con o sin edulcorantes), gaseosa (gran y olvidado producto nacional, altamente recomendable), tinto de verano o clara con gaseosa.

“Recomiendo cambiarlos por aguas con sabor o infusiones o té con sacarina o sin ella, dejándolo reposar y enfriar en la nevera. No engorda nada, sobre todo para personas a las que no les gusta el agua normal. También una jarra de agua con piel de pepino o limón (más medio zumo exprimido), y a la nevera. El paciente así también se quitará la tentación de sustituir la bebida azucarada por otras no recomendables, como el excesivo café, por su contenido en cafeína”, sugiere la doctora Lázaro.

 

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