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Los beneficios, tanto físicos como mentales, que aporta practicar yoga con regularidad son prácticamente infinitos e indiscutibles. Refuerza el sistema inmunológico, fortalece huesos y músculos, mejora la respiración, aumenta la flexibilidad y, por supuesto, trabaja el equilibrio. El yoga es una práctica que involucra tanto el cuerpo como la mente, por lo que el equilibrio que uno logra de forma externa, se verá reflejado en el equilibrio interior. Las posiciones que ejercitan esta habilidad nos obligan a estar presentes, a prestar atención al verdadero 'aquí y ahora' y, por consiguiente, a conocernos mejor a nosotros mismos

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Para desarrollar el equilibrio, es fundamental interiorizar previamente una serie de consejos que debemos tener presentes durante la sesión: establecer una base sólida, colocando firmemente los pies en el suelo, prestar atención a la correcta alineación del cuerpo, fijar la mirada en un punto fijo y mantener activados todos los músculos, siendo conscientes en todo momento de dónde depositamos el peso del cuerpo. Lo idóneo para trabajar esta habilidad es comenzar con unas asanas sencillas que, una vez controladas, nos permitirán continuar progresando en las múltiples variantes de esta beneficiosa disciplina. Aunque determinadas posturas pueden resultar difíciles de ejecutar al principio, debemos escuchar a nuestro cuerpo y tener paciencia para perseverar

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Postura del árbol o 'Vrksasana'

Es una de las posturas más conocidos y utilizadas en el universo del yoga. Como el propio nombre indica, representa un árbol y se trata de una de las asanas de equilibrio para principiantes. Para hacer correctamente esta postura, nos colocamos de pie con los brazos extendidos a ambos lados del cuerpo. A continuación, centramos nuestra mirada en un punto fijo para mantener el equilibrio, juntamos las palmas de las manos y, poco a poco, subimos de forma controlada nuestra pierna derecha hasta colocarla en la cara interna del muslo izquierdo. La planta del pie debe estar totalmente apoyada en el muslo. Por último, levantamos lentamente las manos hacia el cielo manteniendo las palmas de las manos juntas

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Postura del guerrero III o 'Virabhadrasana III'

Se trata de una asana de equilibrio más complicada, en la que necesitamos tener activada toda nuestra musculatura para poder mantener la posición. Para ejecutarla correctamente, nos colocamos de pie y apoyamos las manos sobre el muslo derecho. A continuación, damos un paso amplio con nuestra pierna izquierda hacia atrás y elevamos los brazos, que deben estar paralelos entre ellos y también paralelos al suelo. Por último, levantamos el pie izquierdo del suelo y elevamos la pierna izquierda hasta que se alinee nuestra espalda. Si no conseguimos mantener el equilibrio, podemos ayudarnos de los brazos estirándolos a ambos lados del cuerpo en forma de cruz

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Postura del guerrero I o 'Virabhadrasana I'

Para realizar la postura del guerrero, tomamos aire y damos un paso amplio hacia atrás con el pie izquierdo de modo que nuestras piernas quedan separadas a una distancia aproximada de un metro dejando el pie derecho al principio de la esterilla. A continuación, flexionamos la pierna derecha hasta conseguir que la rodilla se mantenga justo por encima del tobillo y giramos el tronco, de forma que los hombros y la cadera miren al frente. Por último, elevamos los brazos paralelos hacia el cielo y mantenemos la cabeza erguida. Debemos asegurarnos de mantener la espalda recta y repartir el peso del cuerpo entre las dos piernas

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Postura de la vela o 'Sarvangasana'

Se trata de una popular asana de inversión en la que también se desarrolla el equilibro. Para realizarla, nos tumbamos en el suelo con las piernas juntas y estiradas y los brazos también  estirados a ambos lados del cuerpo. Desde esta posición, elevamos las piernas hasta formar una línea recta recta con el tronco. Colocamos las manos lo más cerca posible de las escápulas, en la zona lumbar, para ayudarnos a mantener la postura

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Postura de arado o 'Halasana'

Es una de las asanas de semi-inversión más utilizadas en las sesiones de yoga. Aunque parece complicada, es apta para todos los niveles. Para ejecutarla, nos tumbados sobre la esterilla con las rodillas flexionadas, los pies en el suelo y los brazos estirados a ambos lados del cuerpo. Presionamos los brazos en el suelo para elevar las piernas hacia arriba hasta conseguir formar un ángulo de 90 grados. A continuación, dejamos que las piernas caigan hacia atrás mientras que la cadera sube hacia el techo, sin dejar de presionar el suelo con los brazos. El peso del cuerpo nunca debe recaer sobre el cuello, sino que tiene que estar repartido entre los brazos, los hombros y la punta de los pies

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