Cada 18 de diciembre se celebra el Día Nacional de la Esclerosis Múltiple, una enfermedad neurológica de carácter autoinmune que se caracteriza por la destrucción de la mielina, la capa aislante que se forma alrededor de los nervios del sistema nervioso central. Según datos de la Sociedad Española de Neurología, la esclerosis múltiple afecta en España a más de 55.000 personas, una cifra un 15% superior a la que se manejaba hace 15 años y, cada año, se diagnostican alrededor de 2.000 nuevos casos, principalmente en adultos jóvenes, ya que generalmente los primeros síntomas suelen aparecer en los pacientes entre los 20 y 40 años y, sobre todo, en mujeres.
Hemos tenido la ocasión de hablar sobre el presente y, sobre todo, el futuro de la conocida como la enfermedad de las mil caras con las doctoras Mireia Forner, Directora Médica de Neurología en Sanofi España y Lucienne Costa-Frossard França, CSUR de Esclerosis Múltiple Servicio de Neurología Fundación para la Investigación Biomédica IRyCIS Hospital Ramón y Cajal.
¿Qué avances recientes considera más prometedores para mejorar la calidad de vida de los pacientes?
M. F: En los últimos años hemos dado pasos muy importantes, especialmente en diagnosticar la esclerosis múltiple antes y con mayor precisión. En 2025 se ha producido un avance clave con la actualización de los Criterios McDonald, publicada en The Lancet Neurology y liderada desde España por el Dr. Xavier Montalban, del CemCAT y el Hospital Vall d’Hebron. Estos nuevos criterios permiten identificar la enfermedad en fases más tempranas, lo que nos ayuda a actuar antes y a proteger el cerebro desde el inicio.
En esclerosis múltiple solemos decir que el tiempo es cerebro, y hoy tenemos más herramientas para ganar ese tiempo tan valioso. Además, hemos aprendido que no todo se manifiesta en forma de brotes visibles. Existe una progresión silenciosa, un daño que puede acumularse poco a poco. Por eso, los avances más prometedores miran también a mejorar su detección y seguimiento, con biomarcadores más sensibles, nuevas técnicas de imagen y un enfoque cada vez más centrado en la calidad de vida de las personas.
L. C: En las últimas tres décadas hemos vivido una auténtica revolución en Esclerosis Múltiple y es difícil señalar lo más importante. Sin embargo, en el último año hemos tenido noticias que realmente van a impactar en la vida de los pacientes.
En primer lugar, los nuevos criterios diagnósticos nos permiten tratar a algunos pacientes incluso antes del primer brote, evitando así las secuelas secundarias a los mismos.
Vamos sumando a lo que ya tenemos, nuevos fármacos más eficaces, más cómodos, más seguros e, incluso, con indicaciones novedosas.
También vamos asistiendo como la inteligencia artificial se integra en la investigación e incluso en práctica clínica, ayudándonos no sólo a reducir tiempos, sino que también a evaluar de forma conjunta los datos clínicos, radiológicos, de biomarcadores, wearables y cuestionarios reportados por pacientes. Con esto ampliamos nuestra mirada, tratando al paciente desde un punto de vista global y personalizado.
En esclerosis múltiple solemos decir que el tiempo es cerebro, y hoy tenemos más herramientas para ganar ese tiempo tan valioso
¿Sigue habiendo mucho camino por recorrer? ¿Sigue siendo un gran reto para la comunidad científica?
M. F: Hemos avanzado mucho y eso es motivo de esperanza. Hoy podemos controlar mejor la enfermedad y reducir los brotes, algo que ha cambiado de forma muy positiva la vida de muchas personas con esclerosis múltiple. Pero aún queda camino por recorrer. El gran reto está en aquello que no siempre se ve: la progresión silenciosa, que puede ir limitando poco a poco la autonomía si no la detectamos a tiempo.
Por eso, la comunidad científica y la industria biofarmacéutica, estamos poniendo el foco en ir más allá: en entender mejor la enfermedad, proteger el sistema nervioso, avanzar hacia una medicina más personalizada y atender aspectos que influyen mucho en el día a día, como la fatiga, la memoria o el bienestar emocional. El objetivo final es claro: no solo tratar la enfermedad, sino mejorar la vida de las personas que conviven con ella.
L. C: Sin la menor duda, hay mucho camino por recorrer. Por ejemplo, toda la investigación en neurorreparación, en remielinización y en fármacos sintomáticos avanza muy despacio, con resultados contradictorios y muchas veces decepcionantes. Sin embargo, con la ayuda de la inteligencia artificial, quizás seamos capaces de acortar tiempo de observación y número de participantes en los ensayos clínicos, lo que nos permitirá probar más terapias y afinar la diana.
También estamos avanzando en el conocimiento de los mecanismos que causan la esclerosis múltiple, incluyendo biomarcadores de la sangre como los neurofilamentos y la proteína ácida fibrilar glial (GFAP), que nos acercan a estos mecanismos y nos permiten ver más de cerca lo que está ocurriendo en el cerebro. Con este conocimiento, vamos en la dirección de unificar todas las formas de esclerosis múltiple bajo el mismo nombre, pero con una evolución distinta en cada persona, incluso en cada período de la vida del paciente.
Estamos trabajando de forma conjunta para tratar de incorporar la voz del paciente en la evaluación global, mediante la introducción de los Cuestionarios de resultados reportados por los pacientes, conocidos como PROMS, o de la monitorización pasiva mediante dispositivos tecnológicos que el paciente lleva consigo.
¿Hay muchas diferencias entre el abordaje de la enfermedad hace 10 años y el de hoy?
M. F: Sí, el cambio ha sido profundo. Hace años el enfoque se centraba sobre todo en controlar los brotes y la inflamación. Hoy sabemos que eso es fundamental, pero no suficiente. Ahora entendemos mejor que la progresión silenciosa y los procesos neurodegenerativos son clave para explicar la discapacidad a largo plazo. Por eso, el abordaje actual apuesta por intervenciones más tempranas, un seguimiento más preciso de la enfermedad y un objetivo muy claro: preservar la funcionalidad y la autonomía de la persona el mayor tiempo posible. En definitiva, hemos pasado de reaccionar ante los brotes a anticiparnos a la evolución de la enfermedad.
L. C: La diferencia es abismal. Hemos pasado de un abordaje conservador (primero esperábamos a que la enfermedad avanzara para actuar después), al abordaje actual, donde pretendemos adelantarnos incluso a los primeros síntomas de la enfermedad. Con la ayuda de tratamientos más eficaces, seguros y cómodos, hemos sido capaces de controlar casi completamente los brotes y las nuevas lesiones en resonancia magnética. Y tratando de forma tan precoz, estamos evitando la acumulación de discapacidad que podía ocurrir a largo plazo.
Sin embargo, no todos los pacientes tienen acceso al diagnóstico precoz y al tratamiento personalizado. Como sociedad somos responsables de que esto cambie, para que tu código postal no impacte en el pronóstico de tu enfermedad.
Nuestro objetivo es permitir a los pacientes seguir con su vida personal, familiar, social y laboral de forma completa.
¿Uno de los objetivos es ayudar a que los pacientes vivan con más autonomía y menos limitaciones?
M. F: Sin duda. Las personas están en el centro, siempre. El objetivo no es solo controlar la enfermedad, sino permitir que cada paciente pueda seguir desarrollando su vida con la mayor normalidad posible. Muchas personas reciben el diagnóstico en momentos clave de su vida personal y profesional. La innovación en esclerosis múltiple busca precisamente preservar esa capacidad de seguir adelante, adaptando el abordaje a cada situación y evitando que la progresión silenciosa limite proyectos, sueños o planes de futuro.
L. C: Nuestro objetivo es permitir a los pacientes seguir con su vida personal, familiar, social y laboral de forma completa. Para ello debemos luchar para preservar lo que nosotros llamamos reserva cerebral y medular, tanto desde el punto de vista motor como cognitivo. Y eso se hace principalmente desde tres pilares fundamentales:
- Diagnóstico y tratamiento precoz, eficaz y personalizado.
- Tratamiento de los síntomas que más limitan.
- Estilo de vida saludable: dieta mediterránea, abandono de hábitos tóxicos (tabaco, alcohol, drogas), respetar horas de sueño, control estricto de factores de riesgo cardiovasculares y otras enfermedades asociadas como la hipertensión arterial, diabetes mellitus o el colesterol alto. También ejercicio físico y estimulación cognitiva, adaptados a las circunstancias de cada paciente.
Por lo tanto y cómo podemos concluir, los equipos sanitarios nos podemos ocupar del diagnóstico, tratamiento precoz y seguimiento individualizado con rehabilitación, terapia ocupacional, estimulación cognitiva. Pero hay una gran parte del abordaje que depende del propio paciente, porque implica, en ocasiones, cambios profundos en los hábitos de vida. Somos corresponsables de que la persona afectada mantenga su autonomía y transite por la vida con las menores limitaciones posibles.
Con todo esto, la EM deja de ocupar el centro del escenario y pasa a ser solo una parte más de la vida.
Entendemos que los tratamientos tienen que ser personalizados, ¿no es así?
M. F: Exactamente. La esclerosis múltiple es una enfermedad muy diversa y cada persona la vive de forma distinta. La llaman la enfermedad de las mil caras, de hecho. Por eso, hoy hablamos de un enfoque personalizado y flexible, que tiene en cuenta no solo la evolución clínica, sino también otros factores como biomarcadores, comorbilidades, estilo de vida y, algo muy importante, las preferencias y objetivos de cada paciente. Además, la monitorización continua y el uso de nuevas herramientas digitales nos ayudan a ajustar las decisiones con el tiempo. No tratamos solo una enfermedad, tratamos personas, y eso marca una gran diferencia.
L.C: Solemos decir que el tratamiento debe de ser como un “traje a medida”. Cuando proponemos un tratamiento, los neurólogos ya hemos evaluado el grado de actividad inflamatoria de la enfermedad, los factores que conllevan un peor pronóstico a largo plazo, las características de la medicación y del propio equipo sanitario. Sin embargo, el paciente nos tiene que aportar sus preferencias de acuerdo a su estilo de vida, deseo de embarazo, tipo de trabajo, miedos y expectativas, otras enfermedades asociadas y otros tratamientos concomitantes.
Los nuevos biomarcadores tanto de resonancia como de sangre nos permiten ajustar todavía más nuestro “traje”, de tal forma que evitamos los múltiples cambios por fracaso del tratamiento o por efectos indeseados del mismo.
Hoy, con diagnóstico temprano y un buen tratamiento desde el inicio, se puede frenar de forma clara el daño futuro en muchos pacientes, algo impensable hace dos décadas.
¿Se vislumbra la posibilidad de frenar el daño neurológico en algún momento?
M. F: La investigación avanza en una dirección esperanzadora. Hoy el foco no está solo en controlar los brotes, sino en frenar la progresión de la enfermedad y preservar la reserva neurológica. Se están explorando nuevas estrategias centradas en la neuroprotección y en la reparación del daño, que podrían cambiar de forma significativa el pronóstico a largo plazo. Aunque todavía queda camino por recorrer, estos avances abren la puerta a un futuro en el que las personas con esclerosis múltiple puedan vivir con más autonomía y menos limitaciones.
L. C: Hoy, con diagnóstico temprano y un buen tratamiento desde el inicio, se puede frenar de forma clara el daño futuro en muchos pacientes, algo impensable hace dos décadas.
La comunidad científica dedica gran parte de sus esfuerzos en seguir investigando en remielinización, neuroprotección y terapias celulares, pensamos que será la clave para intentar reparar el daño ya existente. Sin embargo, todo esto no forma parte de la práctica clínica. En consulta se ve que, con buen control de la inflamación y rehabilitación constante, el cerebro puede reorganizarse y algunas funciones se recuperan; hay motivos para el optimismo, aunque todavía no se puede hablar de curación completa.
¿Qué mensaje le gustaría transmitir a quienes acaban de recibir el diagnóstico?
M. F: Recibir un diagnóstico de esclerosis múltiple no es fácil, pero hoy la situación es muy distinta a la de hace unas décadas. Existen equipos médicos altamente especializados y un abordaje cada vez más individualizado.
Es importante confiar en los profesionales y saber que la ciencia y la innovación han avanzado mucho. El objetivo es acompañar a cada persona para que pueda construir su proyecto de vida con la mayor calidad posible, con información, apoyo y esperanza realista.
L. C: Lo primero que les suelo decir es que no están solos. Que esta es una enfermedad crónica, con la cual tendrán que convivir toda la vida, pero que el camino lo haremos juntos. Y que para esto contamos con todo un equipo interdisciplinar de neurólogos, inmunólogos, enfermeras, rehabilitadores, psicólogos, psiquiatras. También con asociaciones de pacientes y con sus familias y entorno más cercano.
También que el pronóstico de la enfermedad es completamente distinto a lo que fue hace 20 años. Que ahora disponemos de fármacos muy eficaces, que abarcan distintos aspectos de la enfermedad y que ayudan a la persona afectada a mantener una vida plena en todas sus facetas.
Por último, insistiría en su papel como corresponsable de la evolución de su enfermedad. El equipo sanitario hará la mitad del trabajo, pero la otra mitad es responsabilidad de cada persona, quienes tienen que cumplir con el tratamiento y las revisiones y llevar un estilo de vida saludable con especial atención al ejercicio físico, al abandono de los hábitos tóxicos y al cuidado de otras enfermedades que puedan coexistir con la Esclerosis Múltiple.







