"Me ha llevado su tiempo" o "me ha costado lo suyo" son dos expresiones que solemos utilizar con frecuencia sin darnos cuenta de que solo emplearlas en primera persona puede mejorar (y mucho) nuestra autoestima. "Me ha costado lo mío" y "me ha llevado mi tiempo" son mejores opciones, según la psicología. Y así lo explica MªJosé Ortolà Sastre (libelula_psicología), psicóloga clínica integradora.
Para ella, este cambio tan sutil es un "ajuste bastante relevante en psicología". "Sin darnos cuenta funcionamos desde un locus de control externo", explica. "Cuando algo sale bien, lo atribuimos a la suerte, a las circunstancias al hecho de que alguien nos lo nos lo puso fácil, por ejemplo. En cambio, cuando algo sale mal, solemos responsabilizarnos en exceso dando pie a la culpa", sostiene. Según la experta, ese equilibrio nos genera una sensación de que no somos suficientes, "como si nunca fuéramos del todo autores de nuestros propios logros".
Por este motivo, para María José, es indispensable "observar el impacto nuestro propio lenguaje". "Cuando una persona empieza a decir, "me ha llevado mi tiempo." Esto hace que vaya recuperando la autoría de su proceso y se reconozca como parte activa, no tanto como una espectadora. Aunque parezca un pequeño matiz, los efectos que tiene en cómo nos sentimos con nosotros mismos son increíbles".
A nivel clínico, nos cuenta, ese uso del "yo" nos ayuda a "integrar la experiencia": es mío el esfuerzo, mía la constancia, mío el aprendizaje. No es algo abstracto ni ni ajeno.
"Además, hablar en primera persona también hace que se reduzca la distancia emocional que solemos poner entre nosotras y y entre los procesos que nos cuestan", añade la experta. "Nos resulta difícil admitir que algo nos ha supuesto dedicación, tiempo, vulnerabilidad y al nombrarlo como algo mío, lo que hacemos es colocarnos dentro de la experiencia: la validamos, la respetamos y, así, nos validamos y respetamos también a nosotros mismos", reflexiona. Y defiende que se trata de un proceso "súperreparador".
En definitiva, para María José, "es un gesto de amor, de autoamor. Es un gesto pequeño por fuera, pero que realmente hacia dentro es muy significativo".







