"A veces nos sorprendemos por no tener ganas de ver a alguien a quién queremos". Estas palabras de Leticia Martin Enjuto (www.psicologaleticiamartin.com), psicóloga sanitaria experta en psicología cognitivo conductual, describen una realidad que, a menudo, resulta difícil de admitir.
Hay días, semanas y a veces meses en los que no nos apetece ni hablar, ni quedar con nuestros amigos. Y, aunque si esto pasa, nos sentimos culpables con frecuencia, lo cierto es que se trata de un sentimiento completamente normal, pero, por las consecuencias que puede acarrear admitirlo, a menudo este tema se convierte en tabú y terminamos quedando con nuestro entorno por compromiso, o evitando ese encuentro excusándonos con alguna mentira piadosa.
"Que no queramos ver a nuestros amigos puede generar culpa o confusión. Sin embargo, no siempre significa que algo esté mal con esa persona", señala la experta en salud mental, aclarando que existen varios motivos que nos pueden llevar a tomar esta distancia: "Muchas veces es simplemente un signo de saturación emocional.
Cuando estamos sobrecargados -por el trabajo, las responsabilidades o los cambios personales-, nuestro cuerpo y nuestra mente nos piden espacio y silencio. En esos, momentos, incluso los planes agradables pueden sentirse como un esfuerzo", concreta.
¿Por qué no queremos ver a nuestros amigos?
Decir que vivimos en un mundo hiperconectado no es nada nuevo. Las comunicaciones, a día de hoy, son tan fáciles que a veces hemos hablado ya tanto por mensajería con una persona que no sentimos la necesidad de verla tanto como igual se hacía antaño. Otras veces, precisamente porque estamos hastiados de tanta tecnología, simplemente necesitamos desconectar.
También puede ocurrir otra cosa: "Cuando la falta de ganas se dirige de forma más específica hacia un amigo concreto, puede que la relación haya cambiado. A veces nos damos cuenta de que ya no compartimos los mismos intereses o que el vínculo nos exige más energía de la que tenemos".
Si necesitamos distanciarnos de una persona en concreto, ¿significa esto que nos hemos desconectado emocionalmente de ella, o que le hemos perdido el cariño? No tiene por qué ser así: "Puede ser una señal de que la relación necesita un nuevo equilibrio, una forma distinta de encontrarse.
La clave está en observar el patrón emocional, es decir, si sentimos esa desgana con más personas o actividades, probablemente sea saturación; si ocurre solo con alguien en particular, quizá el vínculo esté pidiendo una transformación. Escucharnos sin juicio y con amabilidad es el primer paso para cuidar tanto de nosotros mismos como de nuestras relaciones", explica Leticia Martín.
Una oportunidad para conectar con uno mismo
Que este fenómeno suceda no es extraño, sino algo completamente normal. Estar siempre en el mismo escalón con alguien es realmente complicado, y, como seres humanos que somos, transitamos distintas etapas vitales, experiencias y emociones que nos llevan a acercarnos más o menos a determinadas personas, según lo que nos conviene y necesitamos en cada momento.
Como explica la profesional: "Las personas no somos estáticas; cambiamos, maduramos, atravesamos etapas con más o menos energía social. Hay momentos en los que necesitamos recogimiento, silencio, o descanso. Eso puede reflejarse en una menor disponibilidad emocional hacia los demás".
A pesar de que este proceso emocional es normal, si no nos sentimos a gusto transitándolo hay prácticas que podemos llevar a cabo. "No querer ver a tus amigos o alguno de ellos no tiene porqué ser un signo de desinterés, sino de ajuste natural a nuestro propio ritmo interno".
"Cuando aparece esa pereza, puede ayudarnos parar y preguntarnos si nos sentimos mejor cuando estamos a solas o si, en cambio, nos sentimos vacíos. Si el descanso nos reconecta con la calma, seguramente solo necesitábamos espacio", detalla Leticia Martín.
¿Y si sucede lo contrario? ¿Qué sucede si notamos que, después de desconectar del otro seguimos sintiendo indiferencia o no tenemos ganas de verlo ni saber más de él? La experta lo deja claro: "Quizá haya algo más profundo, como un cambio de etapa vital, una herida no resuelta o simplemente una distancia que se ha ido generando de forma natural".
Sentirse lejos de alguien puede dañar tanto a la otra persona, como a nosotros mismos. En estos casos, para protegerse de ese dolor, resulta fundamental "no forzarse ni culpabilizarse", como aconseja la psicóloga, que, para entenderlo mejor, especifica más: "Tomarse un tiempo para uno mismo no significa cerrar la puerta a los demás. A veces, el cariño sigue estando, pero necesita otra forma de expresarse. Ya sea con menos presencia, más autenticidad, o incluso con una pausa para recuperar el equilibrio. Reconocer esto con honestidad es una muestra de madurez emocional".
Cómo saber si te has desconectado o perdido la relación con tus amigos
Hay momentos en los que, simplemente, nos necesitamos a nosotros mismos. En estas ocasiones, es común que desconectemos del resto y perdamos las ganas de dedicarles tiempo. Si bien puede parecer un acto de egoísmo, lo cierto es que no se trata más que de un comportamiento que denota amor propio, como revela la experta: "Con frecuencia, la falta de ganas de ver a alguien tiene más que ver con nosotros que con el otro".
Cuando atravesamos etapas de agotamiento, estrés o cambio interior, nuestras prioridades se reordenan y necesitamos proteger nuestra energía. No se trata de rechazo, sino de autocuidado".
Actuar de este modo, en el fondo, es una manera de permitirnos conocernos a nosotros mismos. "Darnos permiso para escucharnos sin sentirnos malos amigos es una forma de respetar nuestros propios límites", comenta Leticia Martín, que además, enumera algunas señales que pueden ayudarnos a reconocer cuándo este espacio es definitivo: "Sentirnos cansados incluso antes de quedar, necesitar silencio o rutina más que conversación, o percibir que las interacciones nos dejan vacíos en lugar de reconfortarnos o darnos cuenta de que nuestros intereses o necesidades han cambiado, y la relación, tal como era, ya no encaje del mismo modo".
Cambiamos a medida que pasan los días, y eso es algo natural de la vida. De todos modos, si seguimos queriendo fortalecer ese vínculo y creemos que simplemente esa distancia se trata de una desconexión momentánea, "podemos comunicarlo desde la sinceridad y el afecto. Decir algo como que estás en una etapa más tranquila, que necesitas cuidarte un poco y recargar ayuda a mantener el lazo sin dañarlo", concluye la experta.













