Final de Wimbledon 2025. Carlos Alcaraz, el joven prodigio que ya ha ganado cinco Grand Slams y ha liderado el ranking mundial, se gira hacia su equipo y sentencia: “Está siendo mucho mejor que yo. Pero muchísimo mejor que yo”. Una afirmación que denotó una emoción: Carlos Alcaraz se sentía superado. Y así fue. El español perdió su primera final de Grand Slam frente a Jannik Sinner.
Para entender qué sucede en la mente de un deportista de élite en momentos como este, hablamos con José García Donate, psicólogo especializado en Psicología Deportiva en el Instituto Centta. “Lo que dijo Alcaraz no lo dijo desde la estrategia. Lo dijo desde la emoción. Y eso es lo más interesante, porque refleja un punto de inflexión psicológico que muchos deportistas conocen demasiado bien”, explica el experto.
Cuando la emoción toma el mando
En el deporte profesional, como en tantas otras áreas de la vida, la presión puede ser tan alta que se activa una sensación de amenaza. No solo hablamos del temor a perder, sino del miedo al juicio, al fallo, a no estar a la altura de las propias expectativas o de las que otros han depositado. Según García Donate, en estos contextos es cuando el cerebro emocional entra en escena.
“Cuando el sistema límbico se activa, la parte del cerebro que regula nuestras emociones, se disparan respuestas automáticas: frustración, rabia, miedo, desesperanza… Y si no se regulan a tiempo, acaban dirigiendo la conducta”, señala el psicólogo. En otras palabras, en lugar de jugar desde la técnica y la estrategia, el deportista empieza a jugar desde la emoción.
Lo preocupante, añade, es que “cuando las emociones intensas toman el control, la corteza prefrontal, la zona encargada de tomar decisiones, mantener la atención, resolver problemas, se apaga o se ve sobrepasada. Y con ella, el rendimiento se viene abajo”. Lo que sucede en ese instante es que el jugador deja de estar en el partido y pasa a estar en su cabeza, atrapado por pensamientos que, aunque parezcan reales, no siempre lo son.
El error de fijarse solo en el resultado
Una de las principales trampas en las que puede caer un deportista, y cualquiera que esté bajo presión, es la obsesión con el resultado. Según García Donate, “focalizarse solo en ganar o perder no hace más que aumentar la presión interna y alejarte de lo único que puedes controlar: tu comportamiento en el presente”.
Por eso, cuando Carlos Alcaraz dice en voz alta que su rival está siendo “muchísimo mejor”, está, de algún modo, dándole forma verbal a una emoción intensa. “Pensamientos como ese son comprensibles en mitad del torbellino competitivo”, señala el psicólogo, “pero si se repiten sin cuestionarse o se asumen como verdades absolutas, acaban paralizándote”.
Es importante entender que estos momentos no son sinónimo de debilidad, sino de humanidad. “Sentir rabia, frustración o tristeza es completamente normal. El problema no es sentirlo. El problema es actuar desde ahí, sin filtrar, sin regular. Porque entonces, el resultado casi siempre es un rendimiento aún más pobre”, subraya García Donate.
Qué no hacer cuando te sientes superado
Desde su experiencia como psicólogo deportivo, José García Donate detalla qué errores suelen cometer los atletas, y por extensión, cualquiera en una situación de alta exigencia, cuando se ven sobrepasados:
- Fijarse solo en el marcador o en lo que va mal, en lugar de prestar atención a lo que está en su mano.
- Engancharse a un discurso negativo, como “es mejor que yo”, sin contrastarlo ni ponerlo en contexto.
- Dejarse arrastrar por la emoción, actuando impulsivamente o perdiendo el control de la situación.
- Quedarse enganchado al error cometido, repitiendo mentalmente lo que ya no se puede cambiar.
Todas estas conductas tienen un mismo efecto: sacar al deportista del presente. Y como recuerda el psicólogo, “en competición, la única dirección útil es el ahora”.
Herramientas para reconducir la mente y recuperar el control
Aunque los momentos críticos no se pueden evitar por completo, sí se pueden preparar. Y es ahí donde entra en juego el entrenamiento mental. “Las herramientas para gestionar estas situaciones no se improvisan. Se entrenan. Y lo ideal es hacerlo con la ayuda de un profesional”, afirma García Donate.
Entonces, ¿qué se puede hacer cuando las emociones arrecian? El psicólogo deportivo del Instituto Centta propone varias claves:
- Respiración consciente: respiraciones lentas y profundas para reducir la activación fisiológica. Es el primer paso para recuperar claridad mental.
- Validar las emociones, sin dejarse arrastrar por ellas: no se trata de reprimir la frustración, sino de reconocerla sin convertirla en guía de acción.
- Volver al presente: preguntarse “¿qué necesito hacer en este punto?” es una forma de recuperar el foco y salir del bucle mental.
- Autodiálogo técnico y motivador: hablarse de forma clara y concreta, con frases centradas en la acción (“mantén las piernas activas”, “sigue tu ritmo”) o que refuercen la confianza (“confía en tu saque”, “ya lo has hecho antes”).
Estas estrategias, que pueden parecer simples, requieren práctica. “Cuando llega la ola, añade el experto, , o tienes recursos para surfearla… o te arrastra”.
El valor de la preparación psicológica en el deporte
El caso de Carlos Alcaraz pone sobre la mesa una realidad muchas veces ignorada: incluso los mejores pueden sentirse superados. “Lo que distingue a los grandes no es que no tengan momentos de debilidad, sino cómo los gestionan”, apunta García Donate.
En este sentido, el trabajo del psicólogo deportivo va mucho más allá de ayudar a rendir mejor. Se trata de construir una mentalidad sólida, de entrenar la resiliencia, la concentración, la capacidad de autorregulación emocional. “Cuando conoces tus reacciones, anticipas las crisis y trabajas previamente tus herramientas, las probabilidades de sostenerte en los momentos difíciles aumentan muchísimo”, asegura.
Por eso, cada vez más deportistas incorporan la psicología como parte esencial de su entrenamiento. Porque saben que la diferencia entre ganar y perder muchas veces no está en el físico, ni en la técnica, sino en lo que pasa dentro de su cabeza cuando las cosas se tuercen. Y así se superan los campeones y cualquiera de nosotros.
Y así lo expresó el propio Alcaraz: "Saco muchísimas cosas de esta final”, avisó el español. “Cosas que tengo que mejorar. Nunca he sido de apuntar lo que he hecho mal tras perder un partido, pero hoy lo tengo muy claro, y quizás me las apunte para luego entrenarlas. Así se forja un gran campeón”, reflexionó.