Dar más vida al cerebro ha pasado de ser una idea soñada a una realidad gracias a los avances en medicina regenerativa, estimulación cerebral y hábitos preventivos. Y es que "el cerebro es el director de orquesta del organismo. Si no funciona bien, ningún otro órgano sonará afinado", afirma la Dra. Estela Lladó-Carbó, médico especialista en neurociencias y longevidad, de Monarka Clinic, en Barcelona. Hemos hablado con ella para saber exactamente a qué se refiere y qué podemos hacer para frenar y retrasar el envejecimiento del cerebro y potenciar su rendimiento, así como conocer cuáles son los avances en el campo de la neurolongevidad. Además, la bióloga Tamara Pazos, autora del libro Crecer sin envejecer (Ed. Paidos) nos explica qué más podemos hacer para vivir más y mejor.
¿Qué es la neurolongevidad?
Nadie quiere vivir más años si la calidad de vida no es buena. Por ello, cada vez se habla más de longevidad. Pero, ¿qué es exactamente? "La longevidad no consiste solo en sumar tiempo, sino en mantener una calidad de vida extraordinaria hasta el final", señala la doctora. Esto implica ralentizar el envejecimiento del cerebro y prevenir su deterioro cognitivo. No basta con sobrevivir: se trata de conservar la memoria, la concentración, el estado de ánimo y la capacidad de tomar decisiones. "Cada órgano envejece a un ritmo diferente, y el cerebro necesita cuidados específicos para seguir funcionando con agilidad". La neurolongevidad se presenta, por tanto, como una nueva frontera de la medicina que ya no se limita a tratar enfermedades, sino a mantener la funcionalidad del cerebro a lo largo del tiempo.
La longevidad no consiste solo en sumar tiempo, sino en mantener una calidad de vida extraordinaria hasta el final", señala la doctora. Esto implica ralentizar el envejecimiento del cerebro y prevenir su deterioro cognitivo
¿Por qué envejece nuestro cerebro?
Aunque la genética influye en torno a un 50%, la otra mitad depende de nuestros hábitos. "Dormir bien, hacer ejercicio adaptado, alimentarse con calidad, controlar el estrés y tener relaciones sociales positivas son claves para un envejecimiento cerebral saludable", explica. Es lo que se conoce como epigenética: el entorno y el estilo de vida pueden modular la expresión de los genes. Y añade una anécdota curiosa: "Muchos centenarios comparten rutinas como leer el periódico a diario o tener una vida social activa; estos hábitos estimulan la plasticidad neuronal". También son clave las emociones: el aislamiento, la apatía o el estrés crónico aceleran la pérdida de conexiones neuronales.
La buena noticia es que no hace falta mucha tecnología para tener un cerebro en forma. "Lavarse los dientes con la mano no dominante, caminar hacia atrás o comer con los ojos cerrados o vestirse con la luz apagada son ejercicios de neurogimnasia que activan zonas dormidas del cerebro", asegura Lladó-Carbó. Estas acciones estimulan nuevas rutas neuronales, favorecen la neurogénesis y mejoran la coordinación sensorial. Cuanto más exigente sea una tarea para el cerebro, más lo activa. "El aburrimiento intelectual envejece tanto como el sedentarismo corporal".
Otro gran aliado: el olfato. "El sistema olfativo está conectado con el hipocampo, la región de la memoria. La aromaterapia no solo relaja, también activa recuerdos y conexiones neuronales", indica la experta de Monarka Clínic, el recién inaugurado centro de longevidad y medicina regenerativa, en la que uno de los socios es Pep Guardiola. Aplicada con aceites esenciales naturales, puede convertirse en un recurso terapéutico para activar zonas cerebrales vinculadas a las emociones y a la memoria autobiográfica. En personas con deterioro cognitivo leve, se emplea como herramienta para reforzar la evocación de recuerdos y mejorar el estado de ánimo.
El sistema olfativo está conectado con el hipocampo, la región de la memoria. La aromaterapia no solo relaja, también activa recuerdos y conexiones neuronales
¿Qué otras terapias rejuvenecen el cerebro?
En su consulta, la doctora aplica tecnologías pioneras. Una de ellas es la estimulación magnética transcraneal o la neuromodulación cerebral no invasiva. "Trabajo en monitorización intraoperatoria, ayudando a los neurocirujanos a identificar qué zonas cerebrales se pueden resecar y cuáles no. He visto cómo, ante un tumor cerebral, áreas funcionales del lenguaje, por ejemplo, pueden reubicarse espontáneamente. Con estimulación magnética transcraneal o neuromodulación cerebral no invasiva, logramos desplazar estas zonas antes de la operación. Se reseca el tumor y después el área funcional puede volver a su lugar. Es increíble".
Otra terapia innovadora es la hipoxia intermitente, que simula estar a gran altitud. "Reducimos el oxígeno inhalado hasta generar una 'ventana hermética' de entre el 75 y el 85% de saturación. Esto activa mecanismos antiinflamatorios, antioxidantes y vasodilatadores. Luego pasamos a una fase de hiperoxia, en la que se inhala oxígeno puro. Las células reciben un impulso que mejora su funcionalidad y elimina células zombis, responsables del envejecimiento". La combinación de hipoxia e hiperoxia estimula la producción de nuevas mitocondrias, potencia la reparación celular y mejora la oxigenación cerebral. De hecho, nos cuenta la experta, antes de una presentación o de un examen, esta terapia te da más claridad mental.
Por otro lado, también se aplica la plasmaféresis. "Podríamos llamarle reset celular. Extraemos la sangre, filtramos toxinas y metales pesados y la reintroducimos limpia. He visto mejoras espectaculares en pacientes con fibromialgia, enfermedades autoinmunes o trastornos de memoria", afirma. Es una técnica que, según dice, potencia la eficacia de cualquier otro tratamiento posterior. La limpieza del plasma ayuda a reducir la inflamación sistémica, mejora la claridad mental y disminuye síntomas asociados al deterioro cognitivo leve.
Analíticas que anticipan enfermedades
Otro de los aspectos clave de la neurolongevidad es anticiparse a las enfermedades que tienen una base genética y cuidar muy bien los hábitos para retrasar su aparición o, incluso, evitar que se produzca. "No basta con mirar la glucosa del momento. Hay que ver si esa persona puede tener Alzheimer dentro de 10 años", defiende. En su consulta analiza marcadores inflamatorios y realiza tests genéticos como el APOE4, relacionado con la neurodegeneración. "El conocimiento no es para generar miedo, sino para actuar antes de que el daño aparezca". También utiliza indicadores como la fructosamina, que refleja la media de glucosa de las últimas semanas y permite detectar riesgos metabólicos precoces. Con estos datos, se diseña una estrategia preventiva a medida, personalizada y dinámica.
Pero todo lo que hagamos por nuestro cerebro de poco valdrá si no cuidamos también el resto de nuestro cuerpo. Y es ahí donde Teresa Pazos, bióloga y master en neurociencias quiere insistir. "El envejecimiento a nivel biológico se explica como un declive en el funcionamiento celular está condicionado por nuestro propio ADN. Inevitablemente cada día que vivimos nuestras células se reproducen y se replican haciendo que cada vez aparezcan más errores en el ADN que deterioran poco a poco el funcionamiento celular", nos cuenta.
Sin embargo, si cuidamos mucho de nuestro sistema inmune, "este estará preparado para enfrentar el envejecimiento sabiendo detectar rápidamente cuando una célula ha de ser eliminada y reemplazada para que no ocasione daños a los tejidos y órganos", señala Pazos. Además, la inversión en ciencia e investigación nos acerca cada vez más a terapias que hackearán esos procesos saludables no solo para darnos longevidad, sino para darnos lo más importante: vitalidad. Es imprescindible conseguir un aumento de esperanza de vida que esté acompañado de calidad de vida.
Generalmente asociamos el sueño a reparar la mente, pero el gran protagonista en las horas de descanso es el sistema inmune que aprovecha el sueño para regenerar sus soldados y para reparar los daños
La microbiota, un aliado invisible
La microbiota está estrechamente relacionada con el sistema inmune y este con la longevidad. "Desde que nacemos la exposición al entorno va entrenando al sistema inmune a distinguir lo propio de lo ajeno y a saber qué debe atacar y qué debe defender. Una puerta de entrada constante de cosas externas a nuestro organismo es el sistema digestivo y la forma de fortalecer el sistema inmune con una gran biblioteca de recursos es tener una microbiota intestinal sólida". Una alimentación variada en la que incluyamos pro y prebióticos a diario hará llegar a nuestro intestino distintas cepas de microorganismos beneficiosos para la salud que nos ayudan a digerir más nutrientes y a cuidar del sistema inmune bautizando así el eje cerebro- intestino-microbiota-inmune
El estilo de vida sí importa (y mucho)
Cuidar el sueño es una prioridad absoluta. "Garantizar un descanso regular a lo largo de la semana con un mínimo de 7 horas continuadas de sueño es clave para que el sistema inmune se recupere y pueda trabajar de forma eficiente. Generalmente asociamos el sueño a reparar la mente, pero el gran protagonista en las horas de descanso es el sistema inmune que aprovecha el sueño para regenerar sus soldados y para reparar los daños que hemos hecho al cuerpo durante el día", continúa.
Es importante que el descanso sea continuado porque cuantos más ciclos de sueño acumulamos de forma consecutiva más capacidad reparadora tiene el sistema inmune. "Si interrumpimos el sueño despertándonos muchas veces en la noche estamos haciendo que el proceso tenga que empezar de cero sin llegar a las reparaciones más profundas necesarias para cuidar la vitalidad y la longevidad".
Por otro lado, Tamara Pazos también nos habla de la dieta y de comer de todo y bien. "El ambiente metabólico y el equilibrio en nuestro metabolismo celular depende de muchos factores: el sedentarismo, el descanso, el estrés, la dieta completa… Por lo que no se conocen alimentos o suplementos milagro que simplemente con su consumo consigan alargarnos la vida. Eliminar el foco de un par de alimentos y ponerlo sobre la alimentación general en la que deben abundar alimentos altamente nutritivos y poco procesados será la clave de ayudar, en la parte de alimentación, al cómputo total de ingredientes que construyen longevidad", recuerda.
Por último, nos advierte de los diruptores endocrinos, sustancias exógenas que se parecen mucho a sustancias endógenas que fabrica nuestro propio cuerpo, por lo que si entran en el organismo tienen la capacidad de interferir en el funcionamiento de nuestros órganos y células. "Muchos disruptores endocrinos son buenos y son medicamentos que utilizamos porque interfieren de forma positiva. Sin embargo hay muchos que están en el ambiente y que son perjudiciales para la salud como los que proceden de productos de plásticos y cosméticos de poca calidad a o de contaminantes ambientales como gases y otras sustancias que se liberan al medioambiente en las cadenas de producción. Estos distuptopres tienen la capacidad de modificar nuestra información genética, causar estrés oxidativo y repercutir en un peor funcionamiento celular que acelere el envejecimiento y enfermedades metabólicas o, incluso, tumores", alerta. Sin embargo, lamenta que la solución no recae sobre las elecciones del consumidor, sino en que legislemos para generar entornos cada vez más seguros para las personas.
Necesitamos espacios para sociabilizar, desplazarnos andando, pasar tiempo al aire libre y favorecer hábitos saludables.
Un consejo para vivir más y mejor
Tamara Pazos se despide recordando aspectos que a veces olvidamos y que aumentan la longevidad. "Cada vez vivimos más años pero estos han de ser vitales y con calidad de vida. Para ello no podemos contar con los hábitos individuales de cada persona sino que tenemos que trabajar para conseguir diseño de espacios públicos que contribuyan a generar entornos para sociabilizar, desplazarnos andando, pasar tiempo al aire libre y favorecer hábitos saludables de forma integrada en el día a día. Integrar zonas verdes y espacios libres de contaminación para protegernos de las amenazas de los entornos hostiles".