Seguro que tú también lo has sentido alguna vez: esa sensación de tristeza cuando alguien te decepciona, o cuando alguien te deja. La sensación de angustia cuando algo no sale como esperabas o cuando te frustras por no poder controlar lo que ocurre a tu alrededor. Querer tenerlo todo bajo control, complacer a todo el mundo o corregir lo que no depende de ti es agotador. Por eso, aprender a soltar no solo es un acto de liberación emocional, sino un paso vital para recuperar tu paz mental y reconectar contigo misma.
Esto lo tiene claro Mel Robbins, una conocida comentarista de la CNN y una de las conferenciantes mejor valoradas en Estados Unidos. Robbins ha escrito un libro sobre este tema titulado 'La teoría Let Them. La clave está en soltar' (Ed. Libros Cúpula) y con él quiere ayudar a millones de ciudadanos a liberarse de todo aquello que no podemos controlar para centrarnos en lo que verdaderamente importa: nuestro bienestar.
Soltar es pasar de reaccionar constantemente a vivir de forma más consciente.
¿Qué significa realmente “soltar”?
Soltar no es resignarte. Tampoco es ignorar lo que te duele. Soltar, tal como lo explica Mel Robbins, es dejar de malgastar tu energía en lo que no puedes cambiar y empezar a invertirla en lo que sí está en tus manos: tú. Es pasar de reaccionar constantemente a vivir de forma más consciente. Es dejar de preguntarte por qué esa persona no actúa como tú esperas, por qué no te valoran como mereces o por qué las cosas no salen según tu guion… para empezar a preguntarte: ¿Qué necesito yo? ¿Qué quiero cuidar? ¿Qué puedo dejar ir?
Mel lo aprendió por las malas. Cuando tenía 41 años, estaba endeudada, sin trabajo, al borde de perderlo todo. En lugar de buscar ayuda, procrastinaba, bebía, culpaba a los demás. Hasta que entendió que nadie iba a venir a salvarla. Solo ella podía darse permiso para cambiar. “El único permiso que te hace falta conseguir es el tuyo propio”, escribe.
Mel Robbins propone una fórmula sencilla pero revolucionaria: “Déjales” y “Déjate”. La primera parte consiste en dejar de intentar controlar lo que hacen, piensan o dicen los demás. “Cuando dejas de obsesionarte con lo que otra gente piensa, encuentras por fin la energía para centrarte en tu vida”, afirma.
"¿Te duele que alguien no te escriba? ¿Te frustra que un familiar siempre critique tus decisiones? ¿Te irrita que tus hijos o tu pareja no actúen como tú crees que deberían?", continúa la conferenciante. "Déjales. Déjales pensar lo que quieran. Déjales equivocarse. Déjales ser quienes son". No porque te dé igual, sino porque entiendes que no puedes cambiar a nadie que no quiera cambiar. Como dice Robbins, “la gente solo cambia cuando quiere hacerlo”.
Pero ahí no termina la teoría. El segundo paso es el que de verdad transforma tu vida: “Déjate”. Déjate sentir. Déjate respirar. Déjate recuperar el control de tu cuerpo, de tu mente, de tus emociones. “Déjate coger aire de nuevo, calmar tu respuesta al estrés, apaciguar tu cuerpo y tu mente, recuperar tu poder”, señala.
Soltar no se trata de volverte pasiva ni de aislarte emocionalmente. Al contrario. Se trata de hacer espacio para lo que importa, de cuidar tu energía y tus valores.
Soltar no es huir, es elegir
No se trata de volverte pasiva ni de aislarte emocionalmente. Al contrario. Se trata de hacer espacio para lo que importa, de cuidar tu energía y tus valores, de decidir qué merece tu atención y qué no. En lugar de responder con rabia, con reproches o con ansiedad, puedes aprender a responder desde la serenidad.
Y es que uno de los grandes malentendidos sobre el arte de soltar es pensar que es sinónimo de rendirse. Pero no es así. Soltar implica mirar de frente lo que duele y decidir cómo actuar con madurez. A veces significa poner límites. A veces significa guardar silencio. Y a veces, sí, significa alejarse.
No es lo mismo soltar que abandonar. Soltar es un acto de amor propio. Es decir: “Esto me hace daño y no quiero cargar con ello”. Y también: “Respeto tu libertad, pero voy a proteger la mía”. Robbins lo resume con claridad: “Si algo te importa lo suficiente, intenta cambiarlo. Pero si no, deja de quejarte al respecto. Hablar es fácil, pero actuar es lo que transforma”.
Intentar arreglar la vida de otro no es amor, es control disfrazado. Acompaña, pero no cargues con lo que no te corresponde.
¿Cómo aplicar la teoría en la vida real?
Pero ¿cómo hacerlo? Es decir, es fácil tomar la decisión de soltar. Sin embargo, ponerlo en práctica no es tan sencillo. Por ello, Mel Robbins nos da algunas pautas:
Aprende a pausar. Cuando sientas que algo te saca de quicio, no respondas de inmediato. Repite mentalmente “Déjales”, luego “Déjame” y respira. Esa pequeña pausa puede evitar una discusión, un mensaje desafortunado o una reacción que luego te pese.
- Elige tus batallas. No todo merece tu energía. Hay situaciones y personas que, simplemente, no se van a mover de su sitio. Deja de luchar por convencer a quien no quiere escuchar. Suelta el drama, la expectativa, el rol de salvadora.
- No intentes salvar a nadie. Intentar arreglar la vida de otro no es amor, es control disfrazado. Robbins lo deja claro: “Cuanto más intentes rescatar a alguien, más se hundirá”. Acompaña, pero no cargues con lo que no te corresponde.
- Replantea tus relaciones. Aceptar a las personas tal como son no significa permitir todo. Pero sí implica dejar de presionar, de corregir, de esperar que cambien porque tú lo necesitas. “Acaba la guerra por el poder”, propone la autora. Pregunta, observa y reconoce sus avances. Eso, más que el reproche, inspira cambios reales.
- No te compares para sufrir. Compararte es humano. Pero usa la comparación para inspirarte, no para castigarte. ¿Admiras a alguien? Pregúntate qué puedes aprender. Pero si estás rumiando sobre lo que no tienes y no puedes cambiar, suéltalo. Es una tortura inútil.
Soltar cuando una relación se acaba
Otro de los temas de los que trata Robbins son las rupturas. Robbins comparte una regla que su psicóloga le enseñó: 30 días sin contacto. Ni fotos, ni mensajes, ni llamadas. Porque cada vez que vuelves, retrocedes en el proceso de sanar. El tiempo cura, pero solo si te permites el duelo.
Soltar una relación no deseada, una amistad que ya no te aporta o incluso un trabajo que te drena es duro, sí. Pero también es el inicio de algo mejor. “Eres la única persona con la que pasarás el resto de tu vida. ¿Qué clase de relación quieres tener contigo misma?”, pregunta Mel. Cuando eliges priorizarte, respetarte y darte lo que necesitas, empiezas a enseñarle al mundo cómo quieres que te traten.
Cuando sueltas dejas entrar nuevas relaciones, nuevas ideas, nuevas posibilidades
Soltar también es abrir espacio
La gran paradoja de soltar es que cuando sueltas lo que no te corresponde, haces espacio para lo que sí. Dejas entrar nuevas relaciones, nuevas ideas, nuevas posibilidades. Y sobre todo, te reencuentras contigo.
¿La clave? Empieza hoy. No hace falta que lo tengas todo claro. No hace falta que estés segura o lista. Solo necesitas darte permiso. Como escribe Mel Robbins: “El problema de esperar es que no va a aparecer nadie. El único permiso que te hace falta conseguir es el tuyo propio”.
Soltar no es un acto heroico ni algo reservado a los gurús del desarrollo personal. Es un hábito, una práctica diaria, un compromiso contigo. Y cuanto más lo practiques, más ligero se sentirá todo.