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Fran Cuesta revela los efectos físicos de su tratamiento contra el cáncer© Getty Images

Psicología

Lara Ferreiro, psicóloga: 'Se puede salir de la mitomanía o adicción a la mentira que sufre Frank Cuesta'

Frank Cuesta ha confesado padecer un problema de mitomanía y ego, y que su cáncer no es realmente una enfermedad oncológica, es decir, ha mentido sobre su enfermedad. Hablamos con una psicóloga para averiguar por qué hay personas que no pueden dejar de mentir, qué se esconde detrás de esta adicción y qué hay que hacer para salir de ella. 


13 de mayo de 2025 - 18:06 CEST

"He sido un personaje. Y poco a poco se me ha ido yendo de las manos por un grave problema de mitomanía y ego". Así comenzaba el vídeo que Frank Cuesta, conocido defensor de los animales, compartía con sus seguidores en YouTube. Un testimonio inesperado y crudo que ha dejado en shock a su audiencia. 

¿Se puede vivir atrapado en una mentira constante? ¿Qué lleva a alguien a crear un personaje que acaba devorando su propia identidad? Para entender lo que hay detrás de la mitomanía y su relación con el ego, hablamos con la psicóloga y escritora Lara Ferreiro.

Qué es la mitomanía y cómo se manifiesta

La mitomanía no es una simple costumbre de mentir de vez en cuando. Según explica Lara Ferreiro, se trata de un trastorno psicológico caracterizado por una necesidad compulsiva e incontrolable de mentir de forma repetida. “A veces no hay un beneficio claro, pero otras sí; lo que está claro es que es una necesidad”, aclara.

La raíz de la palabra ya lo dice todo: proviene del griego mythos (mentira) y mania (locura). No estamos hablando de una mentira piadosa ni de una omisión estratégica. Es un patrón crónico e involuntario que acaba distorsionando por completo la realidad.

“Un mitómano puede llegar a decir hasta 200 mentiras al día, frente a las una o tres de una persona que miente de forma ocasional”, añade la experta. Y no son mentiras simples: suelen construir relatos muy complicados para crear vidas fascinantes y personajes admirables, en un intento de llenar vacíos emocionales.

Un mitómano puede llegar a decir hasta 200 mentiras al día, frente a las una o tres de una persona que miente de forma ocasional

Lara Ferreiro, psicóloga

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Lara Ferreiro

Cuando el ego infla las mentiras

Pero ¿qué tiene que ver el ego en todo esto? Mucho más de lo que imaginamos. Ferreiro apunta que muchos mitómanos “no tienen autoestima real, sino una autoestima inflada y falsa, que nutren a través de sus mentiras”. Así, cuanto más elaborada es la historia, mayor es el reconocimiento que reciben, lo que a su vez refuerza el ciclo de la mentira.

El mitómano busca ser admirado, querido, validado. Por eso, explica la psicóloga, “cuando alguien dice que tiene una ONG o que ha ayudado a una viejecita, lo que espera es que le digan lo bueno que es. La mentira le convierte en héroe”. Y ese subidón de validación externa alimenta un ego insaciable que siempre quiere más.

La línea entre lo que es real y lo que no, se difumina. “Se entremezclan verdades con mentiras, lo que hace más difícil detectarlas”, afirma. Incluso cuando no hay necesidad de mentir, el impulso aparece. “Es su forma de construir una identidad que consideran más valiosa que la suya real”.

Por qué es tan común entre personajes públicos

La confesión de Frank Cuesta pone sobre la mesa una cuestión que muchas veces se pasa por alto: la mitomanía es especialmente frecuente entre personas que viven expuestas a la mirada pública. Según Lara Ferreiro, la prevalencia de este trastorno entre figuras públicas se triplica con respecto a la población general.

La presión de mantener una imagen impecable, de ser carismático, inspirador o único, es una losa difícil de llevar. “Hay un miedo real a convertirse en un juguete roto, a dejar de importar. Para evitarlo, se construye una marca personal tan idealizada que, muchas veces, roza la ficción”, afirma.

Y cuando esa ficción se vuelve habitual, la persona termina creyéndosela. “La fama infla el ego hasta niveles peligrosos. Algunos famosos viven más en el personaje que han creado que en la persona real que son”, añade la experta, quien asegura que ha visto este fenómeno en muchas ocasiones en el entorno televisivo.

La presión de mantener una imagen impecable, de ser carismático, inspirador o único, es una losa difícil de llevar. Hay un miedo real a convertirse en un juguete roto, a dejar de importar. Para evitarlo, se construye una marca personal tan idealizada que, muchas veces, roza la ficción

Lara Ferreiro, psicóloga

Cómo saber si alguien vive atrapado en su personaje

Hay señales que pueden alertar de que una persona está completamente absorbida por la mentira. Ferreiro las conoce bien: “Cuando todo su sistema de vida gira en torno a mentir, cuando tiene problemas legales, ansiedad a que le descubran, pierde credibilidad, relaciones, trabajo… estamos ante un caso serio”.

En psicología se habla de disfuncionalidad cuando las mentiras han traspasado todos los límites y el personaje ha engullido a la persona real. “Muchos mitómanos acaban aislados, solos, sin vínculos sólidos, porque han perdido el contacto con la realidad”, señala. Las consecuencias no son solo sociales, sino también emocionales. “El desgaste mental es enorme”.

Mentiras para sobrevivir a la infancia

Detrás de la mitomanía suele haber heridas muy arraigadas en nuestro interior, muchas veces relacionadas con la infancia. “Hay patrones que se repiten: abuso, bullying, adicciones en la familia, entornos donde la mentira ha sido normalizada”, explica Ferreiro. En estos contextos, la mentira se convierte en un mecanismo de defensa, en una forma de supervivencia emocional.

Además, los mitómanos presentan frecuentemente otros trastornos psicológicos asociados, como trastornos de la personalidad (narcisista, histriónico o antisocial), depresión, ansiedad o incluso esquizofrenia. “Suelen venir de familias muy disfuncionales, donde no ha habido validación emocional, ni afecto seguro”.

La forma de combatir de la mitomanía es buscando ayuda profesional. La psicoterapia más eficaz es la cognitivo-conductual que ayuda a identificar los pensamientos distorsionados y a controlar los impulsos de mentir. A veces, puede ser necesaria la terapia farmacológica

Lara Ferreiro, psicóloga

¿Se puede salir de la mitomanía?

Lara Ferreiro afirma que sí es posible salir de la mitomanía pero con ayuda profesional. “Lo primero es acudir a terapia, trabajar lo que hay debajo: traumas no resueltos, duelos, heridas de infancia. Luego construir una vida real, paso a paso”.

En la mayoría de los casos, la psicoterapia más eficaz es la cognitivo-conductual, que ayuda a identificar los pensamientos distorsionados y a controlar los impulsos de mentir. “A veces incluso es necesario complementar con tratamiento farmacológico si hay una base depresiva o ansiosa”, añade.

También puede ser útil la intervención familiar y de pareja, para que las personas del entorno puedan contribuir a recuperar el vínculo con la realidad. El apoyo externo es clave para que el mitómano se sienta contenido y tenga una red de sostén.

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