Psicología

Qué hacer cuando no soportas a la pareja de tu amiga: consejos para tolerar y conservar amistad

Las amistades, como las relaciones, requieren algo de esfuerzo. Hablamos con una psicóloga sobre los pasos a seguir para normalizar la situación y aprender a gestionarla lo mejor posible.

Por Paula Martíns

Estar vivo significa pasar por algunas garantías. Comer, pagar, y, alguna vez en la vida, aceptar a algún novio insoportable de alguna amiga, o al contrario, aguantar a un amigo impertinente de tu pareja. Puede que esa persona te caiga mal por realizar comentarios inapropiados, por ser demasiado grosero al hablar, porque es muy diferente a ti o a él/ella, o porque no te gusta su manera de tratar a tu amiga o pareja. Para todas las situaciones, excepto en el último caso, tenemos una noticia que darte: casi siempre vas a tener que tragar saliva y aguantarle.

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El respeto y cariño hacia nuestra pareja o amiga debe estar por encima de todo. Eso supone esforzarse por tener una relación cordial con su pareja o, siendo ésta, esforzarse para llevarse lo mejor posible con sus amigos. No hace falta llevarse bien para simplemente tener este respeto, sino simplemente ser capaz de poder tener una relación adulta, normal y tranquila, en las ocasiones que se coincida”. La situación es difícil de gestionar, pero estas palabras de la psicóloga y cofundadora de Serena Psicología, Lorena González, nos dan una pista de cómo podemos gestionar este territorio tan complicado.

Si nos paramos a pensarlo con detenimiento y analizamos experiencias previas, seguir las pautas que nos cuenta la experta en salud mental es, no solo una tarea empática, sino también inteligente. Suele pasar que, cuando comentamos a nuestros amigos o parejas los defectos que nos llevan a pensar que sus compañeros de vida no son de nuestro agrado, estamos fomentando que nuestra opinión enseguida provoque enfado,  y un comportamiento defensivo por la otra parte. 

Seguro que sabes de lo que hablamos, porque es probable que alguna vez te hayas encontrado en la siguiente situación: adviertes a tu amigo de que no te cae bien su pareja, y tu amigo, además de no tratar de entender tus motivos, contraataca a la defensiva, y no solo comienza a pasar más tiempo con ella, sino que además se ha alejado un poco de ti, y hasta trata de evitar hablar de sus discusiones o problemas. Tiene sentido que suceda, porque, tal y como nos cuenta Lorena González, “cuando nos ilusionamos o enamoramos de una persona, el propio enamoramiento hace que no nos demos cuenta de la parte racional y de las consecuencias de estar o no con esa persona. Es más, nos hace sentir que no elegimos, sino que simplemente pasa. Aunque la realidad no sea así del todo, sí que es la sensación que sentimos”. 

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El respeto como base de la amistad

El amor, dicen, es ciego. Y lo es mucho más allá de a nivel físico. Hay ocasiones en las que puede que simplemente no encajemos con una persona por nuestra forma de ser, y hay otros contextos en los que, conociendo a nuestra pareja o amigos, nos cuesta entender sus otras relaciones. Puede que no pensemos que no comparten valores, que su forma de comportarse no tiene nada que ver, o que observemos determinamos patrones conductuales que nos repelen. Sí, esta última palabra se acerca mucho a lo que se suele sentir. Pero lo cierto es que a veces nuestro juicio tiene más que ver con nosotros mismos, con nuestra propia forma de ser, que con la de nuestro amigo/a o pareja. Tendemos a juzgar en base a nuestra experiencia, y no somos capaces de ver los puntos en común que sí existen entre ellos, o la pieza del puzzle que les hace encajar. 

“Debemos poner el foco en la persona que queremos, tener empatía y priorizar su bienestar. Estas pueden ser buenas estrategias para mantener una relación cordial con alguien que no nos guste en exceso”, señala la psicóloga, enfatizando ese esfuerzo que debemos hacer para centrarnos más en lo que ayuda a nuestra amigo/a o pareja a estar bien, y no tanto en lo que a nosotros nos gustaría que le ayudara. Si le vemos feliz no hay más que hablar. De hecho, para poder entenderle mejor, debemos tener en cuenta cómo reaccionamos nosotros mismos cuando comenzamos a conocer a alguien, tal y como la profesional de la salud mental nos explica: “Siempre que empezamos con una pareja lo hacemos con mucha ilusión, y pensamos que todo se superará o no será tan importante como el amor que procesamos a esa persona. Por ello, aunque a priori no encaje con nuestros amigos, pensaremos que lo hará en un futuro o que las consecuencias no son tan importantes para ti, como el amor que sientes por esa persona”.

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¿Y si no hay compatibilidad?

Las consecuencias de las que nos habla la psicóloga sí que pueden ser graves. Como ya hemos mencionado, al conocer nuestro veredicto, y, sobre todo, al insistir en él, la relación podría verse dañada, por lo que nuestro amigo/a dejaría de hacernos partícipes de algo que está viviendo con plena efervescencia y furor. Incluso, si resulta que tenemos razón y que la tercera persona en discordia no es la adecuada para su vida, habremos perdido la capacidad de ayudarle a salir de esta relación porque desconoceremos lo que sucede dentro de ella. Además, puede que con el tiempo hasta cambiemos de idea: “Si conseguimos una relación cordial, lo ideal es pasar el mínimo tiempo posible con las personas que no caen bien para no forzar en exceso la situación, pero sin evitarla. La vida da muchas vueltas y quién sabe si quizá pueda suavizarse la relación”.

En casos extremos, en aquellos donde no haya manera de reconducir la situación y la incompatibilidad sea plena, existe tensión o conflicto, “lo mejor sería evitar contacto y que la persona pueda pasar tiempo con ambas partes ella sola y sin consecuencias, es decir, sin reproches de ninguna de las partes, por mantener la relación”.

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Aprende a vencer el sentimiento de inseguridad

La situación es difícil para todas las partes, pero el se encuentra entre dos aguas es realmente quién sufre más. ¿Qué debe hacer? Mantener ambas partes intactas siempre y cuando ninguna le haga daño. “Todos debemos de respetar nuestros espacios y nuestra individualidad, eso es lo más sano en la pareja. Si un amigo no gusta a la pareja, tú no tienes que renunciar a esa relación. Basta con pasar tiempo independiente con él sin necesidad de que esté la pareja en todos los planes” concluye Lorena González.