Bienestar

El arte de desconectar en vacaciones

En vacaciones párate y disfruta. Introduce en tu rutina momentos de contemplación que te aporten tranquilidad y placer. Escúchate por dentro e identifica no qué tienes que hacer, sino qué te hace más feliz de todas las alternativas que tienes delante.

Por Ana Lucas

Si le pidiéramos a mil personas que resumieran en una palabra qué significan las vacaciones es fácil adivinar que algunas de las más utilizadas serían descansar”, “viajar” o “no hacer nada”. Sin embargo, los profesionales de la psicología, a tenor de lo que escuchamos a nuestros pacientes en consulta a la vuelta del verano, solemos constatar que, en muchas ocasiones, las vacaciones suelen terminar con niveles de estrés o ansiedad que nada tienen que ver con el placer de descansar, viajar o no hacer nada.

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Crecemos escuchando mensajes que glorifican el trabajo, el esfuerzo y la actividad y nos cuesta reparar en que el descanso o el no hacer nada tiene unos beneficios muy potentes para nuestra salud mental que debemos descubrir, gestionar y proteger. Viajar no es preocuparse por hacer una lista de sitios en los que tenemos que estar, es descubrir, disfrutar de otros lugares, otras gentes y otras costumbres. Y eso no se consigue con una lista apresurada de selfies, sino abriendo los poros de la piel y la mente, a otras realidades que tenemos que aprender a disfrutar.

Gestionar las vacaciones como gestionamos nuestras responsabilidades laborales solo puede conducirnos a abrir las puertas al mismo estrés y el mismo agotamiento del trabajo. A lo largo de más de 20 años de ejercer como psicóloga he ayudado a cientos de personas a entender los beneficios del descanso, a identificar qué cosas les hacen felices y a integrar en sus rutinas diarias, semanales y mensuales, espacios nutritivos de descanso y disfrute para la mente.

Si no hacer nada nos supone un problema, puede que tengamos un desafío mayor de lo que pensamos. Si cuando paramos la actividad laboral, nuestra mochila emocional sigue en marcha y nos adelanta en el camino, y nos desplaza, y nos hace rehenes de su ímpetu, debemos analizarlo y tomar la decisión de que es probable que necesitemos ayuda profesional.

Solemos escuchar que es bueno que los niños se aburran, porque solo cuando se paran y no tienen nada que hacer se activa ese maravilloso motor en nuestro interior que, de la forma más natural, pone en marcha la creatividad, algo que impulsa nuestro desarrollo. En los adultos también funciona ese motor. Pero hay que abrir los ojos para darle la bienvenida.

En vacaciones párate y disfruta. Introduce en tu rutina momentos de contemplación que te aporten tranquilidad y placer. Escúchate por dentro e identifica no qué tienes que hacer, sino qué te hace más feliz de todas las alternativas que tienes delante. Acostumbrar a tu cerebro a pensar en qué cosas te hacen realmente feliz y concederte recurrentemente su puesta en marcha es un entrenamiento formidable para nuestra psique.

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Estas son algunas estrategias que puedes implementar en tus vacaciones:

  1. Para evitar sentirte culpable y darte explicaciones, hay que dosificar el descanso. Al igual que en el horario laboral aprendes a organizar el tiempo, estando de vacaciones habrá tareas y obligaciones que te harán establecer una rutina y, dentro de ella, el tiempo de descanso será clave.
  2. Seleccionar cuál será el tiempo de “estar”, como disfrutar un  buen helado con una vista bonita o sentarse a descansar mientras se comentan las anécdotas del viaje. Visitar nuevos lugares en vacaciones consiste también en empaparse de la cultura del sitio, disfrutar de la gente en la calle o tomar el sol en un lugar diferente al habitual.
  3. Disfrutar de las actividades más simples, rutinas y obligaciones que a lo largo del año haces con el piloto automático. Por ejemplo, ir a la compra a un mercado y disfrutar de los diferentes puestos y del ambiente, o crear momentos especiales con tu pareja, cómo leer un libro juntos, para poder compartir impresiones e ideas.
  4. Hay que disfrutar de uno mismo y entender las sensaciones que sentimos. Cuando desconectamos y reconectamos con uno mismo logramos recargar la energía para todo lo que vendrá después de las vacaciones.
  5. La clave es poder dosificar y encontrar tiempo para desconectar, pero no solo en vacaciones, sino a lo largo de todo el año, encontrar tiempo de vacaciones diarias.

La felicidad propia no es una meta concreta, es un camino que podemos hacer interminable si conseguimos acostumbrar a nuestro cerebro buscando espacios de descanso y disfrute personal diarios. No hacer nada se convierte entonces en un alimento extraordinario para nuestra salud mental. No solo reducimos el estrés, sino que tomamos mejores decisiones, leemos mejor la realidad que nos rodea, emitimos bienestar a nuestro entorno… somos más felices.

Si no es así, si piensas que todo esto es imposible te invito a buscar apoyo psicológico. Será una de las mejores inversiones en tu vida. Los psicólogos sabemos cómo acompañarte en el camino hacia la identificación de los potenciadores de tu malestar, a poner objetivos a ese cambio personal, a recibir atención profesional y supervisión en ese camino que solo tú puedes comenzar.

Termino como empecé: si preguntamos a mil personas qué palabras definen su bienestar, seguro que las primeras respuestas estarían copadas por las palabras tranquilidad, seguridad o salud. Ésos son precisamente los beneficios directos que aporta disfrutar de unas vacaciones, un viaje o un tiempo sin hacer nada. Pocas cosas merecen más la pena. Promesa de psicóloga.

Ana Lucas es psicóloga y directora de la Clínica Psico-Salud