Estos propósitos del nuevo año pueden ayudarte a salvar el planeta

Con el nuevo año este mes se convierte en un deshojar constante de la margarita. ¿Lograré mejorar las cosas o seguiré un año más exactamente igual? Seguro que te esfuerzas en no dañar el planeta, pero este inicio de año es el momento ideal para replantear tus objetivos y ver cómo optimizar tus esfuerzos.

Por Cristina Soria

Un pequeño gesto para ti puede ser un gran gesto para el planeta si eres constante y haces que cunda el ejemplo. Cambiando algunos hábitos de consumo puedes ahorrar, ser más consciente de tus recursos y quitarle un poco de peso al maltrecho futuro de la sostenibilidad del planeta.

Es importante que seas consciente de que no hace falta que cambies tu vida para que cambie el planeta, sino simplemente abrir los ojos y tomar más conciencia de que hay pequeños hábitos que pueden mejorarse, y que en ningún caso van a restarle comodidad ni dinero. Este razonamiento es importante porque, no solo es importante que tú te lo plantees, sino que colabores a que quienes están a tu alrededor piensen en ello. ¿Y si no fuera tan difícil cambiar el mundo?

Aprovecha el calor de tu casa

En pleno invierno nos sentimos reconfortados sabiendo que disponemos de radiadores en la casa con los que contrarrestar las olas de frío como la que se cierne sobre la Península por estas fechas. Sin embargo, si gestionamos bien el calor que tenemos en casa, podemos llegar a ahorrar hasta un 30% de la energía, favorecer la sostenibilidad del planeta y ahorrar dinero.

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No ventiles más de la cuenta. No es necesario que dejes la casa de par en par largo tiempo ni generando corrientes. Con diez minutos al día las estancias de tu casa estarán suficientemente ventiladas. Además, no pretendas ir en manga corta por la casa mientras fuera hace un frío que pela. Para tu mente también es muy beneficioso que dentro de tu casa alcances un equilibrio entre la sensación térmica del exterior y el confort de dentro. Si en casa vistes como si fuera un verano tórrido es que algo estás haciendo mal, y cuando salgas a la calle el efecto “bofetada” del frío será mayor.

Leer: Qué es una casa pasiva y cómo ayuda al medio ambiente (y a tu bolsillo)

No todo se puede tirar a la basura

Los aparatos tecnológicos tienen un símbolo en el que puedes identificar un cubo de la basura tachado. Esto quiere decir que no pueden ir a la basura, y que deben ser reciclados de forma especial.

Esto es así porque se trata de electrodomésticos que tienen piezas y sustancias que pueden resultar peligrosas para el medio ambiente. Por ejemplo, baterías internas, que no pueden ser extraídas del aparato. En este caso, una simple batería de una depiladora eléctrica, puede contaminar hasta 600.000 litros de agua.

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La forma de actuar frente a estos residuos es llevarlos a un punto limpio especializado. Muchos ayuntamientos ponen a disposición de los ciudadanos este tipo de reciclaje, y también existen asociaciones que los recogen, tanto para ser reciclados como para venderlos y conseguir fondos para financiarse.

Leer: Cómo reciclar correctamente con la incorporación del cubo marrón

'Jugarte en bolsa' el futuro del planeta

La ley europea obliga a las grandes superficies a cobrar 5 céntimos por las bolsas de la compra. Ya no son gratis. Sin embargo los propios fabricantes reconocen que esta medida ecológica ha bajado muy poco sus ventas. Seguimos usando bolsas de plástico para la compra porque 5 céntimos es un precio asequible.

Ese dinero, sin embargo, no va a un fondo para beneficiar acciones ecológicas, sino que lo ingresan los comercios. De hecho, la cantidad de 5 céntimos equivale a la media exacta que le cuesta a las tiendas adquirir las bolsas. De esta manera, todo sigue igual.

Además, algunas grandes superficies las regalan a sus consumidores, pese a estar prohibido. Esto no es ilegal porque las bolsas que pueden no tener coste para el cliente final tienen un porcentaje de material biodegradable, aunque sea el mínimo. Sin embargo, siguen siendo contaminantes.

El mayor problema de las bolsas de un solo uso que sí son biodegradables es que el material con el que están elaboradas no soporta tanto peso como el plástico, y cuanto más fuertes son, más caras resultan, llegando incluso a los 30 céntimos por bolsa.

Aquí puedes llegar a una conclusión muy sencilla que no te llevará demasiado trabajo: ahorra el precio de la bolsa, ahórrasela al planeta y lleva tu propia bolsa de tela, muy resistente, bonita, y respetuosa con el medio ambiente.

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