Tu ropa también contamina (y mucho)

Estos son los cinco principales efectos que provoca la práctica de la ropa de usar y tirar en el medio ambiente (y algunas buenas ideas que te harán más sostenible a la hora de vestir)

Por JULIA GIRÓN

Solo tienes que pensar una cosa: ¿cada cuánto tiempo renuevas tu armario? Con suerte, si no te has dejado arrastrar por las estrategias de marketing de las grandes cadenas fast fashion (o moda rápida), que renuevan sus inventarios cada quince días, la media de vida de la ropa que vestimos no suele ser de más de tres años. De hecho, según algunos estudios, en Europa se desechan seis millones de toneladas de productos textiles al año y sólo un 25% son reutilizados. Unas cifras que, sin duda, hacen que tu huella ecológica tenga un mayor impacto en el cuidado del planeta; ya que la industria textil es la segunda más contaminante después de la del petróleo. ¿Qué cómo puede ser que tu ropa contamine tanto?

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  • Consumo excesivo de agua. El padre del concepto de la ‘huella hídrica’, Arjen Hoekstra, explica que la cantidad de agua que se necesita hasta que la ropa llega a nuestro armario es mucho mayor de la que creemos. Por poner un ejemplo ilustrativo: unos vaqueros de un kilo suponen un consumo aproximado de 10.000 litros, mientras que para la producción de una camiseta de algodón se usan unos 2.500 litros.
  • ¿Sabes de dónde viene la ropa que vistes? La deslocalización en la producción textil conlleva un mayor uso de transportes y, por tanto, de combustible. Esto supone un incremento de la huella de carbono; lo que se traduce en toneladas de CO2 que contribuyen a más emisiones de gases de efecto invernadero. Por no hablar de los procesos de fabricación, confección, teñido y planchado, que son también importantes consumidores de energía.
  • Emisión de tóxicos. Un 5% de las sustancias químicas que componen la ropa es perjudicial para el medio ambiente, según un estudio de la Agencia Sueca de Productos Químicos. Estas sustancias se liberan en la creación de tintes, el proceso de fabricación, al lavar las prendas o cuando estas son depositadas en vertederos.
  • Sobreexplotación del suelo. Para la producción de ropa se utilizan tres tipologías de fibras: naturales, artificiales y sintéticas. La obtención de fibras naturales, como el algodón o el lino, suponen una sobreexplotación del suelo por el uso de fertilizantes, de pesticidas y de otros productos químicos (salvo en cultivos ecológicos). Igualmente, al proceder de industrias químicas, las fibras artificiales y sintéticas contaminan el medio ambiente si no son recicladas adecuadamente. En España, aunque no hay datos concretos, se estima un porcentaje similar al europeo: alrededor de un 75% de la ropa que compramos acaba en un vertedero, sin recibir un tratamiento adecuado en una planta de gestión de residuos.
  • Vertidos de sustancias peligrosas. En el proceso de fabricación de cualquier prenda se elimina una gran cantidad de desechos y sustancias nocivas para el entorno natural. En los últimos años, han aumentado el número de empresas que optan por un proceso de creación más sostenible y prestan especial atención al conjunto de la cadena de valor de sus productos, pero aún queda un largo recorrido para conseguir un ‘vertido cero’.

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Poner en práctica algunos trucos para sacar más partido al armario, ahorrar y ser más sostenibles con nuestro entorno es tan sencillo como cambiar la manera que tenemos de relacionarnos con la ropa. Desde la tienda online de ropa de segunda mano Percentil.com nos dan algunas ideas prácticas:

  • Principio ecológico de las 3R. Reducir la cantidad de ropa nueva que adquirimos; reutilizar prendas dándoles un nuevo uso o valor; reciclar usando los contenedores específicos para ropa usada, gestionados por empresas u ONG reconocidas, o depositar esta ropa en los puntos limpios de tu ciudad. Esta práctica permite evitar que la ropa termine en un vertedero y, además, reduce la fabricación de prendas nuevas.
  • Intercambio de prendas. Otra buena idea para reducir la compra de ropa y calzado es optar por pedir o intercambiar prendas entre amigos o familiares. Por ejemplo, una práctica sostenible sería que alguien nos deje vestidos, zapatos, corbatas o complementos para celebraciones más especiales como bodas o bautizos. En estos casos, además, una opción low cost es alquilar la ropa.
  • Apostar por la compra de prendas cercanas, es decir, preocuparnos por la procedencia de la ropa que adquirimos y no optar por aquellas fabricadas en países lejanos, para reducir así las emisiones de CO2 ocasionadas por su transporte.
  • Prestar atención a la composición de las prendas, una información que se puede encontrar en algunas etiquetas. Las fibras más aconsejadas y de menor impacto ambiental son: algodón, nailon o poliéster reciclado, cáñamo o lino, todos ellos procedentes de la agricultura ecológica. Incluso las grandes marcas se van sumando a esta moda.